Dos décadas de alertas por enfermedades infecciosas destapan la disparidad de criterios y el peso del factor humano | Ciencia

Hasta ahora no había prosperado un modelo oficial de pandemias para registrar las alertas sanitarias que son reportadas alrededor del mundo a diario, en ocasiones decenas de miles al día. La pandemia de covid aceleró un proceso unificador que ya llevaba en marcha años, pero que todavía debía desarrollarse. Hoy, un grupo de científicos publica un registro inédito de alertas oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que permite que cualquier médico pueda reportar posibles amenazas contra la salud desde todo el mundo. Y, además, ofrece un repaso minucioso de cómo fueron los brotes epidémicos de las últimas dos décadas, justo hasta meses antes de que estallara la pandemia de covid.

Los autores señalan que su trabajo con el registro histórico permite observar las amenazas recurrentes a nivel global, como la gripe o el cólera, y las epidemias persistentes, como la enfermedad por el virus del ébola en África o el MERS-CoV en Oriente Próximo. Otro dato es la persistente desigualdad entre los países, no solo Norte-Sur, a la hora de reportar enfermedades. “Egipto, con 115 alertas sanitarias, es el quinto país en número de notificaciones y con un fuerte seguimiento de la fiebre amarilla, mientras que el país vecino Libia nunca ha reportado nada, lo que refleja el colapso de su sistema sanitario, antaño muy eficaz, tras dos guerras civiles”, se lamenta Rebecca Katz, directora del Centro de Ciencias de la Salud y Seguridad Mundial del Centro Médico de la Universidad de Georgetown (Washington, Estados Unidos), y líder de esta revisión que abarca desde 1996 a 2019.

Entre la información recabada destaca China con el mayor número de alertas sanitarias (262), en su caso la mayoría relacionadas con distintos tipos de gripe. Katz celebra la coincidencia entre la información recopilada y la exactitud con la que se han registrado epidemias, ya que pese a “los protocolos perdidos”, la información redundante o los problemas al no coincidir las categorías, no se ha dado ninguna pandemia fantasma “no reportada”.

La profesora Rebecca Katz, directora del centro de salud de la Universidad de Georgetown (Washington, EEUU) y líder de esta publicación, asesoró al presidente Joe Biden con el grupo de trabajo del coronavirus en 2019.
La profesora Rebecca Katz, directora del centro de salud de la Universidad de Georgetown (Washington, EEUU) y líder de esta publicación, asesoró al presidente Joe Biden con el grupo de trabajo del coronavirus en 2019.

“La página de la OMS es la fuente principal de información sobre salud”, señala Katz, “por eso creemos que el registro oficial debe estar homologado”. La investigadora detalla cómo los especialistas deben “vigilar cada día decenas de miles de señales que pueden suponer un problema grave de salud global, y todo el tiempo deben dilucidar qué es relevante y qué no”. De ahí que la autora principal considere vital diseñar un modelo como el suyo que unifique criterios a lo largo de la historia sobre las alertas sanitarias. La síntesis que presenta el equipo de Georgetown pretende que se pueda consultar en red por todo el mundo.

El criterio de los expertos

La epidemióloga Susana Monge Corella, que no ha participado en esta investigación, resalta otra clave que llama la atención tras analizar el trabajo: el papel humano a la hora de decidir la gravedad de un brote. En esos momentos la experiencia es un grado para la experta: “Filtras gracias al conocimiento acumulado, pero no hay comité de expertos donde se decidan alertas sanitarias en el que haya estado en el que no haya discusión, pese a las décadas de conocimiento”. “Debido a la complejidad de la toma de decisiones, el factor humano es difícil de sustituir”, concluye quien formó parte del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad durante la crisis de covid.

Monge, del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, destaca que hay otras infecciones con las que la decisión de reportar se toma basándose en lo inesperado o lo virulento del suceso. “Una familia intoxicada de botulismo por una conserva casera, es un problema concreto; pero si un niño se intoxica de botulismo por una fórmula de leche comercial que se ha vendido en toda España, entonces la misma enfermedad tienen un riesgo completamente distinto, otra dimensión, y si la marca láctea es extranjera ya es un problema internacional”, resume la epidemióloga.

El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) al completo durante la evaluación de los protocolos de contra el ébola, el 19 de julio de 2019.
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) al completo durante la evaluación de los protocolos de contra el ébola, el 19 de julio de 2019.

