El 90% de las tierras raras, del galio y del magnesio que se demanda en la Unión Europea lo suministra China. Turquía proporciona el 90% del boro. En un contexto feroz de competencia por los recursos, la Comisión Europea se ha propuesto que no más del 65% de su consumo anual de cada materia prima estratégica provenga de un único país de fuera de la UE y ha alumbrado una normativa para impulsar la producción comunitaria y lograr que el 10% de su demanda de minerales esenciales se cubra con explotaciones europeas, según el borrador de la regulación al que ha tenido acceso EL PAÍS. Bruselas quiere plantar cara a China, que controla más de la mitad de la capacidad mundial de un buen número de minerales clave, y exige a los Estados miembros que reduzcan la burocracia de los permisos y aceleren la explotación de materias estratégicas como el litio.
Los problemas en la cadena de suministro global derivados de la pandemia de covid y la guerra de Rusia en Ucrania han dejado al descubierto la vulnerabilidad y las costuras de la dependencia de la Unión Europea también de materias primas esenciales, cada vez más vitales para las tecnologías en las que ya está anclada la vida cotidiana, la industria de la defensa y para la transición verde. Los minerales de tierras raras, por ejemplo, son esenciales para los teléfonos móviles, los ordenadores y los coches eléctricos. Además, el número de minerales en riesgo de suministro y que a la vez son importantes está aumentando —en la nueva lista de esenciales aparecen nuevos, como el manganeso o el níquel de cobre—.
La nueva regulación de minerales estratégicos que el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, presentara esta semana critica los procedimientos regulatorios largos y farragosos, insta a los socios a que revisen sus normativas y sistemas de permisos para las nuevas explotaciones a nivel nacional e incluso infraestatal y plantea la designación de “proyectos estratégicos”, que recibirán más impulso y se beneficiarán de procesos de autorización simplificados. Proyectos que serán identificados por un nuevo organismo que creará la Comisión, la Junta Europea de Materias Primas Esenciales, y que pueden estar dentro de la UE y también fuera.
La minera estatal sueca LKBA anunció en enero —de forma muy convenientemente sincronizada con la visita a sus instalaciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los comisarios de la UE— que había identificado lo que llamó el “mayor yacimiento” de minerales de tierras raras conocido en Europa en Kiruna, en el Ártico. Sin embargo, más allá de las fanfarrias del anuncio encabezado también por el Gobierno sueco, el presidente de la minera, Jan Moström, reconoció que con los procesos de autorización actuales, LKBA tardaría al menos 10 o 15 años en poder empezar a minar y proveer al mercado de materias primas. Obtener el permiso para extracción de tierras raras puede tardar unos cinco años, de media, en la UE e involucrar a cuatro autoridades distintas para autorizarlo, según ha afirmado el comisario Breton.
Ahora, la nueva regulación de la Comisión recoge que el proceso de concesión de permisos para los proyectos estratégicos que involucren extracción no deben exceder dos años y reclama a los Estados miembros que garanticen esos plazos con suficientes recursos y personal convenientemente formado.
Bruselas no recoge una partida de financiación específica para la puesta en marcha de la nueva ley, aunque destaca distintos programas de los que puede alimentarse. Sin embargo, para garantizar el suministro del 25% de la demanda europea de las cinco principales materias primas para baterías (litio, cobalto, níquel, manganeso y grafito natural) de origen comunitario se necesitará invertir unos 7.000 millones para 2030 y 13.200 millones para 2040, según datos de la Comisión. Suponiendo una parte del gasto público para realizar estos proyectos comparable a la Iniciativa Estadounidense de Materiales para Baterías, se requeriría un apoyo público de 2.700 millones de euros para 2030 y 4.700 millones para 2040
Bruselas es consciente de las preocupaciones ambientales y sociales que suelen acompañar a las nuevas explotaciones o plantas de procesamiento y hará campañas de “aceptación pública” y de respuesta a esas inquietudes.
La nueva regulación se pone también la meta de lograr en los próximos siete años ser capaz de procesar el 40% de su consumo anual de materias primas estratégicas y cubrir el 15% de su demanda con minerales reciclados y para ello plantea una serie de medidas para fomentar la economía circular doméstica —con una mención a los dispositivos tecnológicos que cada hogar y empresa guarda en un cajón—, incentivar esa segunda vida de las materias primas, pero también para fomentar la explotación de los residuos de materias primas de minas o explotaciones que ya están cerradas, por ejemplo.
La UE no explota su potencial para aumentar sus capacidades de extracción, procesamiento o reciclaje, dice el estudio de impacto de la Comisión Europea. El conocimiento de los yacimientos minerales en todos los Estados miembros se remonta a menudo a una época en la que las materias primas esenciales no eran recursos tan buscados como hoy, así que Bruselas exigirá a los Estados miembros que hagan un inventario de sus reservas de minerales, que lo actualice cada cinco años (puede rehusar informar de algún material por cuestiones de seguridad nacional) y que actualice sus conocimientos geológicos.
Hay espacio para cubrir las metas: la Alianza Europea de Materias Primas ha identificado inversiones potenciales de 1.700 millones de euros para la extracción, el refinado y el reciclaje de tierras raras, así como para la producción de imanes, lo que garantizaría un suministro del 20% de la demanda europea a lo largo de la cadena de valor para 2030.
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