La inflación bajó en Estados Unidos en febrero por octavo mes consecutivo. Los precios subieron un 6,0% interanual, según los datos publicados este martes por la Oficina de Estadísticas Laborales. Ese nivel sigue siendo alto y, junto a la elevada inflación subyacente (5,5%) y la subida mensual de los precios (0,4%), abonarían el terreno para que la Reserva Federal volviese a subir los tipos la semana próxima. La caída de Silicon Valley Bank y de Signature Bank, sin embargo, han complicado el panorama y plantea un dilema al banco central.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, tiene que elegir a qué enemigo tiene más miedo a corto plazo: la inflación o la inestabilidad financiera. El comité de política monetaria se reúne el 21 y 22 de marzo y hasta hace solo unos días se esperaba una nueva subida de tipos. De hecho, la duda era si sería de 0,25 o de 0,5 puntos.
Powell compareció la semana pasada ante el Congreso y advirtió de que podría acelerar el encarecimiento del precio del dinero tras aflojar el ritmo en su última reunión, en la que el incremento fue de 25 puntos básicos, tras cuatro subidas consecutivas de 75 y una posterior de 50.
El escenario cambia ahora que las subidas de tipos están detrás de la caída del SVB y del Signature Bank y el riesgo de contagio se ha extendido por el conjunto del sistema financiero. Los analistas que creían que en la reunión de la próxima semana habría una subida de tipos de 0,5 puntos, ahora se inclinan por pensar que será de 0,25 o que no habrá subida. Goldman Sachs espera una pausa “a la luz de las recientes tensiones en el sistema bancario”. Anteriores ciclos al alza de los tipos oficiales desembocaron en la crisis de las hipotecas basura (2007), el colapso del fondo LGTM (1998) o la devaluación del peso mexicano (1994). Un dicho en Wall Street señala que la Fed sube los tipos hasta que rompe algo. ¿Es la caída de esos bancos regionales la señal de que la estabilidad financiera se ha roto?
Powell lleva desde hace un año intentando lograr el difícil aterrizaje suave de la economía estadounidense, es decir, controlar la inflación sin llegar a provocar una recesión. Tras la última reunión de la Reserva Federal, reconoció que el proceso de desinflación está en marcha, pero matizando que no se ha extendido a todos los sectores. La inflación ha caído desde el 9,1% de mediados del pasado año y ahora está en el nivel más bajo desde septiembre de 2021. La inflación subyacente, por su parte, está en el 5,5%, su mínimo desde diciembre de 2021.
El presidente de la Reserva Federal ha advertido repetidamente de que no bajará la guardia hasta que los precios estén claramente bajo control. El mercado laboral sigue muy constreñido, con la tasa de paro en el 3,6%, cerca del nivel más bajo en medio siglo, y eso sigue implicando un riesgo de que la inflación se enquiste.
Subir los tipos la semana próxima enviaría una señal muy clara de compromiso del banco central con la estabilidad de precios. Pero para dar ese paso, Powell debe sentirse muy seguro de que el frente de la estabilidad financiera está controlado. Una subida de tipos, de alguna forma, sería una señal de confianza y quizá contribuiría a conjurar los fantasmas de una crisis financiera en toda regla. Un error de cálculo, sin embargo, tendría consecuencias graves.
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