ERC y Junts pugnan en la Cataluña interior por la hegemonía independentista con el PSC en cabeza en el área metropolitana | Cataluña

El alcaldable por Barcelona, Xavier Trias (i), junto a la presidenta de Junts, Laura Borràs (c) y el secretario general, Jordi Turull (d), en un acto en Barcelona, el pasado fin de semana.
El alcaldable por Barcelona, Xavier Trias (i), junto a la presidenta de Junts, Laura Borràs (c) y el secretario general, Jordi Turull (d), en un acto en Barcelona, el pasado fin de semana.Quique García (EFE)

Hay un contencioso político que sigue sin resolverse en Cataluña y que tendrá una nueva vistilla este 28-M: la pugna por la hegemonía independentista entre Esquerra y Junts. Es verdad que en las elecciones locales pesan más los asuntos cotidianos que la política nacional pero, en el fondo, ambos aspectos son inseparables. De ahí que en el seno tanto de republicanos como de los liderados por el binomio Borràs – Turull también se viva la carrera que hoy comienza como otra prueba del algodón para sus estrategias de diálogo con el Gobierno y de confrontación total. Aunque el resultado en el área metropolitana sea clave para ERC, la batalla con Junts se centrará especialmente en las zonas interiores. También será clave quién logrará apropiarse de los votantes de Ciudadanos, a quienes las encuestas dejan fuera. PSC, PP y Vox parecen ser el destino de esos sufragios.

La competición entre Junts y ERC ya ha tenido una previa y los de Oriol Junqueras se ha llevado la palma. Los republicanos, con 804 listas electorales, son el partido con más candidaturas proclamadas en las cuatro demarcaciones catalanas. Junts, que siempre había ocupado el primer sitio, se ha quedado en el segundo, con 728. ERC ha podido presentarse casi sin problemas en todas las capitales de comarca, mientras que sus competidores se han quedado sin lograr llegar a su objetivo de presentarse en 800 municipios. Los socialistas, por su parte, presentaron un 17% más de listas que en 2019, con un total de 715.

Un factor inédito es que, por primera vez en democracia, el Ejecutivo catalán es monocolor, capitalizado por ERC. El 28-M es visto por los exsocios de Govern, de Junts, como una oportunidad de sacarse la espina tras el divorcio de octubre pasado. Pero ambos, junto con el PSC, quieren rivalizar por qué partido es creíble como mejor gestor y de ahí que la precampaña haya estado marcada por el ataque (y defensa) de la obra de Govern (y de Gobierno) en temas como la atención a la sequía o el fiasco de las oposiciones de la Generalitat. Y, en clave independentista, de cómo la relación con Madrid (colaboración o claudicación, según de con quién se hable) condiciona el buen funcionamiento de servicios como Rodalies.

Precisamente, el pasado domingo, a raíz del caos ferroviario, el secretario general de Junts, Jordi Turull, criticó a ERC por “desentenderse de la unidad y ponérselo fácil al que genera el problema, que es el Gobierno”. Se trata de un discurso que, sin embargo, tiene sordina en según que sitios. Xavier Trias, candidato de Barcelona, no ha puesto el ataque al Gobierno que lidera Pere Aragonès en el centro de su discurso. En sitios con más ascendencia secesionista, como Girona, los republicanos sí están en la diana constante. Aparte de la capital catalana, los de Carles Puigdemont esperan poder mantener la vara de alcalde que hasta ahora ha ostentado Marta Madrenas.

Una cosa son las listas y otra son los resultados. Esquerra aspira a revalidar la victoria en votos (822.107, el 23%) y número de concejales electos (3.114) que tuvo en 2019. Se trata de unas cifras muy buenas si se comparan con las de los comicios de 2015 (510.080 votos y 2.380 ediles), donde ya se había recuperado de la debacle post tripartido. Pero incluso con una remontada tan grande, en las pasadas elecciones fueron los neoconvergentes los que lograron más alcaldías (369 contra las 359 republicanas), la mayoría de ellos en pequeños municipios del interior.

En Junts se encomiendan a que un buen resultado en la capital catalana les permita decantar esta vez la balanza a su favor. En las pasadas municipales, los neconvergentes (557.303 sufragios y 2.798 concejales) se vieron relegados a un tercer puesto en porcentaje de voto tras ERC y el PSC (en segundo lugar, con 768.478 votos y 87 alcaldes, pero en grandes poblaciones). El propio Turull, tras conocerse las candidaturas proclamadas, intentó poner en valor que tras el bache de la anterior contienda lograban de nuevo presentar listas en los 36 municipios del área metropolitana de Barcelona.

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La competencia entre ambas formaciones tendrá tres plazas de especial interés. Las encuestas le son poco halagüeñas a los republicanos en Lleida y Tarragona, dos alcaldías que los republicanos buscaban tras años de dominio socialista y que habían logrado coronar. Esto también les había dado la llave para el gobierno provincial de ambos territorios. El PSC, pero también Junts, creen que es posible que haya un cambio de colores, algo que sería un golpe en el discurso de ERC sobre cómo los ciudadanos han notado la “gobernanza republicana”.

El otro escenario caliente será el área metropolitana, que centra la estrategia personal de Junqueras de penetrar la mancha roja que tiñe el mapa. Apuestas como la de ubicar al portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, en el cartel de Santa Coloma de Gramenet no van en la línea de arrancarle una alcaldía al PSC pero sí de erosionar poco a poco su hegemonía. Además de lo que ocurra en la capital catalana, los socialistas tienen casi asegurada la hegemonía en poblaciones como L’Hospitalet, Cornellà, Sant Adrià o Mollet. Aunque Junts no sea rival directo de ERC, allí sí lo es por carambola. En la sede de los republicanos, en la calle barcelonesa de Calàbria, no dudan que habrá sociovergencia donde aritméticamente sea posible.

Desde 2011 hasta 2019, ERC ha pasado de ser quinta a segunda fuerza en los municipios que rodean a la capital catalana. De los 62.000 conseguidos en la primera cita de ese periodo pasó a 292.000 hace cuatro años. El nubarrón para los republicanos es que hay poca posibilidad de que Ernest Maragall gane en Barcelona y ven cómo se aleja la meta de la alcaldía de la capital. Habrá muchas lecturas la noche del 28-M y saben que Junts saltará a vender un mal resultado de ERC como una enmienda a la totalidad de la apuesta por el diálogo con el Gobierno y la gestión de Aragonès. En ERC creen que un Trias que no gane, por ejemplo, es la puntilla en los intentos de reconversión de Junts y que pesa en qué pasará con su presidenta, Laura Borràs.

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