En un vídeo sin palabras y con goles; en unas líneas dirigidas a los aficionados, Fernando Llorente (Pamplona, 38 años), se despidió del fútbol casi con sordina, después de varios meses sin equipo tras abandonar el Eibar, con el que estuvo a un paso de ascender a Primera División. Ya lo había anunciado extraoficialmente en una entrevista publicada en febrero: “No me veréis jugando al fútbol”, decía, pero ahora lo ha confirmado. “Desde muy pequeñito soñaba con llegar a ser futbolista. Y quién me iba a decir a mí que iba a poder disfrutar y vivir todo lo que el fútbol me ha dado”, apunta en su nota de despedida. “Ha sido un camino largo en el que con trabajo, sacrificio, humildad y pasión he podido disfrutar de jugar en grandísimos equipos en los que con orgullo siempre he dado lo mejor de mí mismo”.
Llorente comenzó su carrera profesional en el Athletic, en el que ingresó con once años. Vivía con una familia de la confianza del coordinador de Lezama, José Mari Amorrortu, y estudiaba en el colegio Askartza por las mañanas, antes de acudir a los entrenamientos en Lezama. Fue subiendo escalones gracias a sus condiciones físicas y su relación con el gol, pero estuvo a punto de cortar prematuramente con el club bilbaíno cuando se negó a renovar en los parámetros que le imponía el club para el Bilbao Athletic. La llegada a la presidencia de Fernando Lamikiz desencalló la situación; Llorente consiguió lo que quería y unas semanas más tarde, el 16 de enero de 2005, debutó en Primera División a las órdenes de Ernesto Valverde, en un partido de Liga contra el Espanyol. Sólo tres días después, en un partido de Copa ante el Lanzarote (6-0), mostró sus cualidades como goleador con un triplete. Esa temporada consiguió anotar también tres goles en la Liga.
Atravesó con el Athletic la mayor crisis deportiva del club, con dos temporadas en la que el equipo aseguró su permanencia en Primera en las últimas jornadas. Jugó poco, tapado por Ismael Urzaiz, e incluso sufrió algún menosprecio por parte de Javier Clemente. “Fuera de casa todavía se arrugaba, se asustaba y no tenía un buen rendimiento”, comentaba el técnico de Barakaldo. “Era un chaval de 20 años, así que tuvimos que fichar a Aduriz para no descender. Conmigo le tocó no ser titular, pero creo que lo que más le molestaba era que le llamara Fernandito”.
Con la llegada al Athletic de Joaquín Caparrós, la situación del equipo se estabilizó, y Llorente comenzó a crecer como futbolista. Pasó de marcar siete goles en la Liga, a hacer once la primera temporada del sevillano, 14 la segunda, 18 la tercera y 17 la cuarta. Para entonces, el club ya había vendido a Aduriz al Mallorca, Fernando era titular indiscutible y había llegado a la internacionalidad con España. Fue campeón del Mundo en Suráfrica 2010 y de Europa en 2012. Para entonces ya era uno de los delanteros más cotizados de la Liga.
Con la llegada de Bielsa, su figura siguió brillando. Fue uno de los estandartes del Athletic que maravilló en Old Trafford, el Veltins Arena y en todo su periplo europeo, que acabó en la final de Bucarest ante el Atlético de Madrid. En la semifinal frente al Sporting de Portugal, Llorente anotó el gol de la clasificación en San Mamés en el minuto 90. La final de Copa frente al Barcelona, fue otra de las dos oportunidades perdidas de conseguir un título con los rojiblancos.
Pero a partir de ahí, las cosas se le torcieron en Bilbao. En verano salió del club otra de las figuras rojiblancas, Javi Martínez, y Llorente dio largas con su renovación, hasta que anunció al club que se marcharía al final de la temporada.
La segunda campaña de Bielsa no fue como la primera; el Athletic rescató a Aduriz del Valencia y el donostiarra comenzó a tener más protagonismo que Llorente. Jugó 26 partidos y solo anotó cuatro goles. Meses antes de que finalizara la temporada, la Juventus anunció que ficharía al delantero nacido en Navarra pero criado en Rincón de Soto (La Rioja). La primera campaña en la Vecchia Signora fue espléndida. El delantero internacional marcó 16 goles en 34 partidos, pero su protagonismo fue decreciendo en la siguiente temporada (31 partidos y 7 goles), así que a finales de 2015 firmó por el Sevilla, pero para el riojano comenzaba un periplo por varios clubes en los que no tuvo demasiada continuidad.
Aunque en el Swansea marcó 15 goles en 33 partidos, y esos números le sirvieron para recalar, traspasado por 17 millones de euros, en el Tottenham, en Londres, al lado de Harry Kane, no consiguió brillar. Pese a todo, un gol suyo en el descuento, metió al equipo londinense en la final de la Champions. Después jugó en el Nápoles, fue cedido al Udinese, regresó al equipo del sur de Italia, y finalmente cerró su trayectoria como futbolista en el Eibar, en Segunda División, con el que jugó 20 partidos y sumó dos tantos.
Después, aunque siguió entrenándose por su cuenta, no encontró un equipo a su medida. En una entrevista con el programa El Larguero, de la Cadena SER, el pasado septiembre, daba a entrever que su despedida estaba cercana. En aquel diálogo con Manu Carreño confesó que, “las cosas no salieron como me hubiesen gustado con el Athletic. Tuve que despedirme del club en el que crecí desde los 12 años hasta los 28. Lo siento como mi casa”, y apuntaba que, “me da mucha pena no haber vuelto y acabar bien, aunque estoy feliz de la carrera que he tenido”. El último intento de vuelta a Bilbao fue abortado por la directiva de Aitor Elizegi, ante la contestación de la masa social del club. Rafa Alkorta, el director deportivo, había sugerido su contratación.
En su nota de despedida definitiva, Fernando Llorente, campeón del Mundo, de Europa, ganador de dos Ligas, una Copa y dos Supercopas con la Juventus, una Copa con el Nápoles y una Liga Europa con el Sevilla, muestra su agradecimiento, “a todos por las oportunidades brindadas y a los aficionados que siempre me apoyáis por el cariño recibido durante todos estos años. Me considero un afortunado por haber podido disfrutar de todos los momentos que el fútbol me ha hecho vivir y por todas las grandes personas, amigos que durante el camino he podido conocer”.
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