Las alarmas que avisan de un posible ataque aéreo han sonado este jueves en Kiev coincidiendo con una de las visitas diplomáticas más destacadas desde el inicio de la invasión rusa, hace casi un año. El titular de Exteriores de Israel, Eli Cohen, se ha desplazado a la capital ucrania, en el primer viaje que efectúa un ministro del país desde que comenzó la guerra. Cohen se ha entrevistado con el presidente Volodímir Zelenski y ha anunciado que ayudará a Kiev a “desarrollar un sistema de alerta temprana inteligente” ―sin aportar más detalles― y a recaudar hasta 200 millones de dólares (187 millones de euros) para invertir en proyectos israelíes en instalaciones médicas y civiles dañadas en la guerra.
Cohen también ha adelantado que apoyará la iniciativa de paz de Zelenski la próxima semana en la ONU, en la que se pide la retirada de Rusia de todos los territorios que ocupa en el país desde 2014. Sin embargo, ha evitado usar las palabras “guerra” y “Rusia” (incluso al hablar de las matanzas en Bucha) y no se ha comprometido públicamente a lo que realmente importa a Kiev y por lo que presiona Washington desde hace meses: la entrega de sus avanzados escudos antimisiles.
“Israel sabe mejor que nadie que si no ganas la guerra, si no derrotas al enemigo, todo lo demás pierde sentido. Por eso hemos hablado no solo de apoyo humanitario, sino también de otras cosas con las que puede ayudar”, ha señalado su homólogo ucranio, Dmitro Kuleba, tras reunirse con Cohen. “Israel conoce muy bien nuestra lista de necesidades militares. Ya se entregó al Gobierno anterior y también a este”, ha agregado. Kuleba se ha mostrado “satisfecho” con la reunión, aunque ha condicionado la intensidad de los lazos entre ambos países a “las futuras decisiones que se tomen o no” con respecto a “la protección del cielo” ucranio.
El jefe de la diplomacia israelí ha aprovechado también la visita para escenificar el regreso a la actividad de la Embajada nacional. Tanto el simbólico izado de la bandera como el desplazamiento en sí no serían noticia (los han efectuado muchos otros países antes, desde la primavera de 2022) si no fuese porque apuntalan el tímido pero progresivo acercamiento a Kiev del Estado judío, que condena la invasión, pero sigue sin imponer sanciones a Rusia ni proporcionar armas a Ucrania.
Poco después de asumir el cargo, hace apenas mes y medio, Cohen efectuó unas declaraciones que parecieron indicar un repliegue hacia Moscú. “En el asunto de Rusia y Ucrania, lo que haremos seguro es hablar menos en público”, dijo antes de anunciar que telefonearía a su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, con quien el anterior ministro israelí, Yair Lapid, no había hablado desde el inicio de la invasión.
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Por el contrario, tanto durante la campaña electoral como tras regresar al poder en diciembre, el primer ministro Benjamín Netanyahu ha insinuado que podría profundizar en la senda del viraje hacia Ucrania que ya inició el anterior Ejecutivo, aunque siempre de forma vaga y dejando claro que primarán los intereses de seguridad de su país. “El asunto de las armas fue valorado y rechazado por el anterior Gobierno israelí. Estudiaré el tema y lo responderé de la manera más adecuada”, indicó en una entrevista reciente al canal francés LCI, en la que avanzó que “probablemente” la contribución de Israel “será en otros ámbitos”. Netanyahu siempre ha subrayado su química con el presidente ruso, Vladímir Putin. Una foto saludándose fue una de las que eligió para ilustrar en la campaña electoral de 2019 que está “en otra liga”, por sus encuentros con líderes mundiales.
Seguridad
La referencia de Netanyahu a los intereses de seguridad tiene que ver con los frecuentes bombardeos que el ejército israelí efectúa desde hace años en Siria contra arsenales o posiciones vinculadas a Irán. Lo puede hacer porque Moscú, que controla el espacio aéreo de Siria, lo permite, en una suerte de acuerdo informal. E Israel ha venido concediendo más importancia a no enfadar a Rusia ―para poder seguir bombardeando Siria― que a alinear su postura ante la guerra con la de sus aliados occidentales, que proporcionan a Kiev armamento en cantidades masivas, información de inteligencia y pleno apoyo diplomático.
Pese a ser una potencia armamentística mundial, Israel solo da a Kiev ayuda humanitaria y material de protección personal, como cascos o chalecos antibalas. Zelenski le pide, sin éxito, desde incluso antes de la guerra, distintos sistemas avanzados de defensa antimisiles. La única aportación armamentística hasta la fecha desde Israel a Ucrania son los arsenales de munición de artillería que Estados Unidos tenía allí almacenados para uso de las Fuerzas Armadas de su principal aliado en Oriente Próximo. Tras arduas negociaciones, Washington consiguió que cerca de 300.000 piezas de munición en Israel fueran destinadas a Ucrania, lo que supondría un tercio del más de un millón de proyectiles suministrados por Estados Unidos, según informó The New York Times.
Cohen también ha visitado Babi Yar y Bucha. El primero es un barranco a las afueras de Kiev en el que las tropas nazis asesinaron a casi 34.000 judíos en dos días de 1941 en su avance hacia Moscú. Ucrania es, junto con Polonia, el país de Europa en el que fueron asesinados más judíos durante el Holocausto, cerca de un millón y medio. El monumento que recuerda las ejecuciones en Babi Yar fue dañado en marzo por las bombas rusas en el asedio de Kiev. En las provincias occidentales de Ucrania participaron activamente en el Holocausto, como colaboradores del invasor alemán, nacionalistas ucranios seguidores del líder independentista Stepan Bandera. Este es un héroe nacional ucranio y los honores públicos que se le dispensan provocan un conflicto diplomático recurrente entre Israel y Ucrania.
En Bucha, municipio al norte de Kiev, se produjeron algunos de los crímenes de guerra más atroces por parte de las tropas rusas, según han confirmado informes de inspectores de Naciones Unidas. Allí fue descubierta en abril una matanza de civiles tras la retirada de las fuerzas rusas de los alrededores de la capital. En Bucha, Cohen ha rechazado señalar expresamente a los soldados rusos como los responsables de los asesinatos.
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