Los líderes de Francia, España y Portugal se reunirán este viernes en paralelo a la Cumbre Euromediterránea para debatir el futuro del H2Med, antes conocido como BarMar, la pieza central del llamado “corredor de energía verde” para ayudar a Europa a superar la crisis energética. A pesar de su nombre, nuestro análisis en el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA) nos lleva a creer que el H2Med es un proyecto de gas disfrazado y con un futuro incierto.
El H2Med pretende ser una ruta de tránsito de hidrógeno en la región mediterránea promovida por Francia, España y Portugal, con la puerta abierta a la participación de Italia. El plan inicial para el H2Med incluye una tubería que conecte los centros industriales de Barcelona y Marsella.
Tras no llegar a un acuerdo sobre la propuesta del gasoducto MidCat, los países implicados idearon el H2Med para supuestamente transportar el hidrógeno verde producido en España y Portugal hasta Francia, en última instancia. Sin embargo, se ha sugerido que el H2Med comenzará a dar servicio transportando gas natural, no hidrógeno, por esta ruta. Así, al menos en su primera fase, servirá de corredor para que la energía no tan verde se envíe desde la península Ibérica a través de Francia al mercado energético de la UE en general, y a Alemania en particular.
Ante todo, el H2MED, como cualquier esfuerzo por ampliar la extensa infraestructura gasística europea, debe estar respaldado por las necesidades futuras de demanda de gas. Eso, o los Gobiernos se arriesgan a cometer un costoso error, cargando a los consumidores con un coste adicional en sus facturas energéticas durante años. Existe un riesgo tangible de que este proyecto entre en esta categoría.
Alemania ha sido una firme defensora del H2Med, pero su consumo de gas, afectado por los altos precios y la reducción del suministro de gas, disminuyó en los últimos meses debido a la destrucción de la demanda, las reducciones voluntarias y/o la sustitución del gas, un clima inusualmente suave y medidas de electrificación como la adopción de bombas de calor. Incluso si la demanda de Alemania volviera a repuntar a corto plazo, la opción más rápida y barata sería aprovechar las interconexiones existentes con Noruega y Países Bajos, actualmente infrautilizadas.
De cara a 2030, cuando se espera que el H2Med entre en funcionamiento, la demanda de gas de Europa debería haberse reducido en un 30% con respecto a los niveles actuales según el plan REPowerEU. Sus defensores sostienen que este proyecto comenzará cuanto antes su vida útil como tubería de hidrógeno verde, pero adaptar un gasoducto para el hidrógeno es costoso y complejo.
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Si se pretende que el H2Med transporte hidrógeno verde, debería construirse con ese fin. Incluso entonces, no hay garantías de que España y Portugal dispongan del exceso de capacidad energética renovable necesario para producir y exportar hidrógeno verde. Tampoco hay garantías de que Francia vaya a tener la demanda de hidrógeno verde cuando el H2Med esté listo para transportarlo.
Incluso como tubería de hidrógeno verde, el H2Med se enfrentará a problemas de demanda incierta. Un análisis de Bloomberg sugiere que la mayoría de los proyectos de exportación de hidrógeno previstos siguen esperando compradores. España cometió costosos errores en el pasado al prever en exceso la demanda de gas, y los consumidores han pagado la factura de una infraestructura innecesaria e infrautilizada. Existe un gran riesgo de que esto vuelva a ocurrir con unas previsiones de demanda de hidrógeno verde que quizás nunca lleguen a materializarse.
Por último, pero no por ello menos importante, el coste y la financiación de este proyecto no están claramente definidos. El H2Med, al contrario que el MidCat, puede optar a la financiación de la UE como Proyecto de Interés Común (PIC), siempre que cumpla la normativa pertinente. Si acaba siendo un proyecto regulado dirigido por los gestores de redes de transporte, los consumidores de energía se verán obligados una vez más a pagar la factura mientras las empresas hacen caja con los beneficios, como ha sido el caso de España en los últimos años.
El H2Med es el último de una serie de proyectos de infraestructuras energéticas anunciados para hacer a Europa más resiliente a futuras crisis energéticas y garantizar la seguridad del suministro en todo el continente. Para que el proyecto esté justificado, debe ajustarse a las necesidades realistas de Europa en el futuro.
El H2Med no debe construirse para transportar gas natural, ya que existen alternativas de infraestructuras no utilizadas más cerca de donde está la demanda principal, y porque cualquier proyecto adicional corre el riesgo de convertirse en un activo varado dado que la demanda de gas seguirá disminuyendo. No hay suficiente visibilidad de la futura demanda y economía del hidrógeno verde para apoyar el papel a largo plazo del H2Med como tubería de hidrógeno.
Destinar 3.000 millones de euros a la construcción del H2Med es un uso innecesario de fondos públicos que no aliviará la actual crisis del gas y, por el contrario, agravará aún más los costes para los consumidores de energía. Los líderes de Francia, España, Portugal y otros países implicados deben evitar que el H2Med se convierta en otro proyecto fallido convertido en activo varado y pagado por los consumidores como el MidCat.
Ana María Jaller-Makarewicz es analista del sector energético del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA).
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