El excandidato presidencial y líder opositor Henrique Capriles (Caracas, 50 años) tiene ganas de hablar. Piensa que mucha gente no ha entendido lo que ha pasado en la oposición venezolana en las últimas semanas, aunque lo cierto es que nadie entiende bien lo que ha pasado en la oposición desde hace años, enfrascada siempre en acusaciones y críticas cruzadas. El año 2022 acabó con el final del llamado gobierno interino de Juan Guaidó, un método de presión contra el chavismo que se creó en 2019 para acabar con él pero que nunca logró ningún tipo de poder ni objetivo. Fue la propia oposición la que lo eliminó en vista de su fracaso.
El líder opositor piensa que haberse quitado de encima la estructura creada alrededor de Guaidó, a la que él se refiere como “fantasía muy costosa” para la oposición, abre una oportunidad de oro para replantear la política opositora y unirse de cara a las probables elecciones de 2024. Confía en la celebración de unas primarias que definan pronto al candidato -que podría ser él aunque aún no lo dice claramente- para vencer al chavismo.
Cuando atiende a EL PAÍS desde su oficina en Caracas, a través de zoom, acaba de hablar por teléfono con el embajador estadounidense. Cree que en las semanas que vienen está en juego el futuro de Venezuela para los próximos seis años y quiere que todo el mundo se mueva rápido. Y para eso hacen falta varias cosas. Por ejemplo, que gente como él, Guaidó -de quien dice que es alguien que “no entendió nada de lo que pasó en los últimos años”- o Leopoldo López -al que considera un “nostálgico de una política fracasada”- se pongan de acuerdo en ir todos a unas primarias y asumir al que gane como el candidato de todos.
También se necesita, dice Capriles, que Estados Unidos agilice el desbloqueo de fondos venezolanos que se acordó en la negociación entre el chavismo y la oposición en México para no frenar el proceso. Pero nada depende solo de él mismo, que encima está inhabilitado por el chavismo. Por eso parece nervioso. “Hay que avanzar”, dirá varias veces a lo largo de la charla.
Pregunta. Hace un año y medio dijo a EL PAÍS que Venezuela estaba ante su mejor oportunidad en años. ¿Cómo lo ve hoy?
Respuesta. El gobierno interino fue la crónica de un fracaso. Ahora quieren generar la opinión de que la oposición ha dado un salto al vacío y de que le regalamos a Maduro la desaparición de ese gobierno. Eso es falso. Lo que se hizo fue acabar con una política fallida que venía de 2019. Para mí el gran perdedor de la eliminación del gobierno interino es Maduro.
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P. ¿Qué pierde exactamente?
R. La retórica de confrontarlo permanentemente. Probablemente voy a ir a Europa porque mi percepción es que está creciendo la idea de que ante la dificultad que vive la oposición, Maduro va a ganar en el 2024. Eso es mentira. Sigue habiendo una gran oportunidad para que el pueblo venezolano pueda expresarse libremente en unas elecciones competitivas. Con la eliminación del gobierno interino la oposición ha ganado la oportunidad de salirse de una fantasía muy costosa, que acabó debilitándola. El gobierno interino debía haber tenido un solo objetivo: la convocatoria de un proceso electoral, no construir una burocracia, no nombrar embajadores. Se creyeron el cuento de que eran un gobierno. Maduro no gana nada con su desaparición porque sencillamente no existía.
P. ¿Confía en que del diálogo en México salgan unas elecciones justas en 2024?
R. Soy optimista en que puede haber un cambio en el 2024 porque conozco bien la realidad de Venezuela, porque vivo aquí y conozco nuestro país. Siento en la gente la esperanza de un cambio. No quiero ser optimista en cuanto al proceso de negociación, porque prácticamente todos han fracasado. Esa suerte de burbujita que Maduro ha tratado de vender al país y a la comunidad internacional se desinfló. Hay una situación de precariedad económica muy grande. Maduro puede estar interesado en negociar por eso y ambas partes tienen que ceder. Hoy hablé con embajadores europeos y con el de Estados Unidos para insistir en que no podemos perder el impulso.
P. ¿Le pidió al embajador de EE UU que agilicen el desbloqueo de fondos venezolanos?
R. Sí, muy diplomáticamente ese fue un poco el mensaje. Ese no es el tema nuclear, el tema es celebrar unas elecciones democráticas en Venezuela, por eso digo que ‘no nos enredemos’ ahí. Maduro se va a agarrar a cualquier cosita porque es obvio que quiere mantenerse en el poder. Pero también sabe que para tener legitimidad y reconocimiento internacional debe recuperar su capital político, el apoyo de la población, y para eso tiene que mostrar logros económicos. Por eso está dispuesto a entrar en un proceso de negociación.
