Nueve años ha tardado en llegar la justicia para Carmen Sánchez, símbolo de la violencia ácida contra las mujeres en México. La jueza María de Jesús Cabrera del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México ha condenado a Efrén García a 46 años y 8 meses de cárcel, la pena máxima que pedía la fiscalía, por cometer un feminicidio en grado de tentativa. Se trata de la primera sentencia de este tipo en América Latina que sanciona de manera ejemplar un ataque con ácido a una mujer, lo que sienta un precedente muy importante en el país y la región.
Sánchez fue atacada con ácido por el que era su expareja y padre de sus hijas. Poco importaron las tres denuncias que la mujer había puesto contra su agresor por violencia familiar, sustracción de menores y violación. El 20 de febrero de 2014, García llegó a casa de la madre de Sánchez donde esta se resguardaba junto a sus hijas y le arrojó un cubo con ácido en el cuerpo. Ocho meses estuvo internada en un hospital recuperándose de las heridas. Las secuelas que aquel ataque dejó en su cuerpo y en vida jamás pudieron borrarse. Hasta la fecha Carmen Sánchez se ha sometido a 64 cirugías.
Ahí empezó una ardua batalla política y judicial para que su agresor fuera detenido y para que los ataques con ácido contra las mujeres en México no sean considerados solo un delito de lesiones ―como sucede en la mayoría del país― si no como intentos de feminicidio. El 6 de mayo de 2021, siete años después de su ataque, Efrén García fue detenido y vinculado por el delito de feminicidio en grado de tentativa.
El 94% de los casos de ataques de ácido contra mujeres en México nunca se resuelven. El Estado de México, donde fue atacada Sánchez, es una de las tres entidades del país con mayor incidencia en este tipo de delitos.
Sánchez también ha sido pionera en crear en México y América Latina la primera fundación para mujeres víctimas atacadas con ácido. A través de la organización Carmen Sánchez, ubicada en Ciudad de México, se brinda ayuda a otras víctimas que han logrado sobrevivir a estos ataques. También se ofrece acompañamiento médico, legal y psicológico para otras mujeres que como ella han sobrevivido a un ataque de estas características.
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