Rafael Nadal posa para la fotografía junto a un grupo de privilegiadas que han logrado tener acceso a la zona reservada del Pala Alpitour de Turín. Lo hace el mallorquín exactamente en el mismo punto en el que media hora antes, su preparador, Carlos Moyà, ha analizado para un reducido grupo de periodistas el paso fallido de su jugador por este Masters que se cierra con aroma a melancolía. Nadal, camino de los 37 años y padre desde el 8 de octubre, cuando su mujer María dio a luz, incide en el discurso nostálgico de los últimos tiempos.
“Como todo el mundo sabe, estoy haciéndome mayor”, dice tras haber vencido a Casper Ruud; triunfo estéril, o tal vez no. Dos días antes ya había sido apeado del torneo, pero la victoria le permite al menos cerrar el curso con mejor poso del que tenía unas horas antes. O quizá no del todo. El rostro del balear refleja cansancio, no tanto físico como anímico. Y, como viene siendo recurrente en este año de gloria y castigo, subidas y bajadas drásticas, habla e inevitablemente sus reflexiones enfocan al mañana y a ese día en el que tendrá que afrontar su despedida. Las emociones transitan a mil por hora por su cabeza: la inverosímil remontada de Australia, la costilla, el pie izquierdo, el Roland Garros más crudo, el abdominal, adiós a Federer, el nacimiento del pequeño Rafael…
“¿Si volveré a jugar la Copa Davis? Aunque me gustaría estar en todas partes, no puedo. Simplemente no puedo. Veremos si puedo volver a jugarla otra vez algún día… Pero no estoy seguro de ello. Por supuesto que me gustaría, pero el capitán [Sergi Bruguera] sabe desde principios de año que yo no era una opción”, concreta; “si represento a mi país, necesito hacerlo con toda la pasión, la confianza y el espíritu con el que lo hice en 2019 [cuando logró 8 de los 12 puntos que condujeron a España a la sexta Ensaladera]. Y este año no creo que se capaz de ofrecer ese nivel. No sé qué ocurrirá en el futuro, me hago mayor… Me gustaría despedirme de esa hermosa competición jugando, pero ya veremos qué depara el futuro”.
Quiere Nadal recuperar la continuidad. Era, al fin y al cabo, su objetivo prioritario esta temporada. Sin embargo, el desfile ha estado salpicado otra vez de parones y ausencias. Dice tener “dudas, que son buenas”, y valora haber facturado gracias a la victoria ante Ruud 200 puntos que, “a estas alturas de mi carrera, en algún momento te pueden ayudar para el ranking”. También precisa que su vida “ha cambiado un poquito” a raíz de la llegada de su primer hijo, y que ya no puede tomar “decisiones unilaterales” respecto a fechas y viajes.
La “increíble” vieja guardia
Así se despide Nadal, cariñoso con el traductor que le conoce desde que tenía 17 años –”¿te veo en enero en Autralia? ¡Me alegro!”– y que al ser preguntado por la circunstancia actual del ranking, que domina Carlos Alcaraz con la cifra más baja en los 15 últimos años, reivindica a la vieja guardia. “Pone en perspectiva todas las cosas que hemos hecho Roger, Novak y yo durante tantos años. Ha sido una regularidad increíble durante muchos años y año tras año”, resalta; “que haya dos o tres jugadores con esas puntuaciones [hasta los 16.000 que logró Nole en 2015] parece complicado. Lo que pueda pasar en el futuro, yo lo veré como espectador durante los siguientes años”.
Antes de que él tome la palabra, su técnico, Moyà, se ha expresado con relativa resignación. “Bueno, acaba ganando [un partido de tres]. No está mal… Evidentemente es mejor terminar así, que no habiendo perdido todos los partidos”, introduce. “No se jugaba nada, pero por lo menos ha dado la cara”, prosigue. “Le ha costado, es algo que no suele ser habitual en él. Estaba entrenando bien [como así ha sido], pero luego hay que llevarlo a la práctica al partido. Y ahí es donde la ha costado un poquito más”, añade; “no es fácil, pero preocupante, no. Es el último torneo del año. Hace nada estaba ganando Grand Slams, con lo cual no entiendo que sea un problema de nivel, sino que durante un año atraviesas momentos mejores que otros y ahora le ha tocado atravesar, quizá, el menos bueno”.
El entrenador agrega que ve a Djokovic favorito para el torneo y cierra con un mensaje críptico sobre el físico del tenista: “En el día a día ves muchas cosas que te hacen entender otras, que no somos partidarios de exponerlas, pero evidentemente hay cosas que van pasando y que son mejorables. Es verdad que de dolores más o menos es una época donde está bien y eso va a ser lo más importante de cara al año que viene”.
GIRA POR LATINOAMÉRICA, DESCANSO, PRETEMPORADA Y UNITED CUP
A. C. | Turín
Nadal voló este mismo jueves de regreso a casa, pero tan solo podrá disfrutar de un par de días de descanso. El lunes, el balear cogerá un avión en dirección a Buenos Aires para comenzar una gira de exhibiciones que también incluye paradas en Bogotá, Quito, Belo Horizonte, Ciudad de México y Santiago de Chile. En cinco de los seis casos se medirá precisamente con Ruud, y Alejandro Tabilo (87º del mundo) será el otro rival.
“Necesito invertir horas en la pista, y esto me va a ayudar”, matizó. “Al mismo tiempo, me servirá para recargar las baterías de energía porque la afición de allá es muy apasionada. No sé si tal vez será la última vez de mi carrera que pueda jugar delante de ellos”, prolongó con el mismo tono que presidió su charla con los periodistas.
Después de ese periplo, Nadal regresará a Mallorca para reunirse con su familia y a continuación emprenderá la pretemporada, alrededor de un mes para tratar de ponerse a tono y desembarcar en Australia con garantías. A priori, el español —12 torneos esta temporada que se cierra, 47 partidos— solo competirá en la United Cup antes del Open, que comenzará el 16 de enero en Melbourne Park.
En dicho torneo, mixto, liderará al equipo español y jugará con Paula Badosa, la representante femenina nacional con mejor ranking (13ª) en la actualidad.
Por otra parte, al tenista se le preguntó su opinión sobre el indulto que le ha concedido el país oceánico a Novak Djokovic, que en un principio no podía cruzar la frontera hasta 2025, pero que al final podrá regresar al grande australiano.
“El tenis es mejor cuando están los mejores jugadores en la pista. Lo que sucedió este año supuso un gran desorden, no fue bueno para nuestro deporte. Pero eso es pasado. Roger [Federer] ya no juega, yo me he perdido muchos torneos por las lesiones y él [Nole] no pudo jugar allí; ahora podrá hacerlo otra vez y esa es la mejor noticia posible, especialmente sabiendo que ahora mismo parece que el virus está más controlado en todo el mundo. Así que, ¿por qué no?”, zanjó Nadal.
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