La violencia que vive México ha ampliado una vez más su dimensión. La madre buscadora Teresa Magueyal ha sido asesinada este martes en el pequeño municipio de San Miguel Octopan, al noreste de Celaya, Guanajuato, según ha informado el colectivo Una promesa por cumplir. Magueyal buscaba a su hijo, José Luis Apaseo, desde el pasado 6 de abril de 2020, cuando desapareció en la misma localidad. Ahora, su nombre se suma a la lista compuesta por al menos cuatro mujeres que murieron asesinadas por buscar a sus desaparecidos en 2022.
Medios estatales y asociaciones narran que varias personas armadas a bordo de una motocicleta dispararon contra Magueyal a plena luz del día, mientras paseaba en su bicicleta cerca del Jardín de Niños de San Miguel Octopan. Las notas apuntan a que las autoridades de emergencia recibieron la información acerca de los disparos y del cuerpo tirado en el suelo de la calle Melchor Ocampo poco antes del mediodía. Hasta el momento, la Fiscalía de Guanajuato no ha informado acerca de lo ocurrido.
“Condenamos su cobarde asesinato y exigimos a las autoridades que investiguen de manera inmediata a los culpables de este terrible hecho. Así mismo, les pedimos que garanticen las medidas de reparación para su familia y mecanismos de no repetición para ella y las integrantes del colectivo”, han expuesto desde Una promesa por cumplir a través de un comunicado difundido en redes. En el escrito, el colectivo sostiene que continuarán con la búsqueda de José Luis Apaseo “y de todas las personas desaparecidas en el país”.
La cifra de desaparecidos en México superó el año pasado la cifra simbólica de 100.000 personas desde 1964, año en el que se inició el conteo. El número expuesto por el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas evidenciaba entonces la grave situación por la que pasa el país. Los números van más allá. En 2021 —último año con el registro completo—, murieron asesinadas 35.625 personas.
El asesinato de Magueyal no es un caso aislado, y abre un nuevo capítulo de la violencia y de las amenazas que envuelven a las madres buscadoras en México. En octubre, Blanca Esmeralda Gallardo —que buscaba a su hija Betzabé desde hacía un año— murió tras recibir siete tiros mientras se encontraba en la autopista que une Ciudad de México y Puebla, afuera de la colonia Villa Frontera, donde vivía. Un mes después, Cecilia Flores, la líder de las madres buscadoras de Sonora, denunciaba las amenazas que había recibido ante las instalaciones de la Fiscalía General de la República, en Ciudad de México: “Han puesto precio por mi cabeza”. Flores lleva más de siete años tratando de encontrar a sus desaparecidos. Con la voz temblorosa, y ante varios medios, comentó ese día: “Mi único pecado ha sido el de querer a mis hijos”.
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