Un chequeo médico sería esa revisión de salud que se hace a demanda, es decir, que el propio paciente decide hacerse cuando está asintomático. Una persona no tiene síntomas, se encuentra bien, pero decide hacerse unos análisis, por ejemplo, “para ver que todo está como debe estar”.
En prevención hay diferentes niveles y a esta la consideraríamos una prevención secundaria. El chequeo se fundamenta en esa prevención secundaria, que se basa en la detección precoz de la enfermedad, en el diagnóstico de una patología que todavía no ha mostrado síntomas, porque las enfermedades requieren un tiempo desde que aparecen hasta que se muestran. Estos chequeos preventivos buscarían un diagnóstico temprano de la enfermedad para poder empezar el tratamiento cuanto antes, y que este dé los mejores resultados posibles.
Pero la evidencia nos dice que si no tienes síntomas, si te encuentras bien y no cuentas con antecedentes personales o familiares de interés, y esto quiere decir, por ejemplo, que no tienes un familiar cercano que haya tenido un cáncer o un infarto en una edad temprana, realizarte chequeos periódicos no funciona. Según los estudios clínicos no reducen la mortalidad ni por cáncer ni por enfermedades cardiovasculares. Y estos chequeos tampoco disminuyen la aparición de infartos o ictus en el futuro.
¿Y por qué decimos que no disminuyen la mortalidad? Básicamente, lo que dice la literatura científica es que si tu médico piensa que algo va mal, si ve algún riesgo real, va a pedir que te hagan las pruebas necesarias para comprobarlo. Por lo tanto, esos chequeos “a demanda” no se recomiendan. La razón es que todas las intervenciones sanitarias tienen riesgos.
La evidencia dice que si no tienes síntomas, te encuentras bien y no cuentas con antecedentes personales o familiares, realizar análisis periódicos no funciona. Y los chequeos no son inocuos
Y esto es una cosa que muchas veces no entendemos. Creemos “no pasa nada, me hago una analítica y si está todo bien, no hay más”. El problema es que no siempre está todo bien. Es decir, no todo está dentro de los parámetros que sanitariamente consideramos normalidad. Te pongo un ejemplo, imagínate que yo me encuentro bien, pero me hago un chequeo médico porque me lo oferta un seguro privado o porque convenzo a mi profesional de salud de que me lo haga. En la analítica se descubre que tengo una transaminasa un poco alta (las transaminasas son proteínas que tienen un papel importante en el funcionamiento de las células). Como estas proteínas elevadas pueden significar una patología en el hígado, me hacen una ecografía del hígado y en esa ecografía se ve un pequeño quiste. Entonces te hacen otra analítica, una punción… Para al final concluir que ese quiste y esas transaminasas un poco elevadas no tenían ninguna repercusión en tu salud.
Pero todo este proceso no es inocuo. Han podido aparecer complicaciones en las pruebas, reacciones ante posibles tratamientos, además de haber gastado unos recursos que podrían haberse dedicado a otro fin. Y hay otro aspecto a considerar: la incertidumbre, la preocupación y el estrés que se le genera a la persona que pasa por esto. Lo que quiero explicarte es que los chequeos por los que preguntas pueden provocar que algo que es un hallazgo casual que no tiene ningún tipo de repercusión en tu salud, terminen generando una tensión, una preocupación y, en ocasiones, una serie de pruebas, que ocasionan más riesgos que beneficios. Por eso no se recomiendan los chequeos.
Otra cosa distinta es si hablamos de chequeos aplicables a patologías concretas, estoy hablando de los programas de cribado o de diagnóstico precoz. En España existen tres de estos programas: cáncer de mama, cáncer de colon y cáncer de cérvix. Y cada uno tiene sus propios calendarios. Para el cáncer de mama se utilizan las mamografías que se hacen a mujeres a partir de los 50 años; el programa de cáncer colorrectal es una detección de sangre en heces y el cribado se hace, más o menos, a partir de los 50 años y el cáncer de cérvix que consiste en una citología vaginal en jóvenes cuando empiezan a tener relaciones sexuales.
Con estos tres programas sí que se ha visto que el balance riesgo-beneficio es positivo. Aunque incluso los programas de cribado generan a veces controversia porque la población sometida a ellos es muy grande y hay algunas pruebas derivadas que no hubieran hecho falta. Pero, desde una óptica global, ofrecen mejoras a la mortalidad.
Por eso, la respuesta a tu pregunta sería que los controles de salud que hay que hacerse y que sabemos que son beneficiosos son aquellos que están programados por el sistema y aquellos que te recomiende la persona responsable de tu salud cuando tengas síntomas de algún tipo o en función de tu historial clínico. Al final, lo más importante en prevención es la llamada prevención primaria, que es aquella dirigida a que no enfermemos. Y para conseguir esto, la clave es tener un estilo de vida saludable y que promocionemos espacios saludables y políticas sociales adecuadas.
Isabel Aguilar Palacio es doctora en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y profesora titular de la Universidad de Zaragoza.
Pregunta enviada vía email por Paula García Alonso
Coordinación y redacción: Victoria Toro
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