Tres meses son insuficientes para hacer un pronóstico sobre la economía rusa, pero el primer tramo del año apenas ha dejado margen al Kremlin para el resto de 2023 si no hay un cambio de rumbo. El Ministerio de Finanzas ruso ha cifrado su desequilibrio presupuestario de enero a marzo en 2,4 billones de rublos, unos 27.000 millones de euros al devaluado cambio actual y algo más del 82% del objetivo de déficit previsto para 2023, unos 2,9 billones de rublos. Su costosa invasión de Ucrania y el desplome de los ingresos de los hidrocarburos por las sanciones explican un agujero cada vez más grande, el cual Moscú espera subsanar con un nuevo sistema de impuestos a sus petroleras.
“La aclaración del nuevo mecanismo y la reducción gradual de los descuentos en los precios del barril de los Urales contribuirán a la recuperación gradual de los ingresos fiscales del sector petrolero, especialmente en la segunda mitad de este año”, ha prometido el Ministerio de Finanzas ruso a través de un comunicado. Según sus cálculos, los ingresos por la venta de crudo y gas, 1,6 billones de rublos, se han hundido un 45% respecto al primer trimestre de 2022, aunque entonces Moscú se benefició del sobreprecio que alcanzó el gas al pujar muchos países por este recurso ante el temor de quedar desabastecidos al inicio de la guerra.
Las sanciones al crudo ruso se hicieron esperar hasta este año. La Unión Europea, Estados Unidos y otros países occidentales aprobaron en diciembre un tope de 60 dólares al precio del barril de petróleo ruso que se transporta por mar, y ello ha obligado a las petroleras rusas a asumir los sobrecostes de su transporte, tanto con la contratación de barcos fantasma como al costear sus seguros. Esta situación se ha trasladado al mercado que el Ministerio de Finanzas tomaba como referencia para aplicar sus impuestos, el barril de los Urales. Este índice ruso aplica los descuentos de más de 20 dólares en su cotización respecto al Brent y, por ende, ha reducido la tributación de las petroleras que nutren las arcas de guerra del Kremlin.
Moscú ha capeado el temporal aplicando una nueva regla financiera que permite al Banco Central de Rusia recurrir a las reservas que no han quedado congeladas, especialmente oro y yuanes, para cubrir los ingresos perdidos de la venta de hidrocarburos estos meses. “Esto garantiza la estabilidad del sistema presupuestario”, asegura el Ministerio de Finanzas.
Moscú observa un brote verde en los ingresos ajenos a los hidrocarburos. Estos, que aportaron cuatro billones de rublos a sus finanzas entre enero y marzo, se redujeron un 4% respecto al mismo periodo del año anterior. “La dinámica en la recepción de estos ingresos y la financiación de los gastos indican una normalización gradual de la ejecución del presupuesto federal”, valora el Ministerio de Finanzas.
La guerra desatada contra Ucrania el 24 de febrero de 2022 ha disparado los gastos del Gobierno un 34% en el primer trimestre respecto a los tres primeros meses de aquel año. No obstante, la ejecución de este dispendio se concentró en enero y febrero, pues en marzo apenas se elevó el gasto un 4% respecto al mismo mes de 2022. Moscú, que por ley ha codificado como secretas gran parte de las partidas presupuestarias por la invasión, no especifica en qué se empleó aquel dinero. Como comparación, Rusia se apuntó un superávit de 1,1 billones de rublos, más de 13.000 millones de euros, en el primer trimestre de 2021. El rublo se debilita al nivel previo a la guerra
Las sanciones y la situación económica general del país están haciendo mella en la capacidad para obtener otras divisas, como el dólar y el euro, cuya cotización se ha disparado en las últimas semanas en el mercado ruso hasta alcanzar los niveles registrados al inicio de la guerra. El euro cotiza de nuevo por encima de los 90 rublos, cuando el pasado verano rondaba los 55 debido al minicorralito impuesto por el banco central que dirige Elvira Nabiúllina. “El mercado esperaba un debilitamiento del tipo de cambio del rublo desde principios de año, pero no a esta velocidad. Su última caída se produce en un aumento de los precios del petróleo y de sus exportaciones por alta mar, junto con una mejor confianza en el comercio internacional”, apunta un análisis de mercados de la sociedad de inversiones rusa Loko-Invest.
La firma apunta a que el rublo ha perdido su fortaleza del pasado año al desaparecer el superávit de divisas que acumuló en los primeros meses de la guerra gracias al encarecimiento de las materias primas. Ello, sumado a la marcha de muchos inversores foráneos y a “la demanda de moneda extranjera por parte de la población rica y de quienes han huido del país”, ha disparado las peticiones de euros y dólares. “Los medios están copados de noticias sobre no residentes que hacen cola para vender sus negocios y retirar sus fondos del país. El proceso es extremadamente opaco, y en un mercado de divisas poco líquido, esto provoca volatilidad en el tipo de cambio”, añade la compañía.
El ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, quitó hierro a la fluctuación del rublo frente a unas divisas que han perdido interés para un Kremlin orientado totalmente hacia el yuan de su socio chino. Según el alto cargo, Moscú no intervendrá en la cotización de la moneda rusa. “Se deba al aumento de las importaciones o a la reducción de los ingresos por las exportaciones, nuestro curso se adhiere a los principios del mercado y (el tipo de cambio) flota libremente ante las condiciones económicas externas cambiantes”, subrayó Siluánov.
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