La editorial independiente en México: tozudez por la pasión al libro | Cultura

La magia hizo que Wendolín Perla creara su propia editorial. O más o menos. Estaba fascinada por las novelas fantásticas y soñaba con dedicarse a traducir sus títulos favoritos al español. Así es que un buen día decidió renunciar al grupo editorial con el que había trabajado por años y se lanzó a pelear contra los dragones que dificultan en México el trabajo de los editores de libros: los bajos índices de lectura, los altos costos de producción, la dificultad de distribuir las obras y un mercado dominado por grandes casas editoriales. Salió triunfante, o al menos ha logrado cumplir su sueño mágico: Wendolín fundó Perla Ediciones, una editorial independiente que, debido a su tozudez, ha logrado un espacio entre los lectores que aman la mitología, las leyendas, los cuentos de hadas y la literatura fantástica.

Así cuenta ella los inicios de su aventura: “Cuando renuncié al grupo editorial decidí darme a la tarea de traducir un libro que yo amo muchísimo, porque también soy traductora de oficio. Era La hija del rey del país de los elfos, de Lord Dunsany, y lo que pensé que iba a ocurrir era que de forma postrera yo iba a ofrecerle ese libro a una editorial que estuviera en posición de comprar los derechos y publicarlo. Lo traduje por amor al arte, por placer, porque me llamaba mucho la atención que ese libro no estuviera traducido al español”.

Las cosas no se dieron como ella esperaba. Por esos días le llegó la propuesta de un colega de la editorial Penguin Random House que le pidió que tradujera Rey Mono, en la versión de Arthur Waley. Con dos traducciones en la mano, Wendolín cambió de idea. “Cuando concluí la traducción de ambos, me volví loca y dije que de ninguna manera iba a permitir que alguien tocara estos libros, que son una joya”. Decidió que, si la traducción era suya, también tenía el derecho de convertirse en la persona que los publicara. Lo siguiente fue lanzarse a la búsqueda de apoyo económico, logró entusiasmar a gente que conocía y en febrero de 2020 nació Perla ediciones. Sí, en plena pandemia. “Contra todo pronóstico”, explica, “nos fue bien”. “Al estar todos recluidos en casa, la gente estaba buscando nuevas formas de aprender, de entretenerse, de consumir cultura y de consumir contenido. A través de las redes sociales veías que una persona nos etiquetaba y que otras se enteraban y que a la gente les seducía la idea de una editorial mexicana que publica literatura fantástica y eso nos benefició”.

Los lectores comenzaron a llegar también atraídos por la magia y los libros comenzaron a volar, adquiridos a través de Internet. Se trata de ediciones muy bien cuidadas, con hermosas ilustraciones, traducciones en las que Wendolín Perla pone toda la pasión al elegirlas y, como ella misma acota, con “los mejores prólogos, los mejores epílogos”. Admite que no son libros baratos, porque producirlos no es barato: los libros se editan en un papel ecológico que no se amarillenta con el paso del tiempo, usan acabados especiales en su portada, con texturas que ella define como “aterciopeladas”, y todos los tomos están cosidos, es decir, que es difícil que se deshojen. “Es carísimo producir libros. Parece una industria kamikaze, por supuesto”, afirma la editora. A pesar de las dificultades económicas, Perla Ediciones cuenta ya con un catálogo propio y está por publicar cuatro nuevos títulos, además de lanzar una línea infantil, Perlita Ediciones, y ha logrado distribuir sus libros en Chile y Argentina. “El optimismo es inextinguible”, dice Wendolín. “¡Cuenta con eso, porque es muy bonito! Este es el hijo que siempre quise tener”, agrega.

Parte del catálogo editado por Editorial Perla.
Parte del catálogo editado por Editorial Perla.Nayeli Cruz

El trabajo de las editoriales independientes en México es un nadar contracorriente. Se trata de un país con grandes desigualdades, con bajos ingresos (el salario promedio es de apenas 4.380 pesos al mes, unos 219 dólares) y también bajos niveles de lecturas. Datos del INEGI, el instituto de estadísticas, muestran que el 71% de la población mexicana mayor de 18 años que sabe leer afirma leer algún tipo de material impreso o de internet, pero solo el 44% lee libros, una cifra muy inferior al 68% de lectores de libros en España. El nivel de libros leídos también es bajo, tres tomos al año en promedio. Y son las mujeres (65,9%) quienes leen más que los hombres (54%). La mayoría de los lectores (39,5%) lee ficción, un 30% libros relacionados con su profesión o estudios y otro 30% libros de autoayuda.

“El mundo del editor está en crisis todo el tiempo, porque en México no pasa como en Argentina o España, donde existe una base lectora muy grande y donde el tiempo de lectura no es negociable. En México, el sector que lee, comparado con la población en general [126 millones de habitantes] no es tan grande. Pero a pesar de eso, hay muchos proyectos editoriales y sigue habiendo interés de mucha gente joven por sacar adelante nuevas propuestas”, explica Izara García Rodríguez, coordinadora internacional del Hay Festival, uno de los principales eventos anuales relacionados con la literatura.

Para poder mantenerse a flote, explica García, las editoriales independientes buscan alternativas de financiamiento, que incluyen fondos de Gobiernos extranjeros interesados en difundir las obras de sus autores en otros mercados, el apoyo de embajadas o de instituciones culturales internacionales, además de rascar en el cada vez más exiguo presupuesto gubernamental que México entrega a la cultura. “Las editoriales conocen muy bien esos circuitos y van aprendiendo cómo utilizarlos”, dice García. Otro ámbito importante para promover sus catálogos son los festivales literarios, en los que los editores pueden vender de forma directa, además de ampliar sus fuentes de financiamiento. “Nosotros, por ejemplo, apoyamos a los editores trayendo hasta el festival a algunos autores que ellos publican”, dice García sobre el Hay Festival. “En los festivales se reúnen los creadores, el público, las librerías, las instituciones culturales y eso es muy importante”, comenta.

Para Almadía, una de las editoriales independientes más exitosas de México, las ferias de libros son la principal fuente de ingresos. “Cuando por la pandemia se cancelaron las ferias, se nos fue una oportunidad muy importante de tener ingresos, estas opciones para apoyarnos financieramente, porque trabajamos al día y este es dinero inmediato, sin intermediarios. En las ferias recuperamos la inversión”, explica Ariana González Santos, gerente general de la editorial. “Nos replanteamos el trabajo cada día, buscamos opciones cada día, cierra el mes y pensamos qué haremos el siguiente, de dónde sacaremos financiamiento”, afirma González.

Y eso que se trata de una de las editoriales independiente que ha logrado hacerse un hueco muy importante en el mercado, con un catálogo que reúne 350 títulos. Almadía fue fundada hace 18 años y entre los autores que publica están Juan Villoro y Margo Glantz. “Uno de los grandes secretos de nuestro éxito fue el ingreso al catálogo de Villoro. Fue increíble, porque se le hizo que éramos unos locos fundando una editorial, locos que apostaban por el libro, y decidió apoyarnos. Villoro nos ha promovido toda la vida, no se cansa de hablar de nosotros en foros y donde vaya”, dice González. Almadía ha crecido tanto que ya cuenta con una oficina en España, que reporta buenos ingresos, y han comenzado a distribuir sus libros en Argentina, Chile y Colombia.

Juan Manuel Servín, perioditas y editor de Producciones Salario del miedo, en su casa, en Ciudad de México.
Juan Manuel Servín, perioditas y editor de Producciones Salario del miedo, en su casa, en Ciudad de México.Nayeli Cruz

La mayoría de las editoriales independientes cuentan con poco personal, no tienen oficinas y las ideas nacen en el salón de la casa de sus fundadores o entre noches de copas. A pesar de todos los problemas a los que se enfrentan, ofrecen a los lectores nuevas voces de la literatura mundial, en ediciones muy cuidadas y precios que, aunque no son tan bajos, intentan estar al alcance de la billetera de quienes compran libros. Es el caso de El salario del miedo, una editorial centrada en la publicación de libros de periodismo de gran calidad, con historias irreverentes y políticamente incorrectas. A la cabeza de esta editorial está Juan Manuel Servín, quien ha logrado formar un equipo de talentosos editores y diseñadores que ofrecen una original alternativa de lectura. Pero, a pesar de su catálogo de 40 títulos, Servín tiene claro que las cuentas no cuadran a la hora de producir libros. Un tiraje de 1.000 ejemplares le cuesta a esta editorial 50.000 pesos (unos 2.500 dólares) y no cuenta con más apoyo que el ingenio de quienes están detrás del proyecto. Servín organiza fiestas, eventos culturales y hasta cuenta con una marca de cerveza, proyectos que ayudan a mantener a flote la editorial. “Quien te diga que a las editoriales independientes les va bien, te miente, a menos que sean millonarios. Aquí todos estamos en la chilla [sin dinero], pero como el mexicano es muy presumido y muy pagado de sí mismo, todo mundo te muestra éxitos increíbles”, lamenta Servín.

A pesar de esas dificultades, las editoriales independientes también apuestan por abrir a los lectores otros mundos literarios más allá de los nombres que firman best sellers. Es el caso de Elefanta, que, bajo la batuta de Emiliano Becerril, ofrece un catálogo que promueve a escritores del Caribe, como Maryse Condé, novelista, dramaturga y ensayista de Guadalupe, cuya obra retrata la diáspora negra y analiza el colonialismo en las islas caribeñas. Becerril también ha traducido a quien es considerada la autora más importante de Portugal, Lídia Jorge, que según la crítica debería recibir el Nobel de Literatura. Elefanta editó Los memorables, una de las grandes novelas de Jorge, que narra el viaje de una periodista portuguesa en la búsqueda de las personas que participaron en la Revolución de los claveles. La novela fue editada con el apoyo de la Dirección del Libro del Gobierno portugués y el Instituto Camoes, lo que muestra la búsqueda de los editores independientes de recursos para seguir editando libros en un mercado complicado.

Emiliano Becerril Silva, editor de la editorial Elefanta, fundada en 2011.
Emiliano Becerril Silva, editor de la editorial Elefanta, fundada en 2011.Mónica González Islas

Aunque buscar los fondos para publicar obras de gran calidad no es el único dolor de cabeza de estos editores. Se enfrentan, también, al problema de la distribución y más en un país donde las librerías se concentran en las ciudades, principalmente en Ciudad de México. “La distribución es lo que más sufrimos en América Latina”, dice Becerril. “Somos sociedades muy heterogéneas y con territorios enormes y malas conexiones. Para mí, mandar un libro a Sonora [al norte de México] es muy caro. Y por otro lado están las librerías, que tienen su propia lógica administrativa y a veces es muy tardado el retorno del dinero por libros vendidos. Es muy desgastante”, explica. Con todo, Becerril, como sus colegas de otras pequeñas editoriales, sigue batallando contra los obstáculos y su empeño ha hecho que Elefanta cuente ya con un catálogo de casi 60 títulos y tener un nombre respetado en el mundo editorial. “Este es un trabajo muy esquizofrénico”, dice. “Pero también es muy grato hacerlo”, afirma. Estos editores esperan que todo ese esfuerzo se traduzca en libros más vendidos, pero la dura realidad mexicana es un dragón difícil de vencer. Tal vez tengan que echar un hechizo, como en las novelas fantásticas, para que más lectores naveguen entre las páginas que tanto les cuesta editar.

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