El Día del Trabajo no es para Vox. Desde que el pasado 12 de febrero casi llenó la plaza de toros de Murcia, Santiago Abascal ha protagonizado mítines multitudinarios por toda España, pero este lunes solo ha reunido a varios cientos de seguidores en la plaza madrileña de Chamberí: 2.500, según los organizadores; y 700, según la Delegación del Gobierno. Los asistentes han ocupado la zona peatonal de la glorieta, pero no han invadido la calle de Santa Engracia ni la calzada lateral, por lo que no se ha cortado el tráfico, aunque varios furgones policiales estaban en la zona con carácter preventivo.
Vox ha aprovechado la celebración del Primero de Mayo —o la festividad de San José obrero, como han puntualizado varios oradores, subrayando su carácter religioso— para arremeter contra los sindicatos de clase. En la plaza donde nació el líder socialista y ministro de Trabajo de la República Francisco Largo Caballero, Abascal ha tachado a Comisiones Obreras y UGT de “sindicatos del crimen”, les ha recriminado que no hayan “movido un dedo” contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez y les ha advertido de que, si Vox entra en el Gobierno tras las próximas elecciones generales, los “va a poner en su sitio” y les va “a quitar las subvenciones, como ha hecho en Castilla y León”.
Intentar acabar con los sindicatos de clase es uno de los objetivos primordiales de Solidaridad, el brazo sindical de Vox y teórico organizador del mitin de este lunes, aunque su secretario general, Rodrigo Alonso, solo haya intervenido como telonero del presidente de Vox. En las últimas semanas, Solidaridad ha lanzado una campaña contra los líderes de UGT y CC OO, a los que despectivamente tacha de “comegambas”, y ha repartido octavillas ante las sedes sindicales con activistas disfrazados de crustáceos. Además, se ha personado en la causa judicial abierta por el desvío de dinero del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) por parte de una exempleada de UGT Madrid y ha pedido que el sindicato socialista pase de testigo a investigado.
Pese a criticar a CC OO y UGT su apego a la teoría marxista de la lucha de clases, Abascal la ha hecho suya, reformulándola, para asegurar que la verdadera lucha no es entre ricos y pobres o patronos y trabajadores, sino entre la clase de los “oligarcas globalistas”, integrada por “multimillonarios, lobbies y mafias”, de un lado, y “el pueblo honrado trabajador”, de otro. Con la primera estarían todos los partidos, salvo el suyo, así como sindicatos, patronal, “medios de comunicación subvencionados” y “tontos útiles”; y con la segunda, solo Vox.
Una vez que la ola del nacionalismo catalán ha remitido, la Agenda 2030 (que recoge los objetivos de desarrollo sostenible aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas) se ha convertido en el gran espantajo de Vox. Sin explicar de qué puntos de dicha agenda discrepa, el partido ultra le atribuye todos los males, de la deslocalización de empresas a la imposición de una supuesta dieta a base de “carne sintética, insectos y gusanos”.
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Vox y Solidaridad —el sindicato no hace públicas sus cuentas— han cubierto la fachada de un edificio del centro de Madrid con una gigantesca lona que caricaturiza a los dirigentes de todas las demás fuerzas políticas, de EH Bildu al PP, unidos por su compromiso con la Agenda 2030.
Abascal ha alertado del riesgo de que, en las próximas elecciones, el PP se lleve “votos patrióticos y conservadores” (que en anteriores comicios fueron a Vox) para acabar luego aceptando “las líneas rojas de la izquierda”; es decir, que no pacte con su partido. Alonso, por su parte, ha disculpado a quienes en el pasado cometieron “el error” de votar al Partido Popular. Entre ellos, se supone que él mismo, pues durante ocho años fue concejal del PP en un pueblo de Almería.
“Ahogar a los españoles”
A menos de un mes para la celebración de elecciones en más de 8.000 municipios y 12 comunidades autónomas, a las que se presenta su partido, Abascal ha arremetido contras las autonomías, de las que dicho que solo han servido para “ahogar a los españoles, hundiendo cualquier posibilidad de prosperidad”, y para que “los políticos vivan por encima de sus posibilidades”. Se da la circunstancia de que el secretario general de Solidaridad es portavoz adjunto de Vox en el Parlamento andaluz, del que cobra más de 6.000 euros netos mensuales.
Uno de los gritos más coreados en el mitin ha sido “¡Solidaridad nacional!”, en alusión al nombre del sindicato y a su apuesta por la “prioridad nacional”, que discrimina a los inmigrantes extranjeros, aunque sean legales, frente a los españoles. “La caridad bien entendida empieza por uno mismo”, ha justificado Abascal. Solidaridad Nacional era el nombre del periódico del sindicato vertical en Barcelona bajo la dictadura franquista, que se editaba en los talleres incautados a Solidaridad Obrera, el diario de la central anarcosindicalista CNT.