No había ley que detuviera a los aficionados que cazaban furtivamente a los pilotos fuera de sus garajes para una foto del recuerdo. Para ellos todo lo valía. No por nada gastaron más de 100.000 pesos en un pase al Gran Premio de México que les permitía estar en una de las zonas más exclusivas del circuito mexicano, estar un poco cerca de los garajes y vivir una experiencia VIP. Un grupo masivo de estos fans abarrotó el pasillo principal por el cual cruzan Verstappen, Checo Pérez o Hamilton, los periodistas y los mecánicos más rápidos del mundo para detonar escenas de caos.
Fernando Alonso, dos veces campeón de la Fórmula 1, daba un paso y era abordado por un par de adolescentes. Dos pasos más adelante era recibido por una pareja que en cuanto tocaban la pantalla de su móvil para hacer una foto lanzaba un grito eufórico: “¡Güey, no mames!”. Un niño tomaba del codo al español para que voltease, pero el español seguía a lo suyo para no perder minutos clave en la última práctica. Del otro lado, Carlos Sainz tenía que salir escoltado por miembros de Scuderia Ferrari para que no le pidiesen autógrafos. Hamilton quería atender a un niño que le pedía una firma, pero abortó la misión porque una marejada de fanáticos corría en masa para atraparle. La escena se repitió a lo largo de