Las armaduras de Di Stefano | Madrid

Marcelo Ordás tenía 19 años cuando visitó el Museo Británico. Venía de recorrer Italia, donde había seguido a la selección argentina a lo largo del Mundial de 1990, y estaba poseído por la fiebre del fútbol. Después de contemplar los frisos del Partenón, el palacio de Asurbanipal, la cabeza de Amenofis y la Venus de Lely, este nieto de españoles nacido en Argentina se sintió decepcionado. “Después de visitar todos los grandes museos de Londres, me pregunté por qué no había ninguno dedicado a la pasión más grande de la humanidad”, recuerda.

Al regresar a Buenos Aires se entrevistó con Julio Grondona, legendario presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, para preguntarle qué había que hacer para montar un museo del fútbol. El dirigente se encogió de hombros y le apuntó una dirección en el barrio porteño de Flores: “Usted va a ir de parte mía a visitar a un sabio”.

Fue así como Ordás se presentó ante la puerta del viejo caserón de Nora di Stéfano. La mujer lo condujo hasta un salón por un largo pasillo de tarimas de madera. Allí, en la penumbra, fumando, le esperaba su hermano Alfredo, el oráculo. Cuando le preguntó cómo hacer un museo del fútbol, la respuesta fue doble. Primero: “No tengo ni puta idea, chaval”. Después, la revelación: “Pasan los jugadores, pasan los dirigentes, y lo que permanece son las armaduras y sus colores”.

Tres décadas más tarde, la visión de Di Stéfano se ha materializado en Madrid con el aval de la Liga, la federación, la UEFA y la FIFA. A partir del 25 de mayo, el palacete con entrada en el número 1 de la calle de Espoz y Mina, en la Puerta del Sol, acogerá la mayor colección que existe de uniformes empleados por futbolistas míticos en partidos decisivos de todos los torneos internacionales de clubes y selecciones disputados en el planeta desde 1923 bajo el nombre de Legends. Cada uno de los finalistas están representados por al menos una prenda. Todas usadas, todas transpiradas, algunas encogidas, raídas o agujereadas, las “reliquias”, como las llama Ordás, están homologadas por la FIFA y se cuentan por miles.

Colección de camisetas de fútbol de todos los tiempos, en el museo 'Legends', en el número 1 de la calle Espoz y Mina, en Madrid, el 23 de febrero de 2023.
Colección de camisetas de fútbol de todos los tiempos, en el museo ‘Legends’, en el número 1 de la calle Espoz y Mina, en Madrid, el 23 de febrero de 2023.Jaime Villanueva

“Hemos reunido a los girasoles de Van Gogh con la Mona Lisa, el Guernica y las Meninas”, se ufana Ordás. El desfile de mantos sagrados certificados es tan laberíntico, esotérico e interminable, como las fantasías que produce el juego más popular. Ahí está el polo que inflamó a Juan Señor en el 12-1 a Malta; el que portaba Iniesta en la final de Johanesburgo; el que vistió Maradona en 1986 contra Bélgica; el que se puso Cruyff en su desventura de 1974; o el azul intenso de Diadora que secó las lágrimas de Roberto Baggio en Pasadena.

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En un rincón consagrado a la arqueología se expondrá la remera de algodón puro que vistió Giuseppe Meazza en todos los partidos del Mundial de 1934; sin hacer sombra a la que embutió a Pelé con Brasil en 1970. El tejido revolucionario de poliamida brillante destaca en la camiseta de mangas largas que transportó a Kempes hacia el gol decisivo en 1978. A un modelo de Umbro sin más marca visible que un discreto sello de agua, corresponde el uniforme que Bobby Charlton vistió en la semifinal del Mundial de 1966, probablemente el trozo de tela más caro de la historia del fútbol inglés.

Las piezas de Adidas y Nike que se enfundó Messi en club y selección hasta el Mundial de Qatar alternan con la camiseta que utilizó Van Basten en la final de la Champions de 1990, la prenda que Bochini le cambió a Ian Rush tras la final de la Copa Intercontinental de 1984, o la que arrastró Helmuth Duckadam bajo la portería del Sánchez Pizjuán el día que el Steaua le ganó la final de la Copa de Europa al Barça en los penaltis. Todos los clubes están presentes y el Madrid el que más, con algunos tesoros que no se encuentran ni en el museo del Bernabéu, como una camiseta que usó José Berraondo en 1905, el uniforme madridista más antiguo que se conserva.

Todos estos recuerdos materiales se expondrán en el edificio de siete plantas que acoge el museo Legends. El espacio incluirá experiencias audiovisuales inmersivas, un cine con efectos en 4D donde se proyectará la historia de la Copa del Mundo, juegos, y un restaurante en la terraza. Pero el eje de la exhibición son las armaduras y sus colores. “El emir de Qatar, Tamim bin Hamad, me ofreció 84 millones de dólares”, cuenta Ordás. “Pero yo creo que valen más”.

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