P. ¿Qué le contestó el embajador?
R. No lo puedo compartir, pero no soy un defensor de la política hacia Venezuela de la administración anterior y sí pienso que la administración Biden puede avanzar más rápido. Desde el primer día han dicho que la solución pasa por una negociación, así que hay voluntad. Yo creo que lo que hagamos y lo que dejemos de hacer en las próximas semanas puede ser decisivo de cara a los próximos seis o siete años en Venezuela.
P. ¿Qué hay que hacer y dejar de hacer?
R. Hay que dejar de estar atrapados, como si fuéramos unos nostálgicos. Se sigue alimentando una mirada política que está más que demostrado que no va a abrir la puerta a un cambio. La política de la máxima presión, creyendo que va a generar un estallido social, una fractura militar y va a haber un levantamiento y se va a sacar a Maduro. Hay algunos que conozco, que son padre e hijo y viven en España, que permanentemente suenan como unos nostálgicos al insistir sobre una política que siempre ha fracasado. Hay que avanzar.
P. Hablando de Leopoldo López… ha dicho que usted y otros opositores quieren un candidato por consenso y no celebrar primarias.
R. Una declaración de ese tipo lo único que hace es contribuir a dinamitar las primarias. Primero, porque es una falsedad. La única vez que yo he sido candidato por consenso es porque nadie quería serlo. La oposición no tiene en este momento la posibilidad de elegir un candidato por consenso. Estoy absolutamente a favor de las primarias, de un proceso de consulta abierto y lo más amplio posible.
P. Siempre hablan de lograr la unidad de la oposición, pero se llevan fatal. ¿Cómo se arregla eso en unos meses?
R. Para mí la unidad es un medio para lograr el cambio, no un fin. Hay que ponerle atención a la gente, tener una nueva narrativa, volver a enamorar a los venezolanos. No con nosotros, sino con la esperanza que siempre han tenido de que este país no esté condenado a vivir como vive.
P. Lo que está claro es que el cambio no sería igual con Capriles que con Guaidó, por ejemplo.
R. Absolutamente distinto. Mi propuesta es de encuentro, de paz, de prosperidad, de progreso, no de cambiar un conflicto por otro. Hay algunos colegas míos que son la continuación del conflicto. Son más sexis las posiciones extremas que las posiciones moderadas, pero creo que la gente tiene claro qué es lo que quiere y no quiere conflicto, no quiere seguir en la polarización.
P. ¿Qué haría usted si gobierna con los chavistas?
R. Ya goberné con el chavismo cuando derroté a Diosdado Cabello en las elecciones a gobernador de Miranda. Ya pasé por lo que es desmontar la polarización para poder gobernar. Esa sigue siendo mi visión, no tengo ninguna duda cuando planteo el encuentro.
P. ¿Piensa en una amnistía general?
R. Eso forma parte de una discusión de lo que significa una transición, lo que se llama la justicia transicional. Lo cierto es que una negociación significa tragar sapos y yo creo en la negociación y el acuerdo. Ahora el reto es que no permitamos que se sabotee el proceso de negociación.
P. ¿A quién le interesa sabotearlo?
R. Claramente a los que plantearon esta política de máxima presión, de una intervención militar. Eso está en su ADN. Dicen que decir esto fragmenta la oposición, pero es que hay políticas que por mucho que tú trates de encontrarlas, no se encuentran, por eso veo yo las primarias, para que el país se exprese sobre qué política quiere. Ahí está el inmenso reto de que la política racional sea la que se imponga frente a unos irracionales que pensaron que enfrentar una dictadura pasaba por asumirse también como una dictadura al interno de la oposición. Fue un error garrafal y en eso devino el interinato en los últimos tiempos.
P. ¿En una dictadura?
R. Más que llamarlo dictadura, digamos modus vivendi.
P. ¿Qué pasa con su inhabilitación?
R. La inhabilitación no contribuye a la legitimidad de un proceso electoral, pero la suerte de Venezuela no pasa por mi persona. Yo quiero que se recupere la democracia.
P. ¿Se va a presentar a las primarias?
R. No voy a decir si me voy a presentar, ahora estoy evaluando el terreno. Esa decisión vendrá cuando tenga que venir.
P. ¿Y si gana Guaidó?
R. Entonces sería el candidato… pero no creo que vaya a ganar. No por el hecho de que yo me vaya a presentar o no, no quiero sonar yoísta, pero la victoria no va por ahí.
