Bob Chapek salió de Disney con los bolsillos llenos. El consejo de la compañía decidió despedirle en noviembre pasado después de un año algo tormentoso, pese a que solo unos meses antes había decidido extender su contrato. Gracias a esa renovación, el directivo tendrá una indemnización de salida de algo más de 20 millones de dólares (18,5 millones de euros al cambio actual) tras haber ganado otros 24,2 millones de dólares el pasado ejercicio, según la información registrada por la compañía este miércoles en la Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos.
En el ejercicio fiscal 2022, cerrado el pasado 1 de octubre, percibió un sueldo fijo de 2,5 millones de dólares, incentivos en acciones valorados 10,8 en millones, opciones por valor de 3,75 millones y una paga variable de 6,75 millones, además de otras retribuciones valoradas en 372.000 dólares entre las que destacan gastos personales de viaje asumidos por la empresa. En total, 24,2 millones de dólares, lo que suponía un descenso desde los 32,5 millones del año anterior.
En junio de 2022, el consejo acordó prorrogar por tres años el contrato de Chapek, “basándose en su labor al frente de la empresa durante los desafíos sin precedentes de la pandemia y en el crecimiento del negocio de streaming de la empresa”, según figura en la convocatoria de la junta de accionistas publicada este miércoles.
Sin embargo, Disney explica que el consejo dedicó mucho tiempo a debatir el liderazgo de la empresa en los meses siguientes y, solo cinco meses después, en noviembre, “determinó que Chapek ya no era la persona adecuada para desempeñar el cargo de consejero delegado”. Según la compañía, los importantes avances y cambios en el entorno macroeconómico general durante este periodo influyeron en la forma en que el consejo consideró al líder adecuado a la luz de la rápida evolución de la industria y la dinámica del mercado.
“El consejo concluyó que, ahora que Disney se embarca en un periodo cada vez más complejo de transformación de la industria, el señor Iger es el mejor situado para dirigir la Compañía mientras se identifica a un sucesor adecuado a más largo plazo”, añade la documentación registrada por la empresa. Tras dejar la presidencia de la compañía en 2021, Bob Iger volvía con un contrato de dos años al cargo de primer ejecutivo que había ocupado durante entre 2005 y 2020, antes de ceder el grueso de sus funciones ejecutivas al propio Chapek.
Por ello, el 20 de noviembre, con el pasado ejercicio fiscal ya cerrado, el consejo decidió rescindir el contrato de Chapek y llegó a un acuerdo de consultoría con él. La indemnización en metálico a la que tiene derecho es de 6,5 millones de dólares por los algo más de dos años y medio de contrato que le quedaban por cumplir y otro millón de dólares de bonificación prorrateada para el ejercicio 2023. Pero a esa cifra se suma un incentivo en acciones estimado en cerca de 12,7 millones de dólares adicionales, aunque esa cifra es aproximada y cambia en función del momento de venta de los títulos adjudicados.
Bob Iger, que pilotó la compra por Disney de Pixar, Marvel y Lucasfilm, vuelve a la compañía con un contrato que fija un sueldo de un millón de dólares anuales, una retribución variable en metálico de hasta 2 millones y un incentivo en acciones con un objetivo de 25 millones de dólares ligado a la evolución de la empresa. En el ejercicio 2021 ganó 45,9 millones por estar al frente de la compañía.
Un contrato rentable
El que ha tenido un paso fugaz y deslucido, pero muy rentable por la compañía, ha sido el director de asuntos corporativos y responsable de comunicación, Geoffrey Morell. Se incorporó el 24 de enero del año pasado y recibió una prima de fichaje de 2,75 millones de dólares, más otros 500.000 dólares, para hacer frente a su traslado y el de su familia desde Londres a Los Ángeles. Con eso, más sueldo, acciones, opciones y otros pagos ganó 8,4 millones de dólares, pese a que solo duró en el cargo hasta finales de abril. Fue despedido tras ser responsabilizado del enfrentamiento de la compañía con el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
Empleados de Disney se quejaron de que la compañía no hubiera protestado por la ley educativa de Florida que prohibió hablar en los colegios de identidad de género y orientación sexual (conocida como ley de “no digas gay”). La empresa decidió entonces criticar la ley, lo que desató la ira de DeSantis. El gobernador de Florida impulsó una ley para despojar a Disney del estatuto fiscal especial que le permitía no pagar impuestos en Florida a cambio de hacerse cargo de los gastos derivados de los servicios públicos en la zona donde opera los parques. DeSantis firmó la ley de castigo a Disney el 22 de abril y Morell fue despedido una semana después.
Además de los 8,4 millones que ya había cobrado, Morell percibió otros cuatro millones por la rescisión de su contrato. En total, 12,4 millones por menos de 100 días, a razón de unos 125.000 dólares diarios. Además, la empresa se ha comprometido a recomprarle la mansión de 4,5 millones que Morell se compró en Pasadena, en las afueras de Los Ángeles.
La atención de la junta, con todo, no estará tanto centrada en las retribuciones de los directivos como en la batalla del inversor activista Nelson Peltz, dueño del grupo Trian, para entrar en el consejo. Peltz, que tiene unos 800 millones de dólares invertidos en acciones de la compañía y no era partidario de la vuelta de Iger, negoció sin éxito entrar en el órgano de administración de la empresa y ahora ha decidido llevar su batalla a la junta.
En la convocatoria, la empresa explica que tras una presentación realizada por el inversor, el consejo rechazó su nombramiento porque no había presentado “una sola idea estratégica para Disney” y porque “su evaluación de Disney parecía ajena al cambio secular que se había producido en la industria de los medios de comunicación, así como al impacto de la pandemia en cada parte del negocio de la empresa, desde la producción a la exhibición, pasando por los viajes de ocio”. Peltz dedicó buena parte de su exposición a criticar la compra del grueso de los activos de entretenimiento de Fox por parte de Disney en 2019.
El consejo también consideró que la experiencia de Peltz “se centraba principalmente en empresas de bienes de consumo envasados y no en el sector de los medios de comunicación o la tecnología, ni en ninguna otra industria impulsada por el talento creativo o la creación de experiencias únicas para los clientes”. A los consejeros también les daba miedo que fuera un elemento de “disrupción” dentro del consejo.
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