Estados Unidos está “total, absoluta, exhaustivamente comprometido” con la defensa de Japón, ha asegurado este viernes Joe Biden. El presidente estadounidense se reunía este viernes en el Despacho Oval con el primer ministro nipón, Fumio Kishida. Su objetivo común: promover el papel militar de Japón en Asia y modernizar la alianza bilateral, fundamental para ambos países frente a la amenaza que los dos perciben en el auge de China.
“Japón y Estados Unidos se enfrentan al mayor y más complejo clima de seguridad en la Historia moderna”, aseguraba Kishida al comienzo de la reunión, que incluía un almuerzo de trabajo. El primer ministro nipón, cuyo país preside este año el G7, concluía con este encuentro una gira por capitales de ese grupo de economías más avanzadas en el que el cierre de acuerdos de seguridad ha desempeñado un papel protagonista.
Japón adoptó el mes pasado una nueva estrategia de seguridad nacional que representa su mayor giro en política de Defensa desde la posguerra y otorga un nuevo protagonismo a sus Fuerzas de Autodefensa, el ejército nipón. Este país adquirirá nuevas capacidades de defensa antiaérea -tiene prevista la compra de decenas de misiles Tomahawk estadounidenses- y aumentará este año su presupuesto militar en un 25%. Su gasto militar pasará en los próximos cinco años del 1 al 2% del PIB. Esa iniciativa busca responder, en parte, al rearme de Corea del Norte y a la belicosidad de Rusia -con quien mantiene una disputa territorial en las islas Kuriles-. Pero, sobre todo, busca contrarrestar la modernización a marchas forzadas de las fuerzas chinas, convertidas ya en el segundo ejército más poderoso del mundo.
Desde entonces, Estados Unidos ha dado la bienvenida una y otra vez al giro nipón. Kishida es “un verdadero líder y un verdadero amigo”, sostenía Biden mientras ambos dirigentes sonreían a las cámaras sentados junto a la chimenea del Despacho Oval. “Nuestra alianza de seguridad nunca ha sido más fuerte”, apunta un comunicado conjunto divulgado por la Casa Blanca tras la reunión. “Ambos líderes reafirmaron que la alianza sigue siendo el pilar de la paz, la seguridad y la prosperidad del Indo-Pacífico”.
Los responsables de Defensa y Exteriores de ambos países se reunieron el miércoles en la capital estadounidense para aprobar un refuerzo de su alianza militar bilateral, que para Tokio representa el cimiento de su política exterior y para Washington, el pilar de su estrategia de seguridad en Asia. Los dos gobiernos acordaron ampliar al espacio y a los satélites nipones la protección que el paraguas nuclear estadounidense garantiza a Japón. Este viernes, ambos gobiernos tenían previsto firmar un acuerdo de cooperación espacial en la sede de la NASA.
Además, se creará una nueva unidad de infantería de marina de EEUU que sustituirá a otra de artillería y tendrá su base en Okinawa, en el sur del archipiélago nipón. Según ha declarado el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, esta unidad será “más letal, más flexible y más capaz”.
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Y, sobre todo, dado dónde tendrá su base, estará cerca de las aguas de Taiwán. La isla autogobernada, alineada con Occidente y que China considera como parte de su territorio, es la gran preocupación de Tokio y Washington en la zona y el principal punto de fricción con Pekín, que no renuncia a la unificación por la fuerza. Tanto la Casa Blanca como el Kantei nipón anticipan que, en caso de conflicto en torno a la isla, Japón desempeñaría un papel militar clave en la defensa taiwanesa.
“Reiteramos la importancia de mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán como un elemento indispensable de la seguridad y la prosperidad en la comunidad internacional”, apunta el comunicado conjunto.
Biden y Kishida, que trataron también sobre el programa nuclear de Corea del Norte y la invasión rusa de Ucrania -Japón fue el primer país asiático en imponer sanciones de represalia contra Moscú-, no limitaron su conversación a cuestiones de seguridad. Ambos tenían también previsto abordar asuntos de interés económico mutuo, como las cadenas de suministro globales, o el sector de los semiconductores.
Washington ha aprobado importantes restricciones al uso por parte de empresas chinas de tecnología estadounidense de semiconductores, y para el éxito de esa medida le es fundamental la colaboración de Japón, uno de los grandes socios comerciales de Pekín. Hasta el momento, y aunque Tokio ha pronunciado buenas palabras sobre los pasos de EEUU, ha evitado sumarse de modo explícito a esa iniciativa.
“Profundizaremos nuestro liderazgo compartido en materia de seguridad económica, incluida la protección y promoción de tecnologías emergentes y estratégicas, incluídos los semiconductores; el espacio, incluido nuestro nuevo Acuerdo Marco para el Espacio; y la seguridad energética y las energías limpias, donde hemos ahondado nuestra cooperación sobre energía nuclear al tiempo que respetamos los estándares más exigentes contra la proliferación”, indica el comunicado conjunto.
Ambos líderes volverán a verse las caras de manera presencial en las cumbres del G7 en Hiroshima, la ciudad natal de Kishida, y del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en San Francisco (California) en noviembre de este año.
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