Norman Bethune fue un médico canadiense que acudió a la Guerra Civil para colaborar en la defensa de la República. Su gran aportación fueron las transfusiones de sangre sobre el terreno, con las que consiguió salvar la vida de muchos heridos, jugándose muchas veces la suya propia. El doctor Guillermo García Medina es algo así como su discípulo, aprendió de Bethune la técnica de la conservación en frío de la sangre y la de la de transfusión: es el jefe de la unidad de transfusiones en la defensa del Madrid republicano.
La diferencia entre ambos es que el primero es un personaje real y el segundo es un personaje ficticio creado por Almudena Grandes para la novela Los pacientes del doctor García, que esta semana se ha estrenado como serie en La 1, y que se podrá ver en el futuro en Netflix. Ya la propia escritora advertía de que se trataba de una ficción tejida con algunos mimbres reales: revisar los guiones fue una de sus últimas actividades antes de fallecer prematuramente en 2021.
La serie se enmarca en un género que se ha tratado con tanta frecuencia en la cultura española que hasta se hizo mofa: la Guerra Civil y la posguerra (véase el título de ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil!, de Isaac Rosa), pero cuya frecuencia había amainado últimamente. Los pacientes…, serie coral protagonizada por Javier Rey, Verónica Echegui, Tamar Novas o Nancho Novo, trata de la Guerra Civil, y de las décadas siguientes, pero sus tramas son universales: hay historias de amor (con abundantes escenas de cama) que ahondan en la posibilidad de las relaciones entre rivales ideológicos, o entretenidas tramas de espías, en las que se implican milicianos de la CNT, comisarios comunistas y hasta el mismísimo presidente Manuel Azaña (otro personaje real, interpretado por Luis Bermejo).
Otro de sus hilos argumentales también gira en torno a un personaje real: Clara Stauffer (Eva Llorach), la segunda de a bordo de la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera, una falangista que ayudó a numerosos jerarcas nazis a escapar a Latinoamérica después de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez lo que más se disfruta de este producto sea la recuperación por parte de Grandes de todas estas pequeñas historias de la época que podrían haber quedado retenidas, para el gran público, en un meandro del tiempo. La novela, de casi 800 páginas y más de 200 personajes, difícilmente abordable, ha sido convertida en guion televisivo por José Luis Martín, según él mismo ha explicado, tratando de ser fiel al texto “pero no a la letra”.
En las series históricas de RTVE (como El Ministerio del Tiempo o Isabel) la ambientación siempre parece perfectamente trabajada y verosímil, pero, al mismo tiempo, completamente fabulada, como en un cómic de línea clara franco-belga. Es real, pero ficticio; creíble, pero no tanto. Aquí sucede lo mismo: se recrea con mimo aquel Madrid asediado por las tropas franquistas y las potencias nazifascistas, se pronuncia el horror de la guerra, hay sangre, explosiones, miedos e intrigas… pero no se llega a respirar aquella desesperación.
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