Con un número en el pecho, ropa informal y frente a un micrófono, una chica joven participa en una audición inspirada en Operación Triunfo. Al acabar, un miembro del jurado es claro con ella: “Si tuvieras algo, no estarías aquí”. Con rabia, ella responde directa: “Eres un gilipollas”. Esta sencilla secuencia refleja bien el carácter de Yanet, malagueña que emigra a Madrid en busca de una oportunidad y que siete años después regresa a casa con una mochila llena de fracasos. Ese retorno es el punto de partida de la serie que ruedan estos días Mediaset España y Alea Media en Málaga con la participación de Asia Ortega, María Pedraza y Bernardo Flores. Se llama Urban. La vida es nuestra y tendrá seis capítulos de 50 minutos dirigidos por Koldo Almandoz y Jota Linares. Se emitirá en Amazon Prime Video y, aunque todavía no tiene fecha de estreno, apunta al mes de septiembre.
El jueves de la semana pasada, entre cables, cámaras, trípodes y un equipo siempre con prisas, una treintena de jóvenes abría bien los ojos en la entrada de la antigua prisión provincial de Málaga, al oeste de la ciudad. Iban maqueados al máximo: cejas perfiladas, eyeliners coloridos, piercings variados, sudaderas con capucha y bandoleras al hombro. Había chicos con largas trenzas de peluquería y chicas rapadas con vestidos de colores. Podrían ser los asistentes a la rave que asombró a España en enero desde La Peza, pero eran los figurantes de una de las secuencias que se grababa aquel día. Con maquillaje y vestuario traído de casa, transmitían justo lo que busca la serie. “La cultura urbana, la realidad, la verdad. Para desarrollar esta historia era muy importante contarla desde abajo, desde la calle”, contaba Jota Aceytuno, que daba como referentes trabajos como In My Skin (BBC y disponible en Filmin), Cómo mandarlo todo a la mierda (HBO Max) o Cardo (Atresplayer). Él tuvo la idea original allá por 2017 y hoy ejerce de productor ejecutivo junto a Arantxa Écija. “Es una serie de aquí y de ahora”, remachaba ella.
La vieja prisión —donde ya rodaron desde Ridley Scott a Isaki Lacuesta o el equipo de Black Mirror— es uno de los epicentros de la trama. Se ha transformado en el Palace, local donde se suceden las peleas de gallos y el concurso musical que atraviesa una historia que habla de atrevimientos, miedos, frustraciones, retos y sueños. De fracasos, caídas y personas que se levantan para volver a caer. “Urban es un espejo de cómo somos”, insistía Aceytuno mientras paseaba junto a celdas de paredes desconchadas repletas ahora de material técnico, un patio con campo de fútbol desbordado de maleza y espacios con las paredes llenas de los grafitis que el artista malagueño Lalone ha realizado para la producción donde el elenco posaba para las fotos.
“Silencio, por favor”, pedía el equipo antes de empezar la grabación, que se podía seguir desde una pantalla ubicada en la antigua capilla, bajo un sencillo mural del nacimiento del niño Jesús de cuando la cárcel era cárcel. Allí la prensa pudo ver el tráiler, que muestra un estilo muy marcado a partir de los agitados movimientos de una cámara siempre al hombro que persigue a los personajes. Y subrayó la importancia de la música urbana —rap, trap, latina, electrónica— en una serie que cuenta con diez temas originales compuestos por Víctor Elías y Jaime Vaquero.
Las imágenes también dejaron entrever el respeto al acento andaluz y el papel de Málaga como escenario principal. “Aquí el espíritu urbano está por todos lados. Tiene una veracidad que quizá en Madrid no conseguiríamos”, señalaba Ray Riesta, director de producción. Lejos de las clásicas postales turísticas, el rodaje se ha centrado en la zona oeste, en barrios populosos como Miraflores de los Ángeles. También en espacios céntricos pero olvidados por las instituciones como Lagunillas o el cauce del río Guadalmedina. “Es muy parecida a la Barcelona que conozco, la del mundo de la autogestión. Aquí hay sitios como La Invisible que dan independencia y poder al pueblo”, señalaba ya el viernes Asia Ortega (El Internado: Las cumbres). Si la producción eligió esta ciudad —entre otros aspectos— por la escasez de lluvia, ese día comprobó que el mal tiempo también tiene cabida en la Costa del Sol. Incluida la calima y un temporal de levante con grandes olas que prácticamente inundaban el local.
Dicharachera y divertida, Ortega recordaba que se preparó el tema Catalina de Rosalía para el casting mientras desgranaba su personaje. Lo construyó inspirándose en Nomi Malone —protagonista de Showgirls— a partir de un vestuario colorido, largas uñas pintadas, cadenas de oro y eyeliner metalizado. Una leona para superar obstáculos. “Lo que les pasa a nuestros personajes le puede pasar a cualquiera: tratar de cumplir un sueño y todas las dificultades que van apareciendo”, explicaba. “Los protagonistas están entrando en un camino en el que ya son adultos. Buscan su lugar y el éxito a través de muchos fracasos”, añadía con voz leve María Pedraza (La casa de papel, Élite, Las niñas de cristal) mientras reconocía su inspiración en la rapera canaria Sara Socas para interpretar a Lola.
En la ficción la relación de ambas no tiene etiquetas ni filtros, tampoco la que mantienen con Patrick, interpretado por Bernardo Flores (Express, Pasión de Gavilanes). “Es un chico que ha crecido en las calles, con muchos sueños y pocas posibilidades. Quiere ser Maluma, Bad Bunny, C. Tangana, pero no tiene dinero”, explicaba el mexicano con una sonrisa permanente. “Él se equivoca, pero también aprende y sabe pedir perdón”, apuntaba. Luego aprovechaba para recordar que la música no es para él importante solo en esta ficción, también en la realidad. Lanzó un sencillo hace dos meses y pronto llegará el segundo. A sus 26 años, este actor y cantante cumple sus sueños a un ritmo que ya quisieran para sí los personajes de esta nueva serie.
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