La alcaldesa de Montevideo, Carolina Cosse, una ingeniera de 61 años, es una rara avis en el panorama político de Uruguay, un país de 3,4 millones de habitantes poco acostumbrado a tener a mujeres en cargos públicos importantes. Antes de ser elegida para el cargo en 2020, por la coalición progresista Frente Amplio, fue presidenta de la empresa pública de telecomunicaciones (2010-2015), ministra de Industria (2015-2019) y senadora. En esta entrevista concedida a EL PAÍS evita pronunciarse sobre su futuro político, de cara a las presidenciales de 2024, y prefiere concentrarse en la gestión municipal: La “revolución ambiental” que vive la ciudad para sanear y limpiar sus calles, la dignificación de la periferia o los planes para generar viviendas. A finales de febrero, Cosse viajará a Barcelona en calidad de presidenta de la organización Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), creada en 2004. La red agrupa a gobiernos locales y regionales del mundo con el fin de que su voz se oiga en la escena mundial e impulsa la democracia local y la descentralización. Actualmente, CGLU representa a 240.000 ciudades y a un 70% de la población mundial. Para la alcaldesa, esta responsabilidad internacional es también la oportunidad de fomentar el liderazgo femenino y para ello cita como ejemplo su ayuntamiento, donde por primera vez hay paridad de sexos.
Pregunta. ¿Qué podemos esperar los ciudadanos de la reunión de alcaldes en Barcelona?
Respuesta. En este encuentro presencial del consejo directivo del CGLU nos vamos a encerrar para ver cómo podemos traducir en acción nuestro Pacto para el Futuro que tiene tres ejes principales: cuidado de las personas, cuidado del planeta y cuidado de la democracia.
P. ¿Son las ciudades un espacio de contención frente a los extremismos ideológicos?
R. Por supuesto. Creo que en muchos aspectos tenemos que mirar a las ciudades del mundo como continentes de esperanza, porque es donde está la mayor concentración de población. Si hay cambios culturales que promover, tenemos que empezar por las ciudades.
P. La CGLU hace hincapié en la necesidad de avanzar hacia la equidad de género y señala que solo el 5% de los alcaldes del mundo son mujeres. ¿Qué lectura hace de este dato?
R. Tengo una enorme responsabilidad en el colectivo de CGLU de visibilizar y abrir las puertas para el liderazgo femenino en todo el mundo. Trato de hacerlo todos los días en Montevideo, que tiene el primer Gobierno paritario de la ciudad. Cada vez que he tenido una responsabilidad pública, como no tengo prejuicios, trato por todos los medios de fomentar oportunidades y bajar las barreras del miedo.
P. La ONU ha mirado con atención a Uruguay por la “baja representación de las mujeres en el ámbito público y político”. ¿Qué hay detrás de esta realidad?
R. Lo que hay detrás es el poder por el poder en sí mismo. Falta decisión política.
P. Recientemente, le entregó un reconocimiento al presidente de Brasil, Lula da Silva, por su compromiso con el medioambiente. Su gestión se enfoca ahora en lo que ha llamado una “revolución ambiental”. ¿De qué se trata?
“Estamos logrando un cambio cultural” en conjunto con la ciudadanía para sanear Montevideo, cuyo talón de Aquiles era la gestión de la basura
Carolina Cosse, alcaldesa
R. Montevideo Más Verde es un proceso que entiendo en conjunto con la ciudadanía. Empezó como una estrategia nueva de limpieza urbana y de espacios públicos, de recolección de residuos. Hoy tenemos publicado el mapa de recolección de residuos en Montevideo todos los días. Hay una interrelación con la ciudadanía a través de un número de WhatsApp, por donde nos mandan una foto y la ubicación cuando hay basura alrededor de un contenedor y en un plazo de más o menos dos horas reciben la foto del lugar limpio.