P. Guaidó dijo hace poco a EL PAÍS que cualquiera, “hasta un perro”, le ganaría a Maduro en unas elecciones justas.
R. Por lo visto no entendió nada de lo que pasó en los últimos años y como que está dormido, no se ha despertado. Uno de los graves problemas es continuar con la subestimación de quien está en el poder. A mí me cuesta mucho entender a Guaidó, a veces siento que se necesitan subtítulos. No creo que cualquiera le gane a Maduro.
P. ¿Maduro está fuerte en este momento?
R. No digo que esté fuerte, lo que no hago es subestimarlo.
P. ¿El gobierno interino lo ancló más en poder?
R. El interinato hizo más débil a la oposición. Ustedes pueden percibir que Maduro se fortaleció, pero en las elecciones de noviembre del 2021, Maduro quedó como la primera minoría, no una mayoría. Si la oposición quiere, hace las cosas bien y sumamos todas las minorías podemos ser una mayoría.
P. Conteste sí o no. ¿Votaría por Guaidó si es el candidato?
R. No creo que vaya a ganar las primarias.
P. ¿Pero sí o no?
R. Es que es un escenario que no está en mi mente. Voy a votar por el que gane las primarias, ahí quizá me siento más cómodo respondiendo a la pregunta.
P. ¿Y piensa que Guaidó votaría por usted?
R. La verdad que no sé, pero las presidenciales se ganan con todo el voto, incluyéndolo a él, aunque ninguno de nuestros votos es decisivo.
P. No es decisivo, pero si ya ni se votan entre ustedes…
R. Obviamente hay que votar y yo lo haré por quien gane las primarias.
P. ¿Tiene posibilidades de ganarlas usted?
R. Esa es una decisión que toma la gente. Yo la invito a ver los estudios de opinión sobre quienes tenemos la posibilidad de ganar, incluso teniendo una cruz como esta [la inhabilitación].
P. ¿Cómo valora el papel del presidente Gustavo Petro en Venezuela?
R. No creo que Petro vaya seguir el camino de los regímenes autoritarios no democráticos por lo que he visto hasta ahora, porque además no voy a prejuiciarlo por un tema ideológico. Lo que yo creo es que Petro puede tener un rol importante como lo puede tener Lula, que son los dos países vecinos. A Colombia le va mejor si en Venezuela hay democracia, estabilidad, crecimiento económico y oportunidades. Debo reconocer el apoyo a la migración venezolana del expresidente [colombiano] Iván Duque, pero me voy por el mismo tema que con Bolsonaro. ¿Su política de confrontación a Maduro qué produjo? Nada. No sé cómo va a ser el balance de Petro, pero no lo voy a satanizar de entrada. Y eso que yo no soy su amigo. Si Petro votara en mi país, seguro que no votaría por mí.
P. ¿Y por quién cree que votaría?
R. Habría que preguntárselo a él. Creo que quizá tendría más simpatía por quien está hoy en el poder. Pero Petro tampoco debería pensar tan allá ni escoger a la novia o el novio. Debería de concentrar su esfuerzo en que los venezolanos podamos ir a unas elecciones libres.
P. ¿Le parece que él ha escogido?
R. No, no lo he etiquetado todavía. A pesar que en el pasado dijo algunas barbaridades, nadie está libre de culpas y pecado, somos seres humanos. Una cosa es cuando eres candidato y otra cosa cuando eres presidente. Ahora he estado siguiéndolo con atención y le he escuchado un discurso con una visión amplia. Aún no hemos visto a este Lula, pero me pareció absolutamente negativo lo que ocurrió en Brasilia. Comenté con quien me ayuda con la comunicación que nos habíamos quedado sin pronunciarnos sobre lo ocurrido, quizás por los ataques de quienes consideran que cualquier cosa que digas sobre Lula significa que le estás haciendo un guiño ideológico. No es eso, se trataba de defender la democracia.
P. ¿Le alegró la victoria de Lula?
R. No. He llegado una época en mi vida en que puedo no obtener ni alegría ni tristeza. Lo que sí digo es que yo no era fan de Bolsonaro.
P. ¿Cómo se define políticamente?
R. Me siento cómodo en el centro, que para mí no significa no tener posición, es pelear contra los extremos.
P. ¿Nunca se cansa, nunca le dan ganas de irse del país?
R. Sí me canso, pero de lo que no me he cansado es de tener esperanza. Respeto obviamente a la gente que se ha ido, pero eso nunca ha estado en mi mente.
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