La economía mundial muestra pequeños síntomas de mejora. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha actualizado sus previsiones y aunque el titular de su informe todavía asusta (La inflación toca máximos en un contexto de bajo crecimiento), su contenido deja alguna que otra buena noticia. Las subidas de tipos de interés de los bancos centrales empiezan a surtir efecto, de modo que la inflación ha tocado techo y empieza a ceder. Y, por primera vez en más de un año, el Fondo se atreve a elevar su previsión de crecimiento para la economía mundial, aunque sean solo dos décimas, hasta el 2,9%. El director de análisis y consejero económico del organismo, Pierre-Olivier Gourinchas, se atreve a hablar de “punto de inflexión”.
Tras tres años de sobresaltos continuos (la pandemia, la subida de los precios energéticos y la guerra de Ucrania, entre otros), aún es muy pronto para cantar victoria. De hecho, el FMI pone el acento en que ese crecimiento previsto para 2023 es más débil que el 3,4% que estima para el año pasado y en que los riesgos a la baja predominan. Pero tras ese mensaje cauto, los economistas del Fondo también subrayan que las cosas han mejorado desde octubre, cuando publicaron sus anteriores previsiones.
“Los riesgos adversos se han moderado desde la publicación del informe Perspectivas de la Economía Mundial de octubre de 2022. Entre los riesgos al alza, son plausibles un impulso más fuerte de la demanda reprimida en numerosas economías o una caída más veloz de la inflación”, señala la actualización publicada ahora.
Gourinchas subraya que “la lucha contra la inflación empieza a dar sus frutos, pero los bancos centrales deben proseguir sus esfuerzos”. Afirma que la economía mundial se ralentizará este año, antes de repuntar el próximo hasta el 3,1%. El crecimiento seguirá siendo débil en términos históricos, ya que la lucha contra la inflación y la guerra de Ucrania pesan sobre la actividad, pero hay lugar para la esperanza: “A pesar de estos vientos en contra, las perspectivas son menos sombrías que en nuestras previsiones de octubre, y podrían representar un punto de inflexión, con el crecimiento tocando fondo y la inflación disminuyendo”, indica.
Gana terreno la hipótesis del aterrizaje suave, es decir, que los bancos centrales sean capaces de controlar la inflación sin provocar una recesión. El FMI eleva la previsión de crecimiento de Estados Unidos 0,4 puntos, hasta el 1,4% y, sobre todo, deja de contemplar como su escenario central una caída del producto interior bruto en Alemania y en Italia, como hacía en octubre. La previsión alemana mejora 0,4 puntos, hasta el 0,1%, y la italiana, 0,8 puntos, hasta el 0,6%. Aunque el frenazo económico parece inevitable, el fantasma de la estanflación en la zona euro se difumina gracias a una mayor resistencia a la crisis energética, un invierno suave y un decidido estímulo fiscal.
El enfermo de Europa pasa a ser el Reino Unido, que sufre una rebaja de 0,9 puntos y para el que el organismo que dirige Kristalina Georgieva prevé ahora que el PIB caiga un 0,6%. La recesión acecha al Gobierno de Rishi Sunak.
Sin novedad para España
El informe no aporta novedades sobre España, una vez que el Fondo adelantó hace dos semanas sus previsiones en su informe anual sobre el país. Esas previsiones, de hecho, se han quedado ya un poco desfasadas, pues el FMI preveía un crecimiento del 5,2% en 2022, cuando el Instituto Nacional de Estadística lo ha cifrado ya en el 5,5%. Para 2023, el Fondo rebajó una décima su previsión de crecimiento para España, hasta el 1,1%, pero tras el buen dato del cuarto trimestre, el pronóstico puede haberse quedado también algo viejo, aunque nada parece poder evitar un frenazo del crecimiento en pleno año electoral.
Las mejoras también alcanzan a la mayoría de las economías emergentes, con China a la cabeza, para la que se prevé un crecimiento del 5,2%, nueve décimas más de lo que el FMI anticipaba en octubre. “La repentina reapertura de China allana el camino para un rápido repunte de la actividad”, razona Gourinchas. India crecerá aún más, un 6,2%.
Las previsiones para 2023 también mejoran en las dos principales economías latinoamericanas: dos décimas para Brasil, hasta el 1,2%, y medio punto para México, hasta el 1,7%. “Las condiciones financieras mundiales han mejorado al empezar a remitir las presiones inflacionistas. Esto, unido al debilitamiento del dólar desde su máximo de noviembre, ha supuesto un ligero alivio para los países emergentes y en desarrollo”, explica el director de análisis.
Entre los riesgos a la baja, el Fondo destaca un agravamiento de la covid en China, una posible escalada de la guerra de Ucrania, sorpresas negativas con la inflación que obliguen a los bancos centrales a aplicar una política monetaria más restrictiva, un endurecimiento de las condiciones financieras, posibles episodios de inestabilidad en los mercados y la fragmentación geopolítica.
La actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial publicada ahora no incluye previsiones de inflación por países, pero el Fondo calcula que la escalada de los precios será menor en 2023 que en 2022 en el 84% de las economías. La inflación mundial pasará de una media anual del 8,8% el año pasado al 6,6% este y el 4,3% el próximo, según sus previsiones.
La inflación persistente es, sin embargo, uno de los riesgos en los que insiste el Fondo. En los casos en que las presiones sobre los precios sigan siendo demasiado elevadas, invita a los bancos centrales a subir los tipos de interés reales por encima del tipo neutral (que ni estimula ni lastra la economía) y mantenerlos ahí hasta que la inflación subyacente siga una clara senda descendente. “Una relajación demasiado prematura podría anular todos los logros conseguidos hasta ahora”, dice Gourinchas.
El economista del Fondo concluye con un mensaje optimista, pero cauto: “Esta vez, las perspectivas económicas mundiales no han empeorado. Son buenas noticias, pero no suficientes. El camino hacia una recuperación plena, con crecimiento sostenible, precios estables y progreso para todos, no ha hecho más que empezar”.
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