El beisbol y las lenguas indígenas de México. Këyät

No sé qué dios enojado haya escupido en nuestra boca y nos haya lanzado la maldición; como Casandra que desesperada predice la destrucción de Troya sin que nadie le crea ni parezca importarle, diversos colectivos, especialistas, universidades, pueblos indígenas y activistas hemos insistido una y otra vez: como nunca en la historia de la humanidad, las lenguas del mundo están desapareciendo. El diagnóstico es claro, más de la mitad de las lenguas del mundo morirán en menos de cien años. Nos hemos cansado de repetirlo una y otra vez, gritamos con desesperación pero nada, un dios enojado nos escupió la boca. Si lo vemos desde el lado del conocimiento, miles y miles de bibliotecas completas están despareciendo en el fuego de la violencia lingüicida sin que se haga lo mínimo suficiente para preservarlas; si lo vemos desde el lado de los pueblos del mundo, comunidades enteras están viendo violentados sus derechos lingüísticos y sometidos a una violencia física y psicológica que les ha obligado a abandonar las lenguas de sus pueblos. Sin derechos lingüísticos no es posible garantizar los derechos humanos. ¿Si no se respetan los derechos lingüísticos de la población infantil cómo se puede cumplir con su derecho humano a la educación? ¿si no se garantizan intérpretes en los hospitales para población que no habla castellano cómo se garantiza el derecho a la salud? ¿si no se asigna presupuesto a intérpretes en el área de la impartición de la justicia cómo se disfruta del derecho humano al debido proceso?.

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