Ser o no ser. Esa es la cuestión de Ricardo Monreal. Estar o no estar con Morena. Seguir o no seguir las instrucciones dictadas desde Palacio Nacional. La llegada al Senado del “plan B” de la reforma electoral de Andrés Manuel López Obrador, luego de que la Cámara de Diputados aprobó la minuta la madrugada del miércoles, ha vuelto a poner al líder de la mayoría morenista contra las cuerdas. Mientras que el presidente y una fracción de Morena en el Senado lo han apremiado a que despache cuanto antes la ratificación de la reforma en la Cámara alta, los partidos opositores de la alianza Va por México están a la expectativa de que Monreal organice una votación que la rechace, o bien que cuando menos retrase su trámite hasta el próximo periodo ordinario de sesiones del Congreso, en la primera mitad de 2023. Ambas partes esperan del político zacatecano una definición. ¿Es esta su prueba de fuego? “Todos los días estoy sometido a pruebas de fuego. Esta es una más”, ha dicho el morenista en una conferencia de prensa.
Monreal juega al ajedrez y no quiere dar un paso en falso. El tablero es su incierto futuro político. Su próximo movimiento lo inclinará hacia alguna de las dos vertientes del destino que depara el mismo juego: continuar en Morena en busca de la candidatura presidencial, con toda la antidemocracia interna y la guerra sucia que ha denunciado, o continuar negociando su postulación con el PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano. Su mejor aliado -el juego político lo demanda- es el tiempo. Él mismo no lleva prisa y mantiene en vilo a las dos partes que lo miran mover las piezas.
El líder morenista, que a su vez es el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado –el seno donde los jefes parlamentarios de todos los partidos tejen acuerdos–, ha dicho por lo pronto que no permitirá que la minuta se despache en la Cámara alta con una dispensa de trámites, es decir, sin que sea revisada en comisiones legislativas antes de que se turne al pleno para su votación, tal como hizo la Cámara de Diputados la madrugada del miércoles, en una maniobra de fast track que hizo posible el voto mayoritario de Morena y sus aliados del Partido Verde y el Partido del Trabajo.
Monreal ha señalado que las comisiones del Senado evaluarán las reformas enviadas por San Lázaro y que la próxima semana se daría la discusión en el pleno. Esto, sin embargo, podría no suceder, si las comisiones no son convocadas a sesionar o si prolongan el análisis de la minuta. El periodo ordinario de sesiones culmina el próximo jueves 15 de diciembre. “El ritmo de la deliberación lo van a fijar las comisiones, con plena autonomía y libertad. Así es que hay que esperar. Si es en unos días, en unas semanas, ellos van a fijar el ritmo que vaya generando la deliberación y, en su caso, la aprobación del dictamen, para someterlo al pleno”, ha declarado el líder de Morena en el Senado.
La ruta delineada por Monreal se aproxima más a las peticiones de la oposición que a los anhelos de su propia bancada, donde enfrenta una rebelión interna. Los coordinadores del PAN, PRI, PRD, MC y del llamado Grupo Plural –en el que hay senadores sin partido– pidieron el miércoles que la dictaminación del “plan B” se postergara hasta el próximo periodo ordinario de sesiones, que inicia en febrero de 2023. En la alianza Va por México observan atentos el siguiente paso de Monreal. “Nosotros esperamos que sea congruente con las posiciones de defensa de las instituciones democráticas. Hoy, más que colores partidistas o lealtades al presidente y a un proyecto que le ha hecho mucho daño al país, la principal lealtad de Monreal debe estar con la patria y con la defensa de la democracia. Creemos que es muy importante la definición que tome. Esperamos que vaya del lado de la ciudadanía y tome una decisión congruente. Y, por supuesto, su decisión tendrá un valor muy importante en la construcción de escenarios rumbo a 2024″, ha declarado a este diario uno de los dirigentes negociadores de Va por México.
Del otro lado, Monreal ha recibido presiones para que las reformas electorales de López Obrador se dictaminen –y se aprueben– antes del 15 de diciembre. El líder morenista reveló que hubo un intento de que fueran votadas el mismo miércoles, nada más haberlas recibido formalmente la Cámara alta desde San Lázaro. “No se aceptó el fast track. La presión de ayer [miércoles] era que ayer mismo se aprobara todo; y yo, como presidente de la Junta de Coordinación Política, no acepté que se realizara de manera precipitada, sin análisis, solo votación, sin conocer el contenido de los dictámenes”, señaló. Las gestiones provinieron del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, principal operador político de López Obrador y también aspirante presidencial de Morena. “He estado hablando con él para el tema de la reforma, que ellos tienen deseos de que salga lo más rápido posible”, ha dado a conocer Monreal.
A las presiones del titular de Gobernación se han sumado las de la fracción de Morena en el Senado, que es adversa a su coordinador y que es encabezada por Citlalli Hernández, secretaria general de Morena, y César Cravioto, que fue colaborador de Sheinbaum en el Gobierno capitalino. Fuentes legislativas de Morena confirmaron a este periódico que la fracción sí solicitó a Monreal que la votación del “plan B” se llevara a cabo el mismo miércoles. “Varios senadores pidieron que se avance lo más pronto posible, toda vez que estamos a dos sesiones de acabar el periodo”, dijo una legisladora consultada. “Las condiciones del grupo son empujar para que salga en este periodo”, señaló otro senador.
El zigzagueo de Monreal en las últimas semanas ha levantado advertencias al interior de Morena de que podría ser destituido de la coordinación del partido en el Senado, un escenario que podría por terminar enviándolo al bando de la oposición. Corre el tiempo del juego y su turno de tirar se agota.
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