Aficionada al esquí y en buena forma a sus 85 años, la princesa Beatriz de Orange, madre del rey Guillermo de Países Bajos, se recupera en casa de una fractura de muñeca. El accidente tuvo lugar este viernes durante unas vacaciones en la localidad de Lech (Austria), el país preferido por la familia real holandesa para los deportes de nieve y donde tuvo un accidente mortal, practicando el mismo deporte, su hijo mediano, Friso, en 2012. El servicio de información de la casa real ha confirmado este martes que ya ha sido operada y se encuentra bien.
Considerada princesa real desde la entronización del actual soberano, en abril de 2013, Beatriz permaneció tres décadas en el trono, desde su coronación en 1980 en la catedral de Ámsterdam. Tenía 75 años cuando abdicó, con naturalidad y discreción, en plenas celebraciones del 200º aniversario de la monarquía de su parís. Ocho meses después, se rompió un hueso del pómulo en una caída. Tuvo que pasar también por el quirófano, pero la herida no revistió gravedad.
En sus primeras fotos en la nieve, en Austria, la princesa Beatriz tenía apenas un año. En cuanto pudo calzarse los esquís no ha faltado a esta cita invernal con su familia. La edad no ha reducido su entusiasmo, y los portavoces de la casa real han declinado explicar cómo se rompió la muñeca. Sí indican que ha sido preciso dejar para más adelante una visita al hogar para militares retirados, una institución que cumple 160 años. Estaba prevista para este viernes. Junto con el esquí, a Beatriz de Orange le gusta montar a caballo y la marcha nórdica, un deporte de resistencia al aire libre con bastones parecidos a los del esquí.
La familia real holandesa está compuesta por los reyes, Guillermo y Máxima, la princesa heredera, Amalia, de 19 años, y la propia Beatriz. Este enero, en su 85º cumpleaños, se publicaron ocho nuevas fotos suyas, con el rey, y con la heredera. Suele acompañarles, y se queda unos días más con su nuera, la princesa Mabel, viuda de su segundo hijo, el príncipe Friso, y las dos niñas de ambas.
En febrero de 2012, Friso se encontraba esquiando fuera de pista en la misma estación austríaca de Lech cuando fue sepultado por un alud de nieve durante el mediodía. Iba fuera de pista junto a tres acompañantes, que salieron ilesos, pero él estuvo 20 minutos bajo la nieve y la temperatura de su cuerpo bajó hasta los 32 grados. Fue localizado gracias a que llevaba un sistema de GPS en su anorak, pero no pudo recuperarse. Tras permanecer casi un año y medio en coma, falleció en agosto de 2013, a los 44 años.
La tumba de Friso se encuentra en un cementerio muy cercano al actual domicilio de su madre, el castillo de Drakensteyn, en el centro del país. Vive allí desde la abdicación, y esa residencia le ha supuesto un regreso al hogar. Es la casa que compartió con su esposo, el fallecido príncipe Claus, y sus tres hijos (el príncipe Constantino es el tercero y menor) entre 1963 y 1981. Una vez en el trono, se trasladó al palacio Huis ten Bosch, en La Haya, un gran edificio con forma de octógono rodeado por un foso, que fue renovado por los actuales reyes en 2019 por más de 63 millones de euros.