Tampoco el último debate entre los candidatos a presidente de Brasil antes de que abran los colegios electorales a primera hora del domingo ha sentenciado este viernes la batalla. El cara a cara en el canal Globo ha defraudado a los que esperaban que inclinara la balanza en una carrera que está, según las encuestas, muy igualada. Los brasileños eligen este domingo presidente entre Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro. El ultraderechista, el actual presidente, que quedó cinco puntos por detrás del izquierdista en la primera vuelta el pasado día 2, ha arrancado a la ofensiva. Pero Lula se ha mostrado más sólido durante un cara a cara que ha durado dos horas con 40 minutos.
De entrada, nada más empezar el cara a cara el mandatario de extrema derecha y candidato a la reelección ha afirmado dirigiéndose a su rival: “Usted sabe que el sistema está contra mí” y a partir de ahí se ha lanzado a la yugular de Lula. Este ha intentado zafarse y hablar de las conquistas de sus Gobiernos (2003-2010) y de sus planes futuros si logra vencer los comicios este domingo.
Lula ha aguantado con calma la agresiva ofensiva de ataques de Bolsonaro, en un intento de colocar la corrupción en el corazón del cara cara porque sabe bien que es un unto débil del izquierdista. Una y otra vez, el fundador del PT ha intentado llevar al mandatario al terreno de la gestión gubernamental y que respondiera preguntas sobre el hambre —esto es, los 33 millones de brasileños que no saben si van a cenar o desayunar—, sobre qué pretende hacer para que Brasil vuelva a ser respetado en el escenario internacional, sobre por qué redujo el dinero para combate de la violencia contra las mujeres. Bolsonaro respondía con evasivas, desviando la atención hacia logros más generales de su Gobierno en esos u otros ámbitos.
Este es el segundo y último mano a mano televisado que celebran ambos. Tuvieron dos más con el resto de los candidatos presidenciales antes de que el resto cayera en primera vuelta.
El formato del debate ha permitido que se interpelaran directamente e incluso interactuaran sobre el escenario. En un momento en que Bolsonaro se ha aproximado a Lula, este le ha espetado: “No quiero estar cerca de usted”. En el anterior debate, Lula dio un respingo cuando su adversario le puso la mano en el hombro.
La inmensa mayoría de las acusaciones, ataques y argumentos han sonado repetidos respecto a lo escuchado en debates anteriores. Y el nivel ha defraudado a algunos observadores. “Nos pasamos la semana esperando este debate como si fuera la final del Mundial. Y tenemos un partido bajo la lluvia, con cancha inundada, pelea en el área pequeña de córner y bloqueos al juez”, ha tuiteado el analista Thomas Traumann.
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Mentiroso, de nuevo, ha sido la palabra de la noche. Sobre todo en boca de Bolsonaro, que se ha lanzado a su rival de manera insistente. Lula se ha esforzado por presentarse como un gestor veterano que puede presentar ante el electorado los logros de dos mandatos. El antiguo militar de extrema derecha ha intentado venderse como alguien honesto, sin escándalos de corrupción, que al frente del Ejecutivo ha hecho lo que ha podido en una coyuntura desfavorable marcada por la pandemia. Más de una hora llevaban de debate cuando Lula ha sacado el coronavirus y ha reprochado a su rival su nefasta gestión y falta de empatía.
Llamativas han sido las frecuentes referencias religiosas del fundador del Partido de los Trabajadores, que ha dado “gracias a Dios” en varias ocasiones por estar en la carrera presidencial. Y ue esta semana presentó una carta a los evangélicos en la que rebatía uno por una las principales falsedades que el bolsonarismo difunde sobre él. El izquierdista sabe que, cuando el debate se interna en cuestiones de valores, está en desventaja. Por eso intenta esquivar esos asuntos. Cuando Bolsonaro le ha sacado la cuestión del aborto esta noche ha reiterado que lo rechaza: “Yo estoy contra el aborto y mi mujer también”, ha dicho cuando el actual presidente le ha acusado de ser “un abortista que está a favor de las drogas, y más grave, a favor de la ideología de género”.
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