Ucrania “no será nunca una victoria para Rusia. Nunca”. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha lanzado esta promesa este martes en un emotivo discurso en los jardines del antiguo palacio real de Varsovia, en vísperas del primer aniversario de la guerra, en el que ha querido apuntalar el apoyo de los aliados a Kiev, mientras los contendientes se preparan para lanzar nuevas ofensivas.
Biden jugaba en casa. Polonia es uno de los países que con más ardor defiende el envío de armamento a Ucrania. Ha enviado cerca de 3.500 millones de dólares en asistencia militar y económica a su país vecino; representa un eslabón clave en la cadena de suministros de defensa y humanitarios; por su territorio han pasado 1,5 millones de desplazados por la guerra.
Centenares de personas aguardaban desde horas antes, pese a la lluvia y las bajas temperaturas, para escuchar al presidente estadounidense. Muchos se habían ataviado con los colores celeste y amarillo de la bandera ucrania, los mismos que adornaban el escenario en los arcos Kubicki donde Biden pronunció su alocución.
“Hace un año, el mundo se temía la caída de Kiev, pero déjenme contarles que he ido y he visto que Kiev permanece firme, que permanece de pie, que permanece orgullosa y, lo más importante de todo, permanece libre”, declaraba el inquilino de la Casa Blanca, en su segunda visita ―y su segundo discurso― a Varsovia en menos de 12 meses.
Esta vez, a diferencia de marzo del año pasado, Biden no improvisó. Su discurso de 20 minutos fue más breve y menos personal que entonces, cuando calificó al presidente ruso, Vladímir Putin, de “carnicero” y consideró que ese dirigente no debería seguir en el poder. Pero planteó las consecuencias que esta guerra pueda tener para el futuro. Y respondió directamente a las acusaciones que el inquilino del Kremlin había proferido apenas horas antes en su propio discurso, sobre el Estado de la Nación.
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“Estados Unidos no quiere controlar ni destruir a Rusia. Los millones de ciudadanos rusos que quieren vivir en paz no son el enemigo. Esta guerra no es una necesidad, es una tragedia”, ha sostenido entre aplausos el dirigente estadounidense, que ha recordado que “si Rusia deja de luchar, la guerra acabará. Si Ucrania deja de luchar, se acabará Ucrania”. “Occidente no tiene intención de atacar a Rusia”, ha dicho Biden.
El presidente estadounidense prometió nuevas sanciones contra Rusia, que se sumarán a las rondas de medidas económicas que ya ha aprobado Occidente desde el comienzo de la invasión y que han contribuido a contraer la economía rusa en torno a un 4,5% en 2022, según el Banco Mundial. “Anunciaremos nuevas medidas esta semana en acuerdo con nuestros socios”, sostuvo el mandatario.
El punto exacto donde hablaba Biden, los arcos Kubicki ―iluminados también en celeste y amarillo, ante los que ondeaban las banderas de Polonia y EE UU—, aportaba un simbolismo especial. Esta arcada del siglo XIX, uno de los pocos elementos del antiguo palacio real que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, jugó un papel importante durante el levantamiento de Varsovia de 1944. Entonces proporcionó refugio a los resistentes contra la ocupación nazi, que utilizaron sus corredores para moverse entre edificios y evitar la detección de los soldados alemanes. Su reconstrucción de las cenizas, según apuntaba el embajador estadounidense en Polonia, Mark Brzezinski, encarna “lo que queremos hacer, lo que haremos con Ucrania”.
Su discurso llegaba horas después de que Putin haya pronunciado su alocución anual sobre el Estado de la Nación, en el que ha anunciado la retirada de su país del tratado Nuevo START, firmado en 2010 entre los entonces presidentes Barack Obama y Dmitri Medvédev y el último aún vigente entre las dos potencias nucleares para controlar sus respectivos arsenales de armamento atómico. Según Sullivan, la Casa Blanca no pretendía coincidir con la intervención del presidente ruso, pero fue este dirigente quien optó por cambiar la fecha de su mensaje y fijarla para hoy.
