El Banco de México empieza a aflojar las tuercas. La institución ha votado este jueves un aumento de 50 puntos básicos en la tasa de interés hasta dejarla en 10,5%. Aunque la tasa se sitúa en niveles históricos, la decisión rompe con la racha de cuatro incrementos consecutivos de 75 puntos básicos. Los vientos soplan a favor de moderar el ritmo de las subidas. La Reserva Federal de EE UU, el espejo en el que se mira la institución mexicana, ya ha bajado de marcha en su última decisión, y la inflación continúa cayendo. La Junta de Gobierno ha adelantado que volverá a subir la tasa en su próxima reunión, pero que a partir de entonces “valorará la necesidad de ajustes adicionales”.
La Junta de Gobierno ha aprobado por cuatro votos a favor el decimotercer incremento desde junio del año pasado. El subgobernador Gerardo Esquivel, por su parte, ha propuesto un aumento de 25 puntos base. Para explicar la decisión de la mayoría, la institución ha destacado en un comunicado “el entorno de incertidumbre” en la economía global, así como las presiones inflacionarias derivadas de la pandemia y del conflicto en Ucrania y la posibilidad de que estas tengan un mayor impacto en el futuro.
Aun así, el Banco de México ve señales de mejora y ha revisado a la baja los pronósticos de inflación para el cierre del año y el arranque del próximo. La institución prevé que la inflación vuelva a la meta del 3% para el tercer trimestre de 2024 y ha dejado abierta la posibilidad de un giro en la política monetaria a partir del próximo año. “La Junta de Gobierno considera que todavía será necesario incrementar la tasa de referencia en la próxima reunión. Hacia delante, valorará la necesidad de ajustes adicionales en la tasa de referencia y la magnitud de los mismos de acuerdo con las circunstancias prevalecientes”, reza el comunicado.
La decisión de este jueves tiene por fondo una caída en la inflación general, que cerró noviembre en un 7,8% anual. Se trata de la menor cifra en seis meses y es el segundo mes consecutivo con bajadas. La cebolla y el tomate verde, por ejemplo, registraron descensos de 23% y 15% entre octubre y noviembre. Sin embargo, el índice de precios se mantiene lejos del objetivo del banco central, del 3%. Por otra parte, la inflación subyacente, aquella sobre la que la política monetaria busca tener incidencia, sigue preocupando, al ubicarse en un 8,5% anual, su nivel más alto en dos décadas.
Hasta ahora, el Banco de México ha seguido el camino marcado por la Reserva Federal para mantener la diferencia entre las tasas de interés de ambos países y evitar fugas de capital. La Fed anunció el miércoles la octava subida en lo que va de año, pero decidió frenar el ritmo de las alzas. En lugar de un aumento de 75 puntos básicos, como venía haciendo en sus últimas cuatro decisiones, apostó por uno de 50 puntos para llegar a un rango de 4,25%-4,5%, después de que la inflación cayera hasta un 7,1% anual en noviembre. Aun así, el banco central estadounidense prevé que la tasa supere el 5% en 2023.
Dentro de la Junta de Gobierno del Banco de México, hay división de opiniones sobre la conveniencia de calcar las subidas de la Fed. El subgobernador Gerardo Esquivel lleva tiempo defendiendo que el banco central mexicano modere sus alzas por temor a que se frene el crecimiento económico. Su colega Jonathan Heath también abrió esa posibilidad la semana pasada. “Creemos que ya podemos quizás empezar a disminuir el ritmo, aunque seguir aumentando porque nos estamos acercando a lo que yo creo que pudiera ser una tasa terminal”, declaró en un evento.
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