Dos series españolas, Desaparecidos en su tercera temporada y La chica de nieve, ratifican lo que Rafael Azcona afirmaba: que desde la irrupción de las series producidas en España había muchos más guionistas, y muy buenos. Y los diálogos de las citadas lo confirman alejándose de la ampulosidad o del afanoso intento de trascendencia y tratando de reflejar el habla cotidiana de la mayoría. La sabiduría del renombrado logroñés vuelve a brillar cuando explicaba que el cine italiano se había acabado cuando los guionistas dejaron de ir en autobús.
Con Desaparecidos ocurre algo curioso: su exhibición en Amazon Prime Vídeo ha sido más afortunada que en abierto en Mediaset. Parece ser que las series cuando se emiten en cadenas generalistas saturadas de anuncios acaban saturando al espectador. Si para todo debe de haber una medida, está claro que para algunos las series son eso que se mete entre anuncio y anuncio. En fin, una serie bien hecha, bien escrita y bien interpretada a la que, si le falta algo, es que alguna vez sus protagonistas se rían un poco, algo de humor.
La chica de nieve (Netflix) parte de algo infrecuente: que un autor español, sin una gran obra a sus espaldas, consiga vender cientos de miles de ejemplares de una novela, y que al indagar en su trayectoria nos enteremos de que, el día que terminó su primera obra, El día que se acabó la cordura, imprimió cuatro ejemplares y los mandó “a cuatro editoriales grandes, pero no quería esperar su respuesta” y aquella misma noche lo subió a Kindle Direct Publishing, está claro que los tiempos adelantan que es una barbaridad. Baste decir de la serie que hace justicia a su autor.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Recibe el boletín de televisión
Todas las novedades de canales y plataformas, con entrevistas, noticias y análisis, además de las recomendaciones y críticas de nuestros periodistas
APÚNTATE