Choque de estilos
Francia y Marruecos representan visiones muy diferentes de encarar los partidos. Los de Deschamps derrochan exuberancia ofensiva con Mbappé y Dembélé por bandas y Griezmann unos metros por detrás. Ningún equipo del Mundial ataca tanto y consigue tantos remates a portería por partido. El resto del equipo se centra en cerrar bien los espacios y en muchos momentos del torneo ha utilizado una línea de tres centrales y dos carrileros. Con Tchouameni como el ancla, a veces sufren en la salida de balón, pero pocas veces les han pillado desprevenidos con la defensa más colocada.
Marruecos no tiene complejos en dejar a sus rivales el control de la posesión y busca la máxima eficacia en sus ataques. El peso del juego suele caer por la banda derecha, donde Hakimi y Ziyech forma la dupla estrella del equipo. Desde ese costado llegan la mayoría de centros en dirección a En Nesyri, el hombre gol. Mientras tanto, todo el equipo está muy bien adiestrado para cerrar los espacios por dentro, mantener las líneas juntas y no caer en las trampas de los rivales que les inciten a presionar arriba. Aunque no tenga el balón, el equipo de Regragui es capaz de controlar los partidos como hizo ante España y Portugal.
Es de esperar que Francia sea la que monopolice más la pelota, pero eso no es algo que beneficie especialmente a los de Deschamps, cuyo auténtico potencial despierta con los espacios. El plan de los marroquíes consistirá en llevar el partido a su terreno, donde el rival no puede progresar a gusto a pesar de tocar y tocar el balón, y aprovechar su oportunidad para golpear.