P. Históricamente, la basura y los basureros han sido el talón de Aquiles de Montevideo. ¿Realmente está cambiando?
R. Tenemos un plan muy ambicioso de erradicación de basureros. En Montevideo existen cursos de agua y prácticamente en cada uno hay un basurero. Un equipo de más de 100 personas trabaja en una estrategia para limpiar, curar y sanar. Es una experiencia muy intensa y participativa. Todo esto forma parte de Montevideo Más Verde: la limpieza urbana, la comunicación, la fiscalización.
P. ¿Cuál ha sido la respuesta ciudadana?
R. Estamos logrando un cambio cultural, que no se consigue de un día para el otro. En un año recibimos 280.000 solicitudes por WhatsApp. Montevideo es una ciudad de 1,4 millones de personas. Recibir esa cantidad de solicitudes es importante, porque son 280.000 respuestas también.
P. En Montevideo hay 120.000 personas viviendo en unos 340 asentamientos. La ciudad ha estado gobernada durante tres décadas por fuerzas progresistas que además gobernaron el país durante 15 años, ¿qué ha fallado?
R. Le contesto con lo que me gustaría hacer. Los gobiernos de Montevideo hasta ahora tenían una intensa actividad con el ministerio de Vivienda en realojar a los habitantes de los asentamientos. El ministerio generaba el préstamo y la alcaldía daba el terreno y gerenciaba la obra. Hace dos años, todos los proyectos que se venían trabajando se pararon. Recién hace unos meses se reiniciaron y se agregaron algunos más. Me parece que para el futuro habría que trabajar en un esquema normativo bien distinto con respecto a la vivienda, investigando nuevas formas de financiamiento, generando trabajo, inversión pública y privada, fomentando un cambio educativo.
P. Asumió su mandato en noviembre de 2020, en plena pandemia. ¿Cuál fue el papel del gobierno local durante la emergencia sanitaria?
R. Absolutamente relevante, acá y en todo el mundo. Durante la pandemia, participé en una gran cantidad de encuentros virtuales, donde muchos gobiernos locales compartimos experiencias. En Montevideo, planteamos el plan ABC, un dispositivo de emergencia para mitigar los efectos de la pandemia y de un Estado en retirada; una retirada que aún continúa y está lejos de volver al territorio. El ABC tiene cinco ejes: salud, alimentación, trabajo, igualdad y territorio. Atendemos especialmente la franja más frágil y periférica de Montevideo, realizando obras, intentando una cierta urbanización y dignificación de lugares que requerían realojar a personas. Pero la política nacional no ha sido muy activa en la generación de vivienda.
P. Dice que el Estado está en retirada del territorio, ¿cómo evalúa su relación con el Gobierno nacional, una coalición de centroderecha?
R. Las relaciones han sido institucionales y serias. La cooperación ha sido objetiva. La política para mí es una cosa seria, que va mucho más allá del amiguismo, soy muy respetuosa, en público y en privado. Soy sincera y franca cuando no estoy de acuerdo.
P. ¿Está en sus planes convertirse en presidenta de Uruguay?
R. No voy a expresarme sobre candidaturas todavía. Sí creo que, para el próximo gobierno, que debe ser del Frente Amplio, el tema de la vivienda tiene que ser uno de los principales de la agenda, con un enfoque integral que incluya otros asuntos y con un ritmo nunca antes visto.
P. Usted recibe muchas críticas que apuntan a la dureza de su carácter. ¿Se ha sentido juzgada por su condición de mujer más que por sus ideas o acciones?
R. He sentido que se confunde la firmeza con la dureza. Yo soy una persona que construye firmeza a través de una enorme participación y cuando tengo una responsabilidad pública creo equipos grandes. Todos los proyectos que he encarado han tenido impacto en la realidad y siempre me preocupo de que la ciudadanía los comprenda, participe y me marque errores. Soy ingeniera, tengo formación científica, o sea que para mí el error no equivale a fracaso, sino que es un aprendizaje en el marco de un proceso.
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