Gabriela Reyes Fuchs: La fotógrafa que vio el universo en las cenizas de su padre

Cuando la fotógrafa Gabriela Reyes Fuchs acercó el ojo al microscopio para ver las cenizas de su padre sintió que se le partía la cabeza y se quedaba sin aliento. Detrás de una partícula oscura magnificada, el brillo asomaba como en un eclipse y el fondo pasaba de amarillo a naranja a rojo. “Acababa de perder a uno de los pilares de mi existencia, y de pronto ver tanta luz… No entendía qué estaba pasando, no había nadie que supiera por qué estaba pasando eso”, cuenta. Antes de poner los miligramos de ceniza en el microscopio, los científicos le habían avisado de que la imagen que vería sería monocromática, en blancos, negros y grises. Pero apareció, en cambio, esa nebulosa de colores.

El padre de Reyes Fuchs (Ciudad de México, 36 años) había fallecido hacía dos semanas y ella sintió la necesidad, de forma instintiva, de ver las cenizas bajo la lente de un microscopio. Científicos cercanos –sus tíos son físicos, biólogos, genetistas…– la ayudaron a acceder a la herramienta que necesitaba para hacer la observación y en el primer intento aparecieron esas imágenes. “Lo que descubrí para mí fue un parteaguas y cambió todo mi entendimiento del universo, de la vida, la muerte”, cuenta en su casa, donde tiene impresa en papel perlado y enmarcada en el centro de una de las paredes la nebulosa que vio en aquella primera observación.

Una de las fotografías microscópicas de Reyes Fuchs.
Una de las fotografías microscópicas de Reyes Fuchs.Gabriela Reyes Fuchs

Era 2012. Primero buscó una beca para continuar su investigación y después creó una instalación de video, Dead soon, con fotos y grabaciones de las cenizas de su padre, que se expuso en México, Canadá y Estados Unidos. Un video suyo se volvió viral y diferentes personas empezaron a escribirle porque también querían imágenes de las cenizas de sus seres queridos. Entonces, patentó el proceso científico que le permite ver fluorescencia en las cenizas y creó una empresa, Innerstela, que hoy tiene cinco empleados.

Reyes Fuchs no ofrece demasiados detalles sobre el método, pero explica que “tiene que ver con el tipo de microscopio” y asegura que es “un descubrimiento único”. “Algo que yo siempre he querido aclarar es que no, no te estoy viendo el aura. Es una metodología científica para ver algo”, avisa la fotógrafa.

Para obtener una fotografía, los clientes deben entregar dos miligramos de cenizas que luego recuperan. Reyes Fuchs las pone bajo el microscopio y las observa hasta que encuentra el mejor encuadre. “Ese es mi input como artista, ahí es donde está mi ojo. Es lo único artístico que tiene”, cuenta la fotógrafa. Después puede pasarse hasta cinco horas “limpiando las fotos” de pequeñas partículas, píxeles muertos, que aparecen en la imagen. No hay más edición que esa. Al final, la imagen se imprime en un papel especial que tiene calidad museográfica y se entrega junto a un certificado de autenticidad.

Otra de las nebulosas realizada a partir de cenizas.
Otra de las nebulosas realizada a partir de cenizas.Gabriela Reyes Fuchs

Reyes Fuchs solo hace una muestra por día. Las imágenes obtenidas, explica, son todas distintas entre sí, como huellas digitales, y las vende a 1.600 dólares más IVA. La fotógrafa explica que cuando alguien no puede pagar ese precio busca “las maneras de esponsorearlos”. Su objetivo es que la empresa crezca para “poder llegar a comunidades” y ayudarles a duelar a través del arte. Sería “un sueño”, dice, poder trabajar con víctimas de guerra o familiares de personas desaparecidas. Ahora, por ejemplo, prepara una serie hecha a partir de cenizas de animales en peligro de extinción. El 100% de lo que recaude con la subasta de esas imágenes irá a diferentes organizaciones que trabajan en la protección y conservación de la fauna.

“Todos estamos hechos de lo mismo”

La fotógrafa cree que si nunca nadie había visto colores en las cenizas de personas o animales inhumados es por el “tabú” que existe alrededor de la muerte. “Dieron por hecho que las cenizas se ven negro, blanco y gris. Nadie más se puso a investigar otras formas de observarlas”, señala. La fotógrafa cuenta que pasó muchos años investigando en universidades, contando electrones, observando la morfología de las partículas con microscópicos eléctricos. “Estaba muy obsesionada con entender cuestiones sobre la data que había ahí detrás, pero me di cuenta de que me estaba alejando de la esencia”, dice.

La esencia, explica, “eran todas las emociones y toda la conexión” que sintió al poner el ojo en el microscopio la primera vez, y que ella notaba “que se estaba replicando en cada una de las personas” que le pedían una fotografía. Para la artista, todo había empezado “para tratar de entender un poquito más sobre la muerte”. “Todos llevamos un duelo diferente. Pero todos sienten algo bien bonito [al ver las imágenes], que es la sensación tan impresionante de reconexión. En estos momentos de la humanidad es lo que necesitamos”.

El recipiente donde los clientes de Innerstela envían las cenizas.
El recipiente donde los clientes de Innerstela envían las cenizas.Mónica González Islas

Reyes Fuchs cuenta que cuando le enseña los resultados a científicos, la respuesta que le dan es que su trabajo es “una prueba visual de que estamos hechos de estrellas”. La idea la expresó en 1929 el astrónomo estadounidense Harlow Shapley (“Nosotros, los seres orgánicos que nos llamamos seres humanos, estamos hechos de la misma materia que las estrellas”) y la popularizó más tarde el divulgador Carl Sagan (“Estamos hechos de polvo de estrellas” o “Estamos hechos de materia estelar”). Más allá de la poesía, la frase resume una certeza: que los componentes básicos que forman todos los seres vivos de la Tierra –el carbono, el oxígeno, el nitrógeno, el hierro, etc.– se fabrican en el interior de los astros.

“Todos estamos hechos de lo mismo, todo está hecho lo mismo”, dice la fotógrafa. Para Reyes Fuchs, ver que las cenizas de personas fallecidas parecen nebulosas fluorescentes bajo la lupa de un microscopio “se siente como una pertenencia”. “A veces nos hace falta sentir eso como humanos, que pertenecemos a este universo”, señala. “Claro que nada va a quitar el dolor de extrañar a alguien. Claro que extraño a mi papá. Pero viene con más alegría”, dice la fotógrafa, que celebra poder acompañar a otras personas en sus duelos: “Es súper bonito, a mí me hace continuar”.

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