Cuando llega la hora de apagar la luz y poner la cabeza en la almohada, la mente muy a menudo empieza a trabajar a toda velocidad. El cerebro no es como un interruptor, que se enciende y se apaga completamente en un instante. Para calmar su actividad y coger el sueño, escuchar música es una de las estrategias más populares, y así huir de pensamientos estresantes. Pero no existe una melodía perfecta para esto. Lo que sí hay es mucha variedad en los gustos musicales a la hora dormir.
Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, y publicado hoy en la revista científica PLOS ONE, muestra que existe un gran grado de variedad entre las preferencias musicales para coger el sueño. Al analizar casi mil listas de reproducción de Spotify que hacían referencia a la palabra dormir (sleep, en inglés) y sus derivaciones tales como dormido, dormida, durmiendo en diferentes idiomas, incluyendo el español, y 130.150 canciones únicas, los investigadores encontraron una considerable diversidad en las características musicales que se encuentran en esas playlists. Mientras que la música estándar es más tranquila, lenta, con instrumentos acústicos y sin letras, las listas de reproducción de Spotify asociadas al sueño también incluyen canciones más rápidas, ruidosas y enérgicas.
La canción más popular, que apareció en 245 de las 985 playlists analizadas, fue Dynamite de la banda coreana k-pop BTS. Se trata de una melodía que no coincide en nada con las descripciones de música de relajación, sino que es un tema alegre, con un ritmo muy movido. Otra canción popular es Lovely, de la cantante Billie Eilish en la versión con Khalid, que aparece en 60 listas de reproducción. Por otro lado, melodías populares para dormir y nanas infantiles, como Canción de cuna de Brahms, Claro de Luna de Beethoven o Estrellita dónde estás aparecieron más de 100 veces en el conjunto de datos analizados.
Según los autores, las canciones más populares, incluso siendo movidas, podrían inducir a la relajación y el sueño en algunas personas si les resultan familiares. El motivo es que, al escucharse una y otra vez, el cerebro pasa a ser capaz de predecir lo que viene después, un efecto similar al que se produce con una música lenta y con pocas variaciones.
La coautora del estudio Kira Vibe Jespersen cuenta a EL PAÍS que todavía hay poca evidencia científica para saber hasta qué punto lo más importante, a la hora de dormir, son las características como el ritmo y el volumen, o las preferencias individuales. “Probablemente, sea algún tipo de mezcla, y el equilibrio exacto está entre estos dos factores. Este estudio contribuye a ampliar la perspectiva”, sostiene.
Si bien no se pudo determinar si las canciones mejoraron la calidad del sueño o si realmente ayudaran a los oyentes a quedarse dormidos más rápido, el estudio sí demuestra que el gusto musical que puede llevar a la relajación es extremamente individual y compuesto por un abanico de géneros. Jespersen añade que esos resultados podrían optimizar el empleo clínico de la música, puesto que demuestran la variedad de gustos. “Es muy importante tener en cuenta las preferencias individuales en los entornos clínicos y en los estudios científicos”, subraya la investigadora del Centro para la Música en el Cerebro, en Dinamarca.
Alba García Aragón, médico especialista en patologías del sueño en el Instituto del Sueño, comenta que varios estudios hasta la fecha demostraron que pacientes que reciben musicoterapia durante la noche presentan una calidad del sueño significativamente mejor que el grupo de control que no la escuchan. Por otro lado, una investigación llevada a cabo en 2020 y publicada por la Association For Psychological Science, evidenció que la música familiar y repetitiva, aunque parezca relajante, puede desencadenar “imágenes musicales involuntarias” que empeoran la calidad del sueño. “Dada la falta de evidencia científica, serían necesarias nuevas líneas de investigación que corroboren esta eficacia de la musicoterapia en el sueño, estudiando tanto a la población general por grupos de edad como personas con patologías de sueño”, asegura García Aragón.
Pese a eso, la especialista añade que a la música relajante puede beneficiar a los adultos que sufren problemas para dormir por sus efectos fisiológicos. Primero porque ralentiza el ritmo del cuerpo y, en última instancia, reduce la actividad del sistema nervioso simpático y los niveles de noradrenalina (ambos que controlan los niveles de alerta corporal, entre otras tareas). Con este cambio, aumenta la sensación de serenidad y calma. “Reduce el ritmo cardiaco y respiratorio, baja la presión sanguínea, relaja los músculos. En personas sometidas a mucho estrés en su día a día, la música puede ayudarles a dormir, cambiando el centro de atención de los pensamientos estresantes y enmascarando además ruidos externos”, explica vía correo electrónico.
Por sus beneficios fisiológicos, la música puede ser una de las primeras recomendaciones para adultos con trastornos del sueño. “En comparación con el tratamiento farmacológico, se trata de una medida más económica, accesible y que no genera adicción ni ha demostrado tener ningún efecto nocivo”, subraya la doctora.
Sin embargo, el hábito de escuchar un pódcast, por ejemplo, puede suponer un efecto contrario en algunos casos. Si bien las historias narradas en audio ayudan a desconectar de pensamientos estresantes y enfocar la atención en algo diferente, por otro lado, activa múltiples partes del cerebro, incluidas las áreas responsables del procesamiento sensorial, las emociones y la creación de memoria: “Le estaríamos dando al cerebro mensajes contradictorios: por una parte, prepararías a tu organismo para dormir al estar en la cama, con los ojos cerrados y con predisposición a ello. Pero, por otra, tu cerebro está tratando de mantenerse despierto para que puedas escuchar el pódcast, impidiéndote así conciliar y mantener tu sueño”, dice García Aragón.
La Sociedad Española del Sueño calcula que entre un 20% y un 48% de la población tiene en algún momento problemas para dormir, lo que llega a convertirse en un insomnio crónico en alrededor del 10% de los ciudadanos. García Aragón recalca que es necesario buscar ayuda profesional cuando la cantidad y la calidad del sueño se vea afectada ante “la dificultad para iniciar o mantener el sueño” de manera sistemática, sin una causa externa aparente.
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