El interés de Alberto Tavira por Luis Miguel surgió tras un evento anecdótico del músico. En 1989, actuó en la antigua residencia presidencial de Los Pinos en el 15 cumpleaños de Cecilia Salinas, la hija del presidente Carlos Salinas de Gortari. A Tavira le llamó la atención que este episodio no apareciera en la serie de Luis Miguel en Netflix —revisada por el propio artista—, y emprendió la investigación para tratar de desmigar el contexto. El pasado 18 de abril lanzó el primer episodio de Luis Miguel, ¿culpable o no? (Podimo), el audioreportaje en el que indaga de lleno en las relaciones y los acercamientos de El Sol a la política. Tavira ha estado envuelto durante un año de documentación, solicitudes de transparencia y entrevistas con biógrafos y personalidades destacadas. Con su investigación, concluye que El Sol “siempre gana” en sus relaciones con el poder.
Tavira se reúne con EL PAÍS en una cafetería del centro de Ciudad de México, donde cuenta los detalles del pódcast. Faltan apenas unas horas para que se publique el episodio 5, La imagen de Guerrero: ¿un guiño a la izquierda? (ya disponible). El periodista se muestra emocionado, y no puede evitar lanzar expectativas: “[Los capítulos 5 y 6] son una bomba”. En ellos, cuenta el gasto millonario que el Gobierno del Estado de Guerrero, gobernado por el PRD (con apoyo del Federal) utilizó en 2013 para crear Soy Guerrero, un comercial de un minuto en el que Luis Miguel fue protagonista y que estuvo en antena prácticamente dos meses. El Estado mostraba al azote del narco y, en septiembre de ese año, la ciudad en la que se grabó el comercial, Acapulco, quedó devastada por el efecto de la tormenta tropical Manuel. “Como dice Pedro Torres [un productor de la campaña y persona de confianza del cantante]: ‘Más allá de las fobias o las furias partidistas, esto era un negocio, y Luis Miguel es un hombre de negocios”, afirma. El periodista dialogó en el pódcast con Torres y con el entonces director de mercadotecnia de Guerrero, Rael Ávila, que, destaca, coincidieron en sus declaraciones.
“En mi conclusión, fue una campaña onerosa, que tuvo tráfico de influencias, que tuvo amiguismo y en la que Luis Miguel cruzó todas las reglas contratistas que tiene que un Gobierno: él decidió cuando se iba a hacer el comercial, dónde se iba a hacer, cuánto iba a cobrar y qué iba a decir el copy [guión] de la campaña publicitaria. Eso es un escándalo”, concluye Tavira indignado.
El audioreportaje incurre en otros de los puntos en los que Luis Miguel utilizó sus acercamientos a la política para sacar provecho. “Aprendió cómo seducir al poder de su papá [Luisito Rey], y aprendió muy bien el camino. A partir de ahí, fue utilizando al poder político de México. Ahora, fue un factor recíproco. Los políticos también utilizaban a Luis Miguel como amigo, como aliado, como imagen, como representante de alguna campaña publicitaria”, explica Tavira.
Un repaso a por los distintos gobiernos
Los acercamientos a la residencia de Los Pinos durante los Gobiernos de los presidentes priistas de Miguel de la Madrid (1982-1988) y Carlos Salinas de Gortari (1998-1994), y su ausencia durante los sexenios de los panistas Vicente Fox (2000-2006) y Felipe Calderón (2006-2012), llevan a Tavira a tantear con una cuestión: “¿Luis Miguel es priista?”. En los primeros episodios, el periodista refleja las relaciones que el cantante tuvo con los familiares de algunos mandatarios, como la amistad de su tío Mario Vicente Gallego con el jefe de Departamento de Policía Arturo El negro Durazo (que propició el debut de Luis Miguel en la boda de la hija del presidente José López Portillo con 11 años, en 1981), o su amistad con Jorge Van Rankin (expareja de Cecilia Salinas, hija de Salinas de Gortari), que propiciaría el acercamiento al presidente.
Tavira rememora episodios como en el que Luis Miguel aprovechó la cercanía con los De la Madrid para movilizar al aparato del poder Ejecutivo en búsqueda de su madre, Marcela Basteri; o el acercamiento a la familia de los Salinas de Gortari, de donde pudo sacar beneficios como la posible exención de impuestos o la obtención de su nacionalidad mexicana —el cantante nació en Puerto Rico—. “Eso me invita a plantear la hipótesis de que Luis Miguel tuvo un acercamiento mucho más amistoso que ciudadano con el fin de tener algunos favores por parte del presidente de la República. Nunca habíamos visto que Luis Miguel llegara a una toma de posesión”, reflexiona.
Tavira hace referencia al 1 de diciembre de 1998, cuando El Sol se presentó en la toma de posesión de Salinas de Gortari a la presidencia y mostró su apoyo: “Es un día muy importante para todos los mexicanos. Se inicia una nueva etapa en nuestro país”. Por entonces, Luis Miguel aún no contaba con la nacionalidad mexicana. “No solamente llega allí y se presenta, sino que se manifiesta verbalmente frente a las cámaras a favor de un nuevo régimen, siendo él todavía extranjero”, comenta el periodista. Ese manifiesto de Luis Miguel, cuenta el periodista, rozaría con el artículo 33 de la Constitución de México, que destaca que los extranjeros no pueden “de ninguna manera” inmiscuirse en los asuntos políticos del país.
El periodista aborda la parte política del músico con una consideración. “Lo que más vende de Luis Miguel, y es una tristeza decirlo, es de cintura para abajo”, concluye Tavira, en relación con su vida amorosa. Al final de cada capítulo, repite una pregunta: “¿Culpable o no?”, rememorando uno de los temas homónimos del músico. La duda deja en el público la respuesta. “[El pódcast] muestra los momentos en los que él se ha beneficiado de la política, de ahí el título. Me gusta que la gente interactúe y llegue a sus propias conclusiones”, expone.
Tavira deja a los oyentes la conclusión de la moralidad de aprovechar este tipo de contactos: movilizar al aparato Ejecutivo del país para buscar a su una madre; o conseguir la nacionalidad sin seguir los procedimientos habituales, entre otros. “[Luis Miguel, ¿culpable o no?] tiene la premisa de descubrir el eclipse de El Sol, ese momento en el que fue tapado por el poder político del país. Antes de ser una estrella, es un día ciudadano, una persona, un hombre convencional, y ha quedado seducido por este monstruo, este demonio que es el poder político. Ha tenido que bajar a sus infiernos para disfrutar de alguna manera de lo que se vive en el infierno”, concluye el periodista.
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