Un caso de gripe aviar es “prioridad uno, todo suceso es notificable”, y está sometido a “una vigilancia férrea a lo largo de los años, de ahí su prevalencia en el estudio”, resalta Monge. De ahí la alarma que ha generado el brote entre visones surgido en Galicia y que ha puesto en alerta a los virólogos de todo el mundo, aunque no ha llegado a saltar a humanos.

Los brotes peligrosos de gripe son la principal enfermedad reportada en estos 26 años con 776 notificaciones. Por ejemplo, el último brote registrado, el 18 de enero de 2023, es uno de gripe aviar en una niña de 9 años en Ecuador. Por su prevalencia durante décadas y gravedad, en el nuevo trabajo los científicos de Georgetown destacan que han unificado los distintos subtipos de gripe, atendiendo a que la OMS obliga a reportar las nuevas variantes de acuerdo con el Reglamento Sanitario Internacional. En un comentario adjunto describen que el número de casos de gripe ha aumentado globalmente, pero que debido a su pandemización se reporta menos, y eso desvirtúa ciertos parámetros. Los autores son conscientes de los miles de infectados de gripe A en Irán e India, u otros casos menores en Canadá o Países Bajos, durante la última década, pero que solo China los ha reportado.

Los investigadores de Georgetown revisaron 2.789 informes de noticias sobre brotes de enfermedades de la OMS, que abarcan desde el año 1996 hasta diciembre de 2019, poco antes de la actual crisis de covid. Estos documentos en línea cuentan la información relevante sobre los brotes epidémicos inesperados, como los del virus ébola de 2014 a 2016 en África Occidental o la de cólera de 2011 en República Democrática del Congo, y en ellos se pueden leer la “la toma de decisiones de alto nivel que rige el intercambio de información durante una emergencia de salud pública”, explican los investigadores en el trabajo. Es por ello que Katz concluye que más transparencia informativa y “la adopción de formatos estandarizados para compartir los datos epidemiológicos” ayudaría a su difusión y la utilidad de los informes para otros especialistas. Pese a esto, la autora admite una mejora palpable en el registro de alertas sanitarias de la OMS debido a la nueva normalidad impuesta por la pandemia.

Monge considera que el papel de la OMS es “delicado, porque debe ser muy cuidadoso a la hora de alertar sobre brotes”, ya que debe “coordinar las comunicaciones” y mediar entre diferentes organismos y países. Para la investigadora, sí que le falta estar mejor agregado a motores de búsqueda o tener etiquetas más precisas, pero opina que “pedir un mismo tipo de escritura no tiene sentido, porque influye quién redacta ese informe a lo largo de décadas”.

No hay comité de expertos donde se decidan alertas sanitarias en el que haya estado que no haya discusión, pese a las décadas de conocimiento, debido a la complejidad de la toma de decisiones el factor humano es difícil de sustituir

Susana Monge Corella, del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III

Todo profesional sanitario debe informar de un posible brote infeccioso y reportarlo de forma urgente ante la sola sospecha de un caso. Una alerta sobre un brote epidémico es cualquier cosa que pueda “comportar un riesgo para la salud pública”, sintetiza el especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública José María Arteagoitia Axpe. La rapidez en la transmisión de la información es “esencial”, afirma el experto, dado que el objetivo del sistema de vigilancia epidemiológica es “la detección y el control de las enfermedades transmisibles”.

El profesional señala que para apoyar la vigilancia de enfermedades infecciosas existen “protocolos de más de 60 enfermedades de declaración obligatoria” como “la tosferina, hepatitis A, la tuberculosis o la enfermedad meningocócica, otras menos frecuentes en nuestro medio como el sarampión y otras emergentes como, por ejemplo, el virus del Nilo Occidental o el ébola”, como se detalla en el Departamento de salud de Euskadi. Arteagoitia, jefe emérito de Servicio en el Departamento de Salud del Gobierno Vasco, apunta a que el procedimiento de vigilancia de enfermedades, brotes y alertas sanitarias “está protocolizado y regulado legalmente”, aunque admite que “es cierto que actualmente no está completamente automatizado, se están dando pasos en ese sentido, como que los datos vayan directamente del sistema sanitario a Salud Pública”, puntualiza.

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