Lo que los agentes encontraron en el Cereso 3, de Ciudad Juárez, se parece más a lo que se podría decomisar en una fiesta clandestina que a una prisión. Las autoridades hallaron un toro mecánico, decenas de altavoces, guitarras, baterías y teclados, calentadores y refrigeradores, asadores, televisiones de plasma, consolas de videjuegos, ventiladores y aparatos de aire acondicionado. También, una serpiente en un terrario. Además, de miles de pares de tenis, entre los que hay unos, con la etiqueta todavía puesta, de casi 1.000 dólares. Las armas, la droga y el dinero en efectivo se daban por descontado. Después de encontrar y destruir el botín, la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, ha sentenciado: “Se acabaron los privilegios”.
El Centro de Readaptación Social número 3 era el centro de operaciones de los grupos criminales en Ciudad Juárez. Hace años que las organizaciones de derechos humanos alertan de que la prisión estaba controlada por los propios reos. En 2019, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Chihuahua señaló en su informe anual: “La seguridad está prácticamente a cargo de los propios internos, en algunos módulos, incluso algunos contaban con llaves de áreas como salones de clase y comedores”. Que lo que ocurría allí dentro tenía muy poco de vigilancia carcelaria lo sabían todas las autoridades. Maru Campos lo reconoció en enero del año pasado, después de una jornada de vehículos y tiendas quemadas: “Mucho de esto está surgiendo del interior de uno de los Ceresos aquí en Ciudad Juárez”.
Dentro de la cárcel reinaba una figura: Ernesto Alberto Piñón de la Cruz, alias El Neto, líder de Los Mexicles. Este grupo griminal surgió de una pandilla carcelaria en EE UU y se afincó a este lado de la frontera. Las peleas internas y contra otras bandas, como Los Aztecas o los Artistas Asesinos, marcaban la vida dentro y fuera del penal. En agosto de este año ya se registró una operación en Juárez para tratar de liberar al Neto, murieron 10 personas, pero no lo lograron. La fuga tuvo éxito el primer día de 2023.
En un ataque coordinado, que comenzó a las siete de la mañana y en el que hubo 17 muertos —10 de ellos personal de seguridad de la cárcel, sacaron al Neto. Aunque la libertad al Neto solo le duró cinco días, lo mataron en un enfrentamiento con las autoridades el 5 de enero, la fuga de película obligó a mirar de frente lo que sucedía en el Cereso. El secretario de Seguridad federal, Luis Cresencio Sandoval, explicó que dentro del penal había lo que calificó “celdas VIP”, en una de ellas con caja fuerte hallaron 85.000 dólares. Pero solo era el principio.
Una puerta secreta al exterior
En un cuarto de supuesto uso exclusivo para el personal, detrás de un contenedor de basura, las autoridades encontraron una abertura de poco más de un metro. “Era una puerta que daba haca el exterior y se brincaba toda la aduana, todos los posibles lugares donde se pudiera captar alguna evidencia cuando las cámaras podrían funcionar”, explicó Gilberto Loya, titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Chihuahua. Para terminar de redondear al propósito Loya añadió: “Es un lugar por donde podía salir y entrar lo que sea, desde personas hasta lo que quieras meter y sacar de ahí”.
Las autoridades estatales creen ahora que es por ahí por donde entraron todos los objetos ahora requisados, sobre los que no había ningún registro de entrada. No hay datos de cuándo fue construida esta puerta, que ya ha sido sellada con barras de hierro.
En el Cereso 3 conviven unos 3.900 internos, muy por encima de la población que puede soportar el penal. Como sucede de forma habitual en muchas cárceles de México, mientras algunos de los reos están hacinados, otros disfrutaban de las comodidades que compra el dinero y el poder. El exgobernador de Chihuahua Javier Corral explicó a EL PAÍS que durante su mandato se decidieron a construir un módulo de alta seguridad, que costó unos 40 millones de pesos. “Es un edificio de cuatro niveles y 450 metros cuadrados de construcción, rodeado de malla perimetral de aislamiento, monitoreo de celdas, automatización de puertas y esclusas, cámaras. Tiene capacidad para 46 reclusos”, señalaba el exmandatario, con una pega: “Nunca se utilizó, los delincuentes no han permitido hacerlo”.
Gilberto Loya explicó ahora que “una vez terminado el trabajo de limpieza dentro del Cereso 3, se rehabilitará la infraestructura del lugar porque se detectó que en muchas celdas se habían hecho ‘ampliaciones”. Además se sealizará un registro biométrico individual de todos los internos y se reforzará el acceso a los pasillos con candados. El responsable de la seguridad pública ha afirmado que, ahora sí, el Cereso 3 es un lugar “seguro y controlado”.
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