Con tan solo 11 años, Brooke Shields (Nueva York, 57 años) se convirtió en un icono sexual tras su papel protagonista en la película La Pequeña (en el original Pretty Baby, de 1978), en la que interpretaba a una niña prostituta por la que los clientes ofrecían su dinero para ver con quién perdía la virginidad. Este fue el inicio de una carrera cinematográfica que giraría en torno a la sexualización de su cuerpo siendo todavía una niña. Más de cuatro décadas después, la actriz protagoniza un nuevo documental, también llamado Pretty Baby (y aún sin traducción al español), que se podrá ver próximamente en la plataforma Hulu pero que se estrenó en el Festival de Cine de Sundance el pasado viernes. En él, ha desvelado un episodio de violación que vivió cuando tenía 20 años y en el que también habla sobre el abuso de personas jóvenes en la industria de Hollywood.
Es la primera vez que Shields ha hablado sobre lo sucedido y, aunque no ha dado el nombre del agresor, sí que ha detallado cómo fue el episodio que la persiguió y avergonzó durante años. Era 1987. Tras terminar la universidad, la actriz quería regresar al mundo del cine y cenó con un productor de la industria para hablar sobre posibles proyectos. Después de la cena, regresaron al hotel donde él se hospedaba y desde donde él se ofreció a pedirle un taxi a casa. “Subí a su habitación y él desapareció”, relata ahora la actriz. Aquel hombre regresó unos minutos después a la habitación, completamente desnudo, y se abalanzó sobre ella: “Tenía miedo de que me ahogara”.
“No peleé mucho, no lo hice. Me quedé congelada. Un ‘no’ habría sido suficiente, pero solo pensé: ‘Mantente con vida y después te vas’. Solo me callé y esperé”, relata Shields sobre la violación. Cuando todo acabó, ella se marchó de la habitación, cogió un taxi y lloró durante “todo el camino” hasta la casa de un amigo. A sus 57 años, y casi 40 después de aquel suceso, Shields reconoce que no procesó la violación hasta mucho tiempo después y que durante ese periodo se culpó a sí misma por la agresión: “Creía que de alguna manera había enviado algún mensaje inapropiado. Bebí vino, subí a la habitación… Él se sentía confiado”.
Años más tarde, la intérprete le envió una carta a su violador para confrontar lo que había hecho. Pero nunca recibió respuesta: ”Le dije: ‘¿Sabes qué? Me niego a ser una víctima porque esto es algo que sucede sin importar quién eres y sin importar si estás preparada o no”. Quiso borrar todo lo sucedido de su mente, pero, según relata, ni su cuerpo ni el sistema, la industria, la ayudaron en el proceso y simplemente tuvo que volverse más fuerte e intentar pasar página por su cuenta y con el paso del tiempo. De hecho, hasta ahora, pese a haber relatado episodios de acoso graves, nunca había contado públicamente esta violación.
Aun así, la actriz no quiere que se hable solo de este episodio, puesto que el documental se centra no solo en ella sino en la sexualización de las personas jóvenes en la industria. Y nadie mejor que Shields para hablar sobre ello. Además, también analiza la obsesión de los medios con su virginidad, el alcoholismo de su madre y su primer matrimonio con la estrella del tenis Andre Agassi, con quien se casó en abril de 1997 tras cuatro años de relación para separarse apenas dos años después. Dos años más tarde, él se casaría con la también tenista Steffi Graf y ella con el guionista Chris Henchy. Ambas parejas siguen casadas.
La obstinación de Shields sobre la sexualización de la juventud tiene el origen en la suya propia. Vivió una provocativa sesión desnuda a los 10 años. Un año después, interpretó a una prostituta infantil en La Pequeña. A los 15 años, formó parte del rodaje de la película El lago azul (1980), una película sobre la madurez sexual y la perdida de la virginidad de dos jóvenes náufragos. Un año después, protagonizaría Amor sin fin (1981) de Franco Zeffirelli. Pero, sin duda, lo que más escandalizó al público estadounidense fue el anuncio publicitario que realizó junto a Calvin Klein. En él, aparece la joven promocionando los vaqueros con una frase que la ha perseguido durante su adolescencia y a lo largo de toda su vida adulta: “¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo? Nada”.