La escritora mexicana Daniela Tarazona ha recibido este miércoles el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que reconoce a la autora de una novela publicada originalmente en español. El galardón ha sido entregado a la escritora por su libro más reciente, Isla partida, que cuenta la historia de una mujer que padece un trastorno neurológico y que experimenta un desdoblamiento. “La deriva hacia una sociedad uniforme en la que seamos puros e idénticos, aparejada al olvido de nuestra riqueza interior, que va de lo horrendo a lo sublime, solo nos acarreará sufrimiento. No somos correctos, no podemos ser lo que no está en nosotros, pero sí lo que guarda nuestro corazón”, ha pronunciado Tarazona al recibir el premio en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
En el libro de Tarazona, una de las dos mujeres que resulta de la partición decide irse a una isla para suicidarse, mientras la otra se queda y persigue el rastro de la que quiere quitarse la vida. El jurado que eligió la obra de Tarazona por unanimidad entre 107 novelas, compuesto por la mexicana Sara Poot Herrera, la chilena Andrea Jeftanovic y el venezolano Daniel Centeno Maldonado, y que este miércoles ha estado presente en el acto destacó que la novela de la autora es “magnífica, difícil, plena de emoción y significaciones, de deslizamientos por las pendientes de la cordura y la locura literarias; partida en dos y reconstruida con los pespuntes de la escritura”. La escritora, de 47 años y nacida en Ciudad de México, es también autora de las novelas El animal sobre la piedra (2008) y El beso de la liebre (2012).
Tarazona ha contado que supo que había ganado el premio mientras estaba en Madrid. Dijo “gracias, muchas gracias, muchísimas gracias” a la persona al otro lado del teléfono y bajó al portal. Estaba en silencio, se había quedado sin palabras. El discurso que ha leído este miércoles se fue escribiendo a partir de entonces. Antes que nada, la narradora y ensayista ha dedicado el reconocimiento a su madre: “A ti, María Eugenia, con amor infinito. Por nuestros ojos, que se parecen”.
“He estado pensando en las transmutaciones”, ha dicho Tarazona, y ha continuado: “El viaje de la autoría hacia las otras identidades desdobladas, de la responsabilidad del texto en los ojos de la persona histórica que lo escribe, y de cómo esos ojos asimilan la identidad de quien narra”. La autora ha señalado que es “la responsable de sus páginas” y también “el cuerpo que fue habitado por su voz narrativa”. “Ahora que a veces se confunde la responsabilidad de la autoría con el desempeño de una voz dentro del texto considero importante detenerme para observar la diferencia”, ha indicado. También ha aclarado: “Isla partida es un testimonio y una ficción”.
“No soy una escritora ejemplar, no me ha interesado dar lecciones de conducta a través de mis libros. En cualquier caso me he empeñado en desobedecer en las medidas de mis posibilidades. ¿Por qué la literatura tendría que suscribir el buen comportamiento y lo que se impone como el sano juicio?”, ha continuado. La autora ha señalado que vive “en una época extraña” en la que “la tecnología provoca que las emociones sean etiquetadas como mercancía”. “Y ocurre lo mismo en la literatura”, ha continuado. “Lo que sentimos tiene que escapar de las pantallas (…) La humanidad está en otro sitio”. “Estas ideas también reverberan en el ánimo de la protagonista multiplicada de Isla partida”, ha explicado la autora.
El premio que ha recibido este miércoles Tarazona, dotado con 10.000 dólares, se otorga desde 1993, cuando fue instaurado por la escritora nicaragüense Milagros Palma. Este año, se cumplen tres décadas desde entonces. En 2021, la ganadora fue la escritora uruguaya Fernanda Trías por su novela Mugre Rosa, en la que imaginó el horror de la pandemia antes de que ocurriera. El año anterior, el galardón había sido para la argentina Camila Sosa Villada por su libro Las malas, que sigue a un grupo de travestis que se prostituye en un parque de la ciudad de Córdoba. Otras autoras reconocidas por el premio han sido Almudena Grandes (2011), Cristina Rivera Garza (2009 y 2001), Gioconda Belli (2008) o Elena Garro (1996).
Sumarse a esa lista, ha dicho la autora, es “un sueño cumplido” y un “orgullo”: “Me asombra y me anima en igual medida”. “Eso que puede mirarse como desequilibrio en la novela, su no linealidad, la velocidad interrumpida, se constituye por fragmentos, por secuencias rotas o miradas desviadas porque nuestra identidad es una suma desordenada de imágenes, seños y vivencias, como el propio pulso del pensamiento en estado de alerta”, ha dicho Tarazona. “Al fin y al cabo, no somos los cuerdos y los locos: es la misma especial. Y nuestra locura conjunta es la construcción de un mundo habitable”, ha indicado, y también ha reclamado: “Seamos la ferocidad y la falla; la desorientación y la pregunta. Seamos el lenguaje, ese animal perseguido que aparece y desaparece. Escapar del mundo circundante para regresar más alegre, menos envilecida o más infame, según se presente la necesidad, son mis feroces motivos literarios y son vitales”.
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