Comienza el funeral del papa emérito Benedicto XVI en la plaza de San Pedro del Vaticano | Internacional

Cuando el reloj de la plaza de San Pedro tocaba las 8.50 de este jueves, en las vísperas del día de la Epifanía, el féretro de Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI, presidía ya la entrada de la basílica sobre el suelo todavía por el rocío y la primera niebla. Una ataúd de ciprés, desnudo todavía del revestimiento, y con un Evangelio abierto encima. Un ritual que permite a los miles de fieles que aguardan fuera del templo rezar el Rosario y despedir al papa difunto. Francisco, el papa reinante, esperaba para presidir una celebración histórica en el altar construido en el exterior del templo. Un acto inédito que dará pie al funeral y entierro del primer papa que renunció al cargo desde 1415, cuando lo hizo Gregorio XII. Ese será su epitafio simbólico, porque en la lápida de su tumba en la cripta de la basílica, que sirvió a Juan Pablo II antes de ser beatificado, quedará solo escrito su nombre y el breve tiempo de su pontificado: siete años, 10 meses y nueve días. Menos incluso de lo que duró su insólito y revolucionario tiempo como papa emérito.

A las seis de la mañana se empezó a permitir el acceso a la plaza de San Pedro para los fieles, que ordenadamente empezaron a tomar asiento en las sillas colocadas ante la basílica para dar el último adiós a Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de enero a los 85 años. Esta vez no se repartieron entradas, sino que solo hacía falta ponerse en la fila para entrar en el recinto. El Vaticano calcula que completado el aforo la plaza y abarrotada la avenida de la Conciliación, la vía que desemboca en San Pedro, los fieles llegarán a unos 120.000.

La misa solemne, diseñada en las últimas horas por los maestros de ceremonia del Vaticano, apenas guarda diferencias con la de un papa reinante. Solo algunos detalles, como el hecho de que el cuerpo no fuera con el palio al cuello, el ornamento que indica que el pontífice era reinante en el momento de su muerte, lo distinguen de un funeral y un entierro como el de Juan Pablo II, el último papa que falleció, en abril de 2005, y a cuyo funeral acudieron unas 300.000 personas. Dentro del féretro, un ataúd de tres cajas (ciprés, roble y zinc), se introducirán los palios utilizados y las monedas del pontificado: siete de oro, según el número de años, 10 de plata, por los meses, y nueve de bronce, indicando los días de su duración.

Delegaciones invitadas

La principal novedad es que Francisco preside una celebración a la que acuden monarcas y presidentes a título privado, ya que no se consideraba un funeral de estado. Pero sus problemas de movilidad le han obligado a estar ayudado en el altar por el decano de los cardenales, Giovanni Battista Re. En realidad no era la primera vez que un papa asiste funeral de su predecesor. En el 18 de febrero 1802, Pío VII acogió los restos mortales de Pío VI, que murió exiliado en Francia en 1799, y cuyo sucesor quiso que regresasen a Roma. Pero fue distinto: habían pasado más de dos años. Y esta vez la solemnidad de la imagen, que quedará para siempre en los archivos, marcará en adelante la manera en que podrán despedirse los pontífices cuando consideren que sus fuerzas ya no les acompañan para llevar su reinado hasta la muerte.

El funeral de Benedicto XVI no podía considerarse de estado dada su condición de emérito. Las únicas delegaciones invitadas oficialmente fueron la de Italia, por la relación que tiene el Vaticano con el país que lo acoge, y Alemania, por ser el país natal de Ratzinger. El resto acudieron a título personal. En los bancos pudo verse al rey de Bélgica, Felipe; al presidente de Portugal Marcelo Nuno Duarte; el presidente polaco, Andrzej Duda o el ministro del interior francés, Gérald Darmanin. No hubo, sin embargo, representación institucional de la Unión Europea. La reina Sofía, el ministro de la Presidencia española, Félix Bolaños, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, y la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, despedirán este jueves al papa emérito Benedicto XVI, cuyas exequias comenzarán a las 09.30 horas en la basílica de San Pedro en el Vaticano.

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La prefectura de la capital italiana señaló que se ha cerrado el espacio aéreo en toda la zona y se ha puesto a disposición helicópteros, francotiradores, cuerpos especiales, incluidos los de lucha contra el terrorismo, bomberos, y policía municipal. En total, habrá más de 1.000 agentes. “Somos un pequeño ejército”, advirtió el prefecto, Bruno Frattasi.

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