“No”. A la pregunta de si Estados Unidos suministrará aviones caza F-16 a Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha respondido con ese tajante monosílabo, a su regreso a la Casa Blanca tras participar en un acto en Baltimore este lunes.
La contestación llega apenas cinco días después de que el propio Biden anunciara a bombo y platillo desde la residencia presidencial la luz verde para entregar a Ucrania 31 tanques M-1 Abrams, algo a lo que el Pentágono se había opuesto durante meses al considerar que esos vehículos no representaban la mejor solución para las fuerzas ucranias.
Casi de inmediato después del anuncio en Washington, y de la declaración del canciller alemán, Olaf Scholz, en Berlín, con la que prometía la entrega de 14 tanques Leopard, más la autorización a otros países a reexportar esos vehículos de fabricación germana, Kiev volvía a la carga reiterando otra petición: necesitaba también aviones de guerra para resistir la previsible nueva ofensiva rusa que anticipa para la primavera, y para recuperar al menos parte de su territorio ocupado por Moscú.
El ministro de Defensa ucranio, Oleksi Reznikov, insistía en que los aviones son imprescindibles para afianzar la contraofensiva de Kiev. Hasta el momento esa solicitud ha recibido una respuesta mixta. Mientras que Emmanuel Macron en Francia no descarta la posibilidad, Alemania la rechaza. Y Biden ha dicho “no”. El director de comunicaciones estratégicas en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, declaraba la semana pasada: “No culpo a los ucranios por querer más y más sistemas de armamento. No es la primera vez que han planteado aviones de combate, pero no tengo anuncios que hacer sobre este tema”.
Pero el Gobierno de Volodímir Zelinsky es optimista sobre la posibilidad de conseguirlos. Un asesor del presidente ucranio, Mijailo Podoliak, asegura que Occidente “entiende cómo se está desarrollando la guerra” y la necesidad de enviar aviones que puedan prestar apoyo a los tanques prometidos.
Si algo ha demostrado esta guerra es que lo que hoy es impensable o recibe una negativa rotunda logra el visto bueno u ocurre unas semanas o meses después. “Todo lo que hoy es imposible, mañana será posible”, sostenía el propio Reznikov este fin de semana, en declaraciones a la cadena de televisión canadiense CBC. En las primeras semanas de la guerra, que en febrero cumplirá su primer aniversario, Washington se resistía con todas sus fuerzas a enviar equipos que ha acabado suministrando, desde los sistemas de lanzamiento de misiles HIMARS a los Abrams, en parte por temor a provocar una escalada en el conflicto.
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Hace dos semanas, el Pentágono aún insistía en que esos tanques, pese a su agilidad y resistencia, son demasiado costosos de mantener y complicados de abastecer. Pero, aunque tardarán “muchos meses”, según reconocía el propio Kirby, en llegar a territorio ucranio, esa luz verde ya está dada.
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