Corea del Sur condena a Uruguay al fracaso en otro final dramático | Mundial Qatar 2022

En el estadio de Al Janoub todo fue un drama. Primero lo sufrió Ghana, por su particular trauma con los penaltis cuando se cruza con Uruguay, y al final la tragedia alcanzó a los charrúas. La victoria de Corea del Sur sobre Portugal en el descuento (2-1) arruinó a los sudamericanos y consumó uno de los fracasos del Mundial. A octavos pasan los lusos y los asiáticos, en este orden.

Uruguay llevaba toda la segunda parte cancheando, dejando pasar el tiempo, confiado en que su triunfo lo harían bueno los portugueses en la otra parte de Doha. Pero, en realidad, del vacío solo les separaba un gol de Corea del Sur, que iba empatando. Y el suelo se abrió bajo sus pies en el 84 con la diana de Hee-chan en el Education City. Victoria de Corea y vuelco total en el grupo. Los uruguayos pasaban a necesitar un tanto más. El desfase en el inicio de las segundas partes en los dos encuentros todavía les dejaba por delante un margen de 10 minutos y la ventaja de un partido descosido porque si ellos requerían uno, Ghana buscaba a la desesperada dos para un empate salvador. Un correcalles que terminó con los dos en la cuneta.

Luis Suárez lloraba en el banquillo y a un incrédulo Diego Alonso se le salía el corazón por la boca. La tuvo Cavani con un cabezazo a bocajarro, lo intentó Maxi desde fuera y en el último segundo Nicolás de la Cruz probó con un golpe franco. Un drama que finalizó con el árbitro saliendo casi a la carrera, huyendo de unos uruguayos fuera de sí que le reclamaban dos penaltis (uno de ellos, a Darwin Núñez, lo consultó en el monitor). Así murió el doble campeón del mundo (1930 y 1950), que empezó mal el torneo y lo cerró peor, golpeado a distancia. Sus dos únicos goles y una única victoria no le bastaron. Tampoco su mejoría en el juego. Triste epílogo para gente como Luis Suárez, Cavani o Godín.

El árbitro Daniel Siebert se marcha del campo a la carrera ante el acoso de los jugadores uruguayos.
El árbitro Daniel Siebert se marcha del campo a la carrera ante el acoso de los jugadores uruguayos.ALBERT GEA (REUTERS)

El primero en llorar fue Ghana. Tanto se habló en la previa del desenlace de los cuartos de 2010 que el partido tardó un cuarto de hora en retroceder de golpe 12 años. En Sudáfrica, las estrellas negras se fueron al traste de la forma más cruel: fallaron un penalti (Asamoah Gyan) en el último minuto de la prórroga después de que Luis Suárez despejara con las manos un gol hecho, y luego terminaron perdiendo la vida en la tanda decisiva desde los 11 metros. Nunca África había estado tan cerca de unas semifinales. Un palo para todo el continente. El deseo de revancha en Qatar resultaba tan evidente que se masticaba en todos los rincones de la delegación ghanesa. Y a los 15 minutos, el destino les preparó el plato que tanto ansiaban. Rochet despejó mal un disparo de Jordan Ayew y en el rechace arrolló a Kudus. El ejecutor fue Andre Ayew, el hermano de Jordan. Y a él se le volvió a caer encima la historia del país. Apuntó a su derecha, se acercó a saltitos y Rochet le negó. Trauma y medio.

Dos goles de Arrascaeta

El fallo tuvo efectos aún más catastróficos para el cuadro de Otto Addo, una calamidad en asuntos defensivos, una vía de fuga tras otra. Nadie sacó más tajada que Giorgian de Arrascaeta, el medio ofensivo del Flamengo, la gran novedad de partida de un Diego Alonso zarandeado en la previa dentro y fuera de la selección tras dos primeras actuaciones nulas. Las matemáticas le obligaban a ganar (y esperar) y al fin se animó a introducir algo más de filo. Sacrificó a Vecino (recurrió a él a la media hora por lesión de Bentancur) y dio carrete a este centrocampista de alma atacante que peina todo el frente y que tanto le demandaban desde fuera.

Ghana era un tembleque continuo. Primero la perdió Salisu como un colegial, aunque aún pudo enmendarse sobre la línea tras el intento de Darwin Núñez. Pero el segundo dislate seguido resultó demasiado para el cuerpo ghanés. Le volvió a entregar la pelota a Uruguay, Núñez la puso dentro del área y dos defensas, uno detrás de otro, se hicieron un nudo al unísono. Un estropicio. El meta todavía tocó el disparo de Suárez y Arrascaeta desahogó sobre la línea a los charrúas. Y al cabo de cinco minutos, una combinación uruguaya en la frontal la rubricó también Arrascaeta con un disparo magnífico: 2-0.

La primera mitad acabó con una imagen singular: todos los jugadores de Ghana reunidos en el centro antes de enfilar los vestuarios y la charla de Oddo. A la vuelta, allí ya no estaban los hermanos Ayew. En su lugar entraron Sulemana y Bukari. Apremiados por la necesidad, los cambios agitaron a los africanos, que prescindieron de Iñaki Williams a falta de 20 minutos. Rochet se vio exigido y Uruguay, sin alardes, se fabricó varias ocasiones ante un rival que se destapaba atrás. Olivera, Valverde (otro partido gris) y una acción polémica con Núñez dentro del área acercaron el tercero de Uruguay. El que le habría salvado. Pero no cayó y la jornada se abocó a un desenlace catastrófico para ambos. Sobre todo, para los sudamericanos, por heráldica y porque durante una hora se creyeron en octavos. Su condena fue coreana,

Federico Valverde, al final de un partido de la fase de grupos del Mundial de Fútbol Qatar 2022 entre Ghana y Uruguay en el estadio Al-Janoub, en Al-Wakrah (Catar).
Federico Valverde, al final de un partido de la fase de grupos del Mundial de Fútbol Qatar 2022 entre Ghana y Uruguay en el estadio Al-Janoub, en Al-Wakrah (Catar).
Esteban Biba (EFE)

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