Conde de Godó 2023: El encanto del Godó: a falta de espacio, un espíritu único | Deportes

El golpeo de la bola, el barrido de la tierra y el ruido metálico de las gradas portátiles son los tres sonidos que se escuchan con mayor frecuencia en las instalaciones del Reial Club Tenis de Barcelona (RCTB) durante la semana que dura el Godó. Un torneo singular y especial. “Distinto, diferente”, transmiten los tenistas, que estos días van y vienen por el tranquilo barrio de Pedralbes, situado en la zona alta de Barcelona y que durante dos meses cambia de fisonomía al elevarse una pirámide de hierros y lonas que se levanta más de 20 metros. Es la pista central, llamada Rafa Nadal desde 2017, con una capacidad para 8.000 personas –gracias a la ampliación de 2012– y cuyas gradas son trasladables, al igual que las de la pista Andrés Gimeno y la dos.

Los socios del club, 2.200, conviven con la transformación y la agradecen; al fin y al cabo, durante una semana los mejores tenistas del mundo desfilan por la arcilla de Barcelona y el torneo es ya uno de los más emblemáticos y reconocibles del calendario. No solo la aceptan, sino que son parte activa. Los más pequeños ejercen de recogepelotas (80) y los más adultos desempeñan diferentes funciones, con un total de 120 colaboradores. “Para nosotros es un lujo albergar un evento tan histórico y especial; no solo no nos molesta, sino que somos los primeros que ayudamos”, declara un miembro del histórico club catalán.

El torneo pertenece a la tercera categoría del escalafón del tenis, los ATP 500. Pero ello no impide que lo hayan disputado numerosas figuras, que agradecen la proximidad de los trabajadores y el personal. “Muchos jugadores nos dicen que aquí se respira tenis e historia de verdad”, aseguran desde la organización; “cuando llegan y ven el jardín, la piscina y la Masia (Casa Club), encuentran una calidez que tal vez no hay en otros torneos, donde las instalaciones son mayoritariamente prefabricadas. Les gusta estar en el mismo sitio que pisaron en su día Santana, Borg, Lendl, Nastase, Laver o incluso Suzanne Lenglen o Fred Perry”.

El espíritu de Barcelona también ha resultado atractivo para gigantes como Sampras, Agassi, Djokovic y, por supuesto, Nadal, campeón en 12 ocasiones. Todos ellos, en lugar de atravesar pasillos lujosos con alfombra roja, recorren un camino de piedra y rodeado de arbustos, y se cruzan con conserjes cubiertos de tierra batida que vienen de regar la pista, haciéndoles ver que están jugando en un club y no en un recinto frío y artificial.

“Notan mucho que la tierra está bien cuidada y es de calidad. Aquí se juega al tenis todo el año y la pista se prepara igual durante todos los meses. Hay que tener en cuenta que los socios tienen un nivel económico tan alto que la exigencia es máxima. Por ello tenemos el personal que prepara las pistas contratado todo el año; de hecho, el jefe de pista lleva más de 25 años trabajando aquí”, recalcan desde la organización.

Concepto inglés

El complejo está encajonado, rodeado de calles y viviendas, por lo que no hay posibilidades de expansión. Mientras otros torneos crecen territorialmente, el Godó compensa esa limitación a partir del encanto. Pero no es la única traba que ha tenido que sortear. En 1986 estuvo a punto de abandonar el calendario al cerrar el curso anterior con pérdidas y desde las altas esferas del tenis le exigían que aumentase los premios al menos medio millón de dólares. La negociación del director, Sixte Cambra, con la empresa IMG, que profesionalizó la gestión del torneo, desbloqueó la situación. A partir de la edición de 1987 el balance fue siempre positivo y hoy día se celebra la 70ª edición con todas las entradas vendidas.

“Somos un club cerrado de 2.200 socios. Para que entre uno nuevo tiene que salir otro y, aparte, necesita mínimo dos avales de otros socios. Es como Wimbledon, club con el que estamos hermanados. También estamos hermanados con el Barça y ambos cumplimos el año que viene 125 años”, transmiten desde la dirección ejecutiva. De la deportiva se encarga actualmente David Ferrer, que como jugador disputó 45 partidos y cedió contra Nadal en cuatro finales.

“Hemos hecho un gran esfuerzo para que este sea un año realmente especial, con esa suerte de que casi todos quieren venir”, expresa el alicantino, de 41 años y ganador de 27 títulos. “Somos un torneo con unas características que lo hacen atractivo para los profesionales, y diferente en cuanto a que sus instalaciones se transforman totalmente para alojar a los que nos visiten. No podemos crecer en tamaño, pero sí en calidad”, concluye Cambra, mientras el aficionado espera con ansias al cruce de este jueves (no antes de las 16.00, Teledeporte) entre Carlos Alcaraz y Roberto Bautista.

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