El capellán de la cárcel de Albacete ha sido detenido y puesto en libertad provisional acusado de un presunto delito de tráfico de drogas, según han informado fuentes de la policía y ha confirmado la Diócesis de la provincia. Estas fuentes no han facilitado datos personales del sacerdote, ni tampoco qué droga ni en qué cantidad supuestamente había introducido en Centro Penitenciario de La Torrecica.
El cura fue puesto disposición del Juzgado de Instrucción número 1 de Albacete, en funciones de guardia, quien el viernes pasado decidió su puesta en libertad provisional. El diario La Tribuna de Albacete explica que el religioso contó a la juez que él mismo tenía un problema de adicción de estupefacientes, por lo que se ha comprometido a ingresar en breve en un centro de desintoxicación.
El juzgado ha imputado al cura de manera provisional un delito contra la salud pública, imputación que es provisional y que se tendrá que concretar a lo largo de la investigación judicial. Como medida cautelar para el investigado, el Juzgado de Instrucción número 1 de Albacete también ha decretado la obligación de comparecencia ante el juzgado todas las semanas, así como cuantas veces sea llamado.
El Obispado de Albacete ha divulgado un comunicado en el que reconoce “la detención y posterior puesta en libertad” del cura, que pertenece a la Congregación de la Misión (Padres Paules). “El sacerdote, que goza de la presunción de inocencia, se ha manifestado dispuesto a colaborar con la autoridad judicial para el esclarecimiento de los hechos y ha reconocido su adicción, por lo que va a ingresar en un centro especializado en espera de ulteriores decisiones judiciales”, reza la nota del Obispado de Albacete.
La relativa facilidad con que se introducen drogas en las cárceles es uno de los principales problemas de los sistemas penitenciarios. Por ejemplo, en uno de los últimos casos investigados se comprobó como unos funcionarios aprovechaban su condición para introducir drogas y diversos objetos (especialmente teléfonos móviles) en la cárcel a cambio de una remuneración económica.
Los encuentros físicos o vis a vis de los presos con familiares y amigos, por un lado, y los permisos de salida a los internos, por el otro, son las dos principales vías de entrada de droga a la cárcel, según constatan los informes policiales en investigaciones similares.
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La pandemia de coronavirus, sin embargo, cortó de un día para otro esas vías de suministro, de modo que los funcionarios se convirtieron prácticamente en la única salida para una demanda de sustancias que seguía existiendo.