Como ha sucedido en las otras tres visitas del presidente cubano a México, Andrés Manuel López Obrador aprovechó el encuentro con Miguel Díaz-Canel para lanzar una contundente crítica al embargo de EE UU a La Habana. “El gobierno de Estados Unidos debe, lo más pronto posible, levantar el bloqueo injusto e inhumano al pueblo de Cuba”, dijo este sábado desde el altar de unas ruinas arqueológicas en Campeche. El presidente cubano llegó por la mañana al Estado del Golfo de México, donde fue condecorado con la orden mexicana del Águila Azteca, la más alta distinción a un Jefe de Estado extranjero. El quinto encuentro en cuatro años entre ambos mandatarios fue una nueva muestra de una estrecha relación bilateral que va más allá de lo simbólico.
Durante su intervención, López Obrador hizo además una encendida defensa de la soberanía cubana. “El pueblo de Cuba, representado aquí por su presidente merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia, por su ejemplo de resistencia. Debiera ser declarada patrimonio de la humanidad”, dijo a la vez que crítico discursos dualistas más propios de épocas pasadas, como la Guerra Fría, abriendo una especie de tercera vía diplomática. “Hay que hacer a un lado la disyuntiva que se impuso de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma valerosa o defensiva. Es tiempo de expresar y de explorar otra opción: la de dialogar con los gobernantes de todos los países y en especial con los gobernantes estadounidenses y convencerlos y persuadirlos de que una nueva relación entre los países de todo nuestro continente de toda América es posible”.
Pese a su proverbial reserva a la política internacional, el mandatario mexicano ha hecho de La Habana un símbolo de su estrategia diplomática, desempolvando una agenda latinoamericanista que tuvo un primer precedente durante la presidencia temporal de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) hace tres años. Desde su llegada al poder en 2018, el mandatario de Morena ha ido recuperando la tradicional sintonía mexicana con La Habana, enfriada durante los últimos gobiernos. El acercamiento se ha ido fraguando con acuerdos económicos y guiños políticos hasta alcanzar su punto más intenso el año pasado. En un decidido respaldo diplomático, el mandatario mexicano se negó a asistir a la Cumbre de las Américas convocada por Joe Biden en Los Ángeles al no ser invitado, entre otros, el presidente cubano.
Antes del acto central de la visita, durante una breve intervención tras la llegada de Díaz-Canel al aeropuerto, el presidente mexicano recordó, por ejemplo, la estancia de Fidel Castro y el Che Guevara en México durante los años cincuenta: “El barco Granma zarpó desde el puerto de Tuxpan con un grupo de revolucionarios como el comandante Fidel Castro y el legendario guerrillero Ernesto Che Guevara para liberar a Cuba de la dictadura de Batista”.
Además de los actos protocolarios y las citas a la historia, la cita sirvió para que se firmaran nuevos convenios de colaboración en materia de sanidad, al extenderse el envío de médicos cubanos a México, que supera ya los 500 profesionales. También se formalizaron nuevas compras de balasto, una piedra utilizada en la construcción del Tren Maya, uno de los proyectos estrella del gobierno mexicano. Ambos mandatarios visitaron de hecho las obras de la infraestructura que atraviesa el Estado de Campeche.
El de esta sábado es el cuarto viaje de Díaz-Canel a México, siendo algunos especialmente simbólicos. Por ejemplo, su invitación a la ceremonia de investidura de López Obrador en 2018. O su presencia durante el desfile militar en conmemoración de la independencia de México de hace dos años. La relación también se vio reforzada por la visita de López Obrador a La Habana. A diferencia de otros presidentes mexicanos —todos han visitado Cuba desde 1959, pero la mayoría lo han hecho al terminar su mandato, de un modo protocolar—, el mandatario de Morena llegó a mitad de legislatura y después de haber visitado tres veces Estados Unidos, escenificando que quiere dar el máximo nivel a las relaciones entre los dos países. En aquel viaje, López Obrador fue condecorado a su vez con la Orden José Martí, la más distinción cubana. Y aprovechó también, como en cada uno de sus encuentros, para condenar con firmeza el embargo de EE UU.
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