Antes de su alocución, Biden había mantenido una reunión con el jefe de Estado polaco, Andrzej Duda, en el palacio presidencial de Varsovia, donde defendió que “la OTAN es más fuerte que nunca”.
“La verdad de la cuestión es que Estados Unidos necesita a Polonia y la OTAN tanto como la OTAN necesita a Estados Unidos”, sostenía el presidente estadounidense en una reunión dedicada a abordar los esfuerzos de los aliados para apoyar a Ucrania y los pasos a dar para reforzar la capacidad de disuasión de la Alianza Atlántica.
Y para Polonia, la visita de Biden ―la segunda en menos de un año― era todo un acontecimiento. “Es un importante mensaje al mundo de que la seguridad de Polonia está garantizada”, subrayó Duda. En las calles de Varsovia ha sido palpable la presencia del inquilino de la Casa Blanca. En el centro de la ciudad, coches de policía se apostaban cada pocos metros; el tráfico aéreo ha registrado retrasos; los medios de comunicación, que el lunes siguieron en directo el viaje relámpago por sorpresa del líder estadounidense a Kiev, no hablan apenas de otro asunto.
La reunión entre los dos líderes comenzó con una conversación a solas entre ambos, seguida de un encuentro entre las dos delegaciones en pleno en el palacio presidencial. Ambos líderes se han sentado en el centro de una larga mesa, flanqueada por las banderas de las dos naciones.
La cita forma parte de una serie de contactos con los países aliados en la guerra para preparar los próximos pasos en lo que la Casa Blanca considera la entrada en una nueva fase del conflicto, cuando Rusia ya ha comenzado en algunos puntos de Ucrania la gran ofensiva esperada para esta primavera y Kiev se dispone a lanzar su propia respuesta. Antes de regresar a Washington, Biden tiene previsto reunirse este miércoles también en Varsovia con el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, y los miembros del llamado grupo Bucarest-9: los países de la antigua esfera soviética, hoy integrantes de la OTAN y, generalmente, partidarios de un apoyo más contundente a Ucrania que otros socios europeos.
En su visita a Kiev, el líder estadounidense abordó con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, el material que Ucrania pueda necesitar para “poder tener éxito en el campo de batalla” en los próximos meses, según el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, que no quiso precisar si ambos dirigentes llegaron a algún tipo de acuerdo al respecto durante su conversación. Tras haber obtenido el visto bueno de los aliados para recibir tanques Leopard alemanes y Abrams estadounidenses, Kiev presiona ahora para que sus socios le suministren aviones de combate y sistemas de lanzamiento de misiles de largo alcance.
“Tenemos que tener seguridad en Europa”, indicaba Biden durante la reunión en el palacio presidencial en Varsovia. “Es así de básico, así de simple, así de importante”. Por su parte, Duda recordaba que la invasión rusa “ha causado una tragedia y una catástrofe para millones de los habitantes de Ucrania, y ha provocado una enorme crisis tanto de seguridad como económica y humanitaria en todo el mundo”.
En esta ocasión, según Sullivan, Biden quería explicar que las acciones que adopten los países democráticos en los próximos meses y años dejarán sentir sus consecuencias en el futuro. “Pura cosecha Biden”, ha descrito el alto funcionario el discurso. El presidente también buscaba con su intervención galvanizar a los aliados para que no flaqueen en su apoyo a Ucrania, ante la posible fatiga que pueda comenzar a surgir tras 12 meses de conflicto.
Su discurso llega horas después de que Putin haya pronunciado su alocución anual sobre el estado de la nación, en el que ha anunciado la retirada de su país del Tratado Nuevo Start, firmado en 2010 entre los entonces presidentes Barack Obama y Dmitri Medvédev y el último aún vigente entre las dos potencias nucleares para controlar sus respectivos arsenales de armamento atómico. Según Sullivan, la Casa Blanca no pretendía coincidir con la intervención del presidente ruso, pero fue este dirigente quien optó por cambiar la fecha de su mensaje y fijarla para este martes.
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