Tras meses de suspense alimentado por él mismo, Donald Trump lanzó oficialmente este martes por la noche su carrera hacia la Casa Blanca. “Este era un gran país hace dos años, y dentro de dos años volverá a serlo”, dijo, rodeado por una docena de banderas estadounidenses. Habló durante unos 20 minutos a una audiencia entregada, que, reunida en su mansión de Mar-a-Lago, jaleaba cada una de sus frases, llenas de mentiras, exageraciones y medias verdades. “2024″, añadió con su inequívoca cadencia. “¿Estáis listos? Yo lo estoy”… “Para conseguir que América vuelva a ser gloriosa, anuncio esta noche mi candidatura a la presidencia de Estados Unidos”, sentenció.
Pocos minutos antes de comparecer para lanzar un mensaje cuyo contenido no podía ser una sorpresa para nadie, trascendió que había cumplimentado el papeleo necesario para lanzar su nuevo órdago presidencial. Con ese trámite burocrático, quedaba confirmada su tercera candidatura a la Casa Blanca, que ocupó entre 2017 y 2021. Lo hizo solo una semana después de la celebración de las elecciones legislativas del 8 de noviembre, que se han saldado con una decepción histórica para los republicanos, en gran parte, por el decepcionante rendimiento en las urnas de los candidatos que apoyó Trump y por el estilo instaurado por él en un partido que tiene secuestrado desde hace seis años.
La puesta en escena no fue esta vez tan sorprendente como la primera, cuando en 2015 eligió bajar por unas escaleras mecánicas en Nueva York, en una imagen para la historia. Este martes lo ha hecho desde el salón de baile de su mansión en Florida, la misma en la que entraron en agosto los agentes del FBI en busca de los documentos oficiales de alto secreto que Trump se llevó de la Casa Blanca, tras ser desalojado en las urnas por el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
El magnate se empeñó en mantener su anuncio pese a los consejos en contra de muchos de sus colaboradores. Al expresidente se le vio más desafiante que de costumbre, con gesto irritado, como impaciente por poner fin a una de las peores semanas políticas que se le recuerdan, una semana cuya banda sonora bien podría haber corrido a cargo de Bobby Womack, que cantó que “nadie te quiere cuando estás de capa caída”. El expresidente lo está, sin duda, y decenas de republicanos de Washington que antes buscaban su aprobación, ahora le dan la espalda. No es la primera vez que eso sucede, ni seguramente será la última.
Ya pareció acabado cuando, un mes antes de su victoria electoral de 2016, se dio a conocer un video con comentarios machistas (“cuando eres una estrella, [las mujeres] te dejan hacerles cualquier cosa”), decía en él. O tras el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. O al hilo de los muchos líos judiciales, tan numerosos y en tantos lugares distintos, que a veces se hace imposible seguir ese culebrón.
De las muchas veces que se ha levantado después de caerse, parece haber desarrollado un sexto sentido para la resurrección: una mezcla inimitable de tácticas de defensa y maniobras de ataque que han definido la semana horrible que llegó para el magnate tras las elecciones legislativas, de cuya decepción para su partido le culpa casi todo el mundo… menos él mismo. “La prensa os miente también sobre eso”, dijo a sus seguidores. “Pero hoy no es el momento para hablar de los medios fake news. Esta es una noche elegante y este es un sitio demasiado elegante para eso”.
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Un día antes de la jornada electoral, que ha demostrado ser más bien la semana electoral (tras el triunfo de los demócratas en el Senado, aún está pendiente adjudicar el control de la Cámara de Representantes, que será, a todas luces, republicana), Trump se puso una trampa a sí mismo de la que no le quedó más remedio que zafarse este martes por la noche en su mansión de Mar-a-Lago. Como un animal herido, se ha dejado mucho en ese esfuerzo, y sus contrincantes parecen decidido.
El más fuerte parece el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que el martes se pronunció ante la prensa sobre las críticas vertidas por el expresidente en la cuenta de su red social. Les quitó importancia, y pidió que se contrastaran los espectaculares número de su reelección con el decepcionante rendimiento de los candidatos respaldados por Trump en todo el país. “Simplemente le pediría a la gente que revise el marcador del martes pasado por la noche”, dijo DeSantis.
Junto a de DeSantis, se perfilan por el horizonte más contrincantes en casa, espoleados por la debilidad del luchador noqueado. Están los gobernadores de Nueva Jersey y Virginia, Chris Christie y Glenn Youngkin, el senador Ted Cruz, un viejo enemigo que ha demostrado que sabe pasarse al bando aliado según le conviene; y, por supuesto, su vicepresidente Mike Pence, que ha suplido su carisma estos días con el don de la oportunidad. Pence ha escogido providencialmente este mismo martes para publicar sus memorias. Pence ha ofrecido adelantos en la prensa amiga (en un artículo The Wall Street Journal, titulado Mis últimos días junto a Donald Trump, en el que dice que el 6 de enero siguió su “conciencia”) y se está paseando por los principales platós. En una entrevista con la ABC dejó caer su intención de presentarse a las elecciones y dijo que estaba seguro que los republicanos encontrarán mejores candidatos que su exjefe.
[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve]
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