Diego Forlán (Montevideo, 43 años) es el último uruguayo que ha levantado un trofeo en un Mundial: el de mejor jugador de Sudáfrica 2010. Antes de que España se desatara, el exdelantero del Villarreal, Atlético y United había anotado cinco goles en esa edición, casi todos latigazos desde fuera del área que entraron culebreando. El culmen de una carrera muy larga (no se retiró hasta los 39) que le llevó a disputar tres Copas del Mundo (2002, 2010 y 2014) y a anotar 224 tantos. En La Celeste, solo Luis Suárez (66) y Cavani (56) superan sus 36 dianas. Su selección no pasó del empate en el debut ante Corea del Sur (0-0) –”no se perdió, era el primer partido, no está mal”, se consuela- y este lunes le espera un duelo fronterizo contra Portugal (20.00, Gol Mundial). “El objetivo es competir, pasar y luego ver los cruces”, apunta.
Pregunta. ¿Ha cambiado el oficio de delantero desde que usted empezó?
Respuesta. El delantero tiene que ser el mismo de siempre, la esencia no se puede perder. Es lo que pasa, que la gente malinterpreta y a veces hay entrenadores o formadores que quieren cambiar cosas, pero estas deben seguir siendo lo que son. ¿Se le pueden agregar nuevas? Sin duda, pero el portero tiene que atajar; el defensa, defender; y el delantero, meter goles. Igual que hace 60 años. Ahí viene gente que quiere inventar. Si no haces goles, nada vale. Si no defiendes, puedes salir con la pelota desde abajo, pero si sales 10 veces y te meten seis goles, entonces no salgas más. No hay que confundir.
P. ¿Se confunde mucho?
R. Muchos entrenadores piensan que son más que los jugadores. Se olvidan de que si no tienes futbolistas, no puedes ser técnico. Y lo digo yo, que soy entrenador. No es lo mismo dirigir un gran equipo que otro que pelea el descenso. Obviamente, tener un buen entrenador eleva el nivel. Pero si la calidad del plantel es más baja, podrás subir un poco la vara, pero nada más. A veces los entrenadores pensamos que hacemos la diferencia y nos olvidamos de que los actores son los jugadores. Yo le puedo decir al jugador cómo va a ser el partido, pero si él no tiene la capacidad para tomar decisiones, mucho no puedo hacer.
P. ¿Son muy distintos los entrenadores de hoy?
R. Sin duda. Te dan más información, hay más estudios. También el jugador llega con más conocimiento porque se le forma en esa dirección. Antes te decían lo que había que hacer, y ya. Si preguntabas, no había una explicación. Ahora es diferente y eso permite que el futbolista entienda el juego. Por eso, cuando hablan te das cuenta de lo bien que lo cuentan.
Antes te decían lo que había que hacer, y ya. Si preguntabas, no había una explicación
P. ¿Antes mandaba el instinto?
R. Instinto, talento, no había tanto análisis. Los entrenamientos eran diferentes. Ahora hay más exigencia sobre el jugador, pero también más cuidados en la preparación física, psicológica y alimenticia.
P. ¿Esto ha hecho al fútbol más interesante?
R. Siempre fue atractivo. Solo que ahora se conocen más a los actores, sus historias de vida, lo que vende el fútbol, los estadios, los viajes… Todo el negocio.
P. Usted ha dirigido en su país al Peñarol y Atenas San Carlos, ¿qué tipo de técnico es?
R. Me interesa jugar bien, pero luego no es lo mismo llevar al Atlético que a un equipo que asciende y desciende. Hay que adaptarse a las necesidades y a la plantilla.
P. ¿Qué es jugar bien?
R. Es tan relativo, depende de para quién. Es hacer lo que necesitas o puedes hacer, y ganar. Jugar bien de acuerdo al rival y a las cualidades de tus jugadores, ser pragmático, conocer tus limitaciones. Luego jugar bonito son otras situaciones, pero tal vez no son lo productivas que queremos.
P. Su golpeo lejano lo tenía todo: potente, bonito y efectivo. ¿Cómo llegó a él?
R. La coordinación se puede trabajar, pero ya la traes. Y después está la experiencia. Si habla con entrenadores de porteros, le dirán que hoy le dan mejor que cuando eran jóvenes porque cada día practican entre 50 y 100 veces. Yo terminé disparando bien de zurda y de derecha porque lo entrenaba desde diferentes lugares. Tenía condiciones, pero las trabajé.
P. ¿Cómo?
R. No todos los días le podía pegar desde 30 metros, me hubiera lesionado. Si el entrenamiento había sido fuerte, practicaba la técnica y evitaba darle de lejos. Dejaba eso para otro día, pero cada día intentaba hacer algo. Yo siempre iba antes y me quedaba después, desde chico.
P. ¿Cuántos le seguían?
R. Si era por asistencia, ganaba por escándalo. Muchos no se quedaban y otros solo lo hacían de vez en cuando.
Lo que sorprende de Valverde es que sigue haciendo las mismas cosas que en juveniles
P. El que le pega ahora es Valverde. Usted coincidió con él en Peñarol, en su última etapa en activo.
R. Nunca dudé de su crecimiento porque tenía condiciones. Como joven, debía agarrar experiencia. Está en un buen momento personal y familiar, que influye mucho, cuenta con el apoyo de su pareja, se siente cómodo en el club, tiene al lado a buenos jugadores… Coincides con gente que lo ha visto en las inferiores y te dice que todo lo que se ve ahora ya lo hacía. Lo que sí sorprende es que lo siga haciendo. Porque a veces algunos hacen cosas de chicos y, cuando llegan a Primera, no son los mismos.
P. ¿La timidez le ha impedido crecer antes?
R. No, creo que lo está dando bien. Es joven y juega en uno de los mejores equipos con un protagonismo creciente. El año pasado marcó un gol y este ya lleva ocho. A medida que Kroos o Modric vayan dejando su espacio, él lo irá agarrando. Todas las piezas se van encajando de forma natural.
P. Él debería ser uno de los líderes de una Uruguay que ya no tiene a Óscar Tabárez tras 15 años en el banquillo. ¿Cómo vivió el cambio?
R. Fue una lástima por todo lo que logró, pero los resultados mandan. Los análisis siempre son a posteriori y hoy, viendo lo que pasó, digo que fue en el momento justo. No estábamos en un buen momento y podía peligrar el Mundial. La federación tomó una decisión que era para pocos, había que estar en sus zapatos.
P. ¿Usted la hubiera tomado?
R. Es difícil, había que estar dentro para conocer el pulso anímico del equipo. Habrían sido días sin dormir.
Tal vez jugar bonito no es todo lo productivo que queremos
P. ¿Qué le ha aportado Diego Alonso a la selección?
R. En el fútbol cambian un entrenador y los resultados, de repente, funcionan. Los delanteros empiezan a meter goles y los porteros las sacan. Es tan difícil saber las razones… A veces tienes entrenadores que trabajan muy bien y no consiguen los objetivos. Y otros hacen lo mínimo y le sacan el máximo rédito al plantel. En este caso, el cambio fue muy bueno. Trajo renovación, ilusiones, esperanzas, y eso llevó a que el equipo volviera a creer.
P. Ahora les espera la Portugal de Cristiano, con quien coincidió en el United. ¿Tan difícil es gestionar el final de una carrera?
R. No es fácil. Durante muchos años, todas las decisiones son con tu carrera en ascenso y luego hay que tratar que el descenso sea lo menos brusco posible.
P. ¿Qué es lo más complicado?
R. Es difícil decirlo en su caso porque ha llegado tan arriba y durante tanto tiempo… Los demás estuvimos a un gran nivel, pero no al suyo. Ahora parece que está bajo y, en realidad, no es así.
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