A mediados de noviembre, el planeta alcanzó los 8.000 millones de habitantes, y los últimos 1.000 millones se han sumado a la gran familia humana en solo 12 años. A pesar de que hay múltiples causas que explican esta explosión demográfica, una de ellas es que, según los expertos, se ha hecho un buen trabajo para reducir la tasa de mortalidad infantil. Aun así, el jefe del área de Salud de Unicef, Aboubacar Kampo (Malí, 53 años) pone el foco en los que no sobreviven. “Aunque hay menos muertes infantiles, todavía cinco millones de niños pierden la vida todos los años por enfermedades prevenibles”, reflexiona en la sede del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia en Madrid. “¿Cómo puede ser que en 2022 todavía se mueran de una diarrea, sarampión o por desnutrición?”, cuestiona. Kampo estuvo en España a mediados de noviembre para mantener encuentros con expertos en la materia y en desarrollo.
Pregunta. ¿Qué importancia tiene, en cuanto a perspectivas de salud, que la humanidad haya superado los 8.000 millones de personas?
Respuesta. Cuantos más millones de personas, más desafíos de salud habrá. En algunos países será un reto para sus sistemas sanitarios, sobre todo en aquellos que están a la cola de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, vemos que muchos han reducido su inversión en Sanidad, cuando lo que tendrían que hacer es aumentarla para estar preparados para otras pandemias como la de la covid. Hemos escuchado durante tres años que nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos, pero algunos países se han enfocado únicamente en reforzar sus sistemas de salud nacionales, cuando sabemos que las enfermedades no tienen fronteras.
P. ¿Es una cuestión de egoísmo?
R. Absolutamente. Los ciudadanos no lo son, los países tampoco, pero los políticos sí.
P. Pero se ha mejorado a la hora de reducir la tasa de mortalidad infantil. ¿Algo bien se estará haciendo, no?
R. Bueno, depende de cómo lo mires. Aunque claramente hay menos muertes infantiles, todavía cinco millones de niños pierden la vida todos los años por enfermedades prevenibles ¿Cómo puede ser que en 2022 todavía se mueran de una diarrea, sarampión o por desnutrición?
P. El año pasado expresó su temor de que la salud global dejase de ser una prioridad para los países ricos una vez superada la pandemia. Ahora que parece que ha llegado ese momento, ¿sigue preocupado?
R. Seguimos preocupados, aunque se han realizado esfuerzos para abordar las desigualdades en el mundo. Se creó el mecanismo COVAX, pero hemos visto que, en los peores momentos, se han impuesto los intereses nacionales y se han evidenciado las inequidades. La gente ha empezado a saber cómo vivir con este virus, sin embargo, la próxima pandemia será completamente diferente. ¿Estamos preparados como comunidad global para afrontarla? No estoy seguro. Nos hemos enfrentado a una epidemia, nos ha envalentonado y nos ha dado una falsa sensación de poder, pero no siento que estemos listos.
P. Usted defiende que no responder con la rapidez necesaria a las crisis relacionadas con la salud es un fracaso del sistema sanitario. Los nuevos brotes de cólera en países como Haití, Líbano o Siria, ¿son fruto de un fallo de sus sistemas de salud?
R. Lo son hasta cierto punto, pero no solo del sistema sanitario. Hay que tener en cuenta que se trata de una enfermedad que surge de aguas no potables, por lo que habría que examinar todos los sistemas de saneamiento. Durante la pandemia, hubo muchos servicios de bien público que no recibieron el mismo cuidado y atención que otros. Es la combinación de saneamientos deficientes, en países donde hay un mayor número de personas con el sistema inmunitario más frágil, lo que ha desencadenado el resurgimiento del cólera, incluso en lugares donde estaba muy controlado. La pobreza es otro factor. La covid ha empobrecido a muchos hogares y las familias tienen menos posibilidades de actuar de forma prudente en temas de higiene.
Hay una creencia generalizada de que la sanidad solo genera gasto y no se considera una inversión
P. ¿Qué le preocupa más a Unicef de estos nuevos brotes?
R. Que está presente en puntos donde no suponía un problema, lo que demuestra que algo está fallando. El cólera no es necesariamente algo alarmante. Tiene fácil solución. Sabemos qué funciona y qué no. La cuestión es que cuando surge esta enfermedad, aparecen otras con remedios más complejos.
P. ¿Por qué resurgen los mismos problemas, que se creían superados, una y otra vez?
R. Nos gusta hablar de lecciones aprendidas, pero realmente no las aprendemos.
P. España dedicó en 2020 el 8% de su PIB a la salud, frente al casi 11% de Alemania y el 10,3% de Francia. Según lo últimos datos del Banco Mundial, África subsahariana destinó de media apenas un 4,97%. ¿Qué razones frenan una mayor inversión en salud, especialmente en los países en desarrollo?
R. Hay una creencia generalizada de que la sanidad solo genera gasto y no se considera una inversión. Asociarlo como algo que no contribuye al PIB y solo produce población sana, subestima en cierto modo la contribución que hace a la economía de los países. La salud desempeña un papel fundamental cuando se trata del sector financiero y económico del país. Implica riqueza. Y aunque nos gusta decirlo, no todo el mundo lo piensa.
P. Acabar con el VIH/sida es un objetivo de la Agenda 2030 y para ello ningún niño debería ser portador del virus para 2025. ¿Es posible?
R. Cuando los humanos nos proponemos algo, lo conseguimos. Lo hemos visto con la covid. Sabemos lo que hay que hacer para conseguirlo. Es una cuestión de generar voluntad política en los países clave y proporcionar los recursos adicionales para hacerlo realidad. Hay países africanos de ingresos medios que están muy cerca de lograr la erradicación de la transmisión de madre a hijo. Lo que queda es identificar a los niños seropositivos y ponerlos en tratamiento. De esa forma estaríamos controlando la pandemia del VIH/SIDA. Pero si infrafinanciamos los programas, se convierte en una tarea imposible.
Si invertimos más en atención primaria, lograremos la cobertura sanitaria universal y estaremos preparados para la próxima pandemia
P. La humanidad ha retrocedido a niveles de desarrollo de 2016, según la ONU, lo que supone un lastre para la consecución de los ODS en 2030, también los relacionados con la salud. ¿Hay algún dato para la esperanza, que muestre avances?
R. Indonesia es un buen ejemplo de mejoría: han reconfigurado su concepto de atención sanitaria primaria y se han asegurado de que las inversiones se realizan en el lugar adecuado para mejorar la salud de las personas. La pandemia ha reunido al sector privado y al público para abordar la crisis provocada por la pandemia. Se necesita voluntad política y que la financiación esté en el sitio adecuado. Si invertimos más en atención primaria, lograremos la cobertura sanitaria universal y estaremos preparados para la próxima pandemia.
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