El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ha lanzado este sábado en la XXVIII Cumbre Iberoamericana de República Dominicana una dura arremetida contra Estados Unidos, el sistema financiero global y el bloqueo económico. En busca de la complicidad de los líderes iberoamericanos, el mandatario ha condenado el embargo comercial y ha repudiado la decisión de Washington de mantener la isla en la lista de los países patrocinadores del terrorismo. “El Gobierno de EE UU se empeña de desestabilizar a nuestro país y destruir la revolución cubana”, ha clamado Díaz-Canel, la voz más crítica con algunos de los planteamientos de la Cumbre.
La delegación cubana frustró en las reuniones previas la iniciativa más relevante del encuentro, una propuesta de reforma del mercado financiero mundial que tenía el propósito de facilitar el acceso al crédito, especialmente en América Latina. El mandatario llamó en su intervención a reestructurar la arquitectura financiera internacional, pero vinculó esa urgencia a evitar que se reproduzca un esquema de “colonialismo moderno”. Cargó también contra las “burbujas del capitalismo financiero” y exigió la eliminación de la deuda externa. El mandatario aprovechó también para dejar clara su “solidaridad con los Gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, sometidos a constantes intentos de desestabilización”. Coincidió, no obstante, con el planteamiento de los presidentes de República Dominicana y de Costa Rica a favor de una movilización internacional en apoyo de Haití.
Si la presencia de Daniel Ortega nunca estuvo sobre la mesa, en las horas previas a la cumbre sí que cundieron las especulaciones sobre la aparición de Nicolás Maduro, que primero confirmó y finalmente canceló su asistencia —al igual que en Andorra hace dos años o el pasado enero en la última cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)—, en esta ocasión por sospechas de un contagio de covid-19. El chileno Gabriel Boric fue el único que se pronunció sin medias tintas contra el régimen de Managua, lo que muestra las enormes diferencias entre los Ejecutivos que, en el espectro de la izquierda, gobiernan hoy en América Latina.
El colombiano Gustavo Petro hiló, por su parte, un alegato en defensa del expresidente peruano Pedro Castillo, en la cárcel desde el pasado diciembre tras un intento fallido de autogolpe de Estado. “Debería estar aquí, el golpe se lo dieron a él”, enfatizó. Más conciliador, el argentino Alberto Fernández, otro de los gobernantes progresistas de la región, optó por un llamamiento a la idea de cohesión que sobrevoló toda la cumbre: “Somos todos pasajeros en el mismo barco, tenemos todos un destino común, nadie se salva solo”. Antes que él, el presidente de Bolivia, Luis Arce, también había aludido a la necesidad de que los 22 países iberoamericanos unan fuerzas. “Si no nos unimos, habremos perdido la oportunidad de obtener algún beneficio concreto para nuestros países”, remarcó.
Los ataques de Díaz-Canel a Estados Unidos han llegado hasta el terreno deportivo. El político criticó el hostigamiento del equipo cubano de béisbol que la semana pasada jugó la semifinal del Clásico Mundial en Miami. “Solo por representar a Cuba, nuestros peloteros y sus familiares fueron acosados sin ninguna consideración”, dijo. “Agradecemos el valioso acompañamiento de Iberoamérica por los valiosos pronunciamientos de rechazo al bloqueo y sus demandas de exclusión de Cuba de la arbitraria lista de Estados patrocinadores del terrorismo. Frente a los intentos del imperio de recolonizarnos e imponernos una cultura y modelos únicos, la región se une, bajo el liderazgo de la Celac”, continuó. Cuba celebra este domingo elecciones parlamentarias cuya única incógnita serán los índices de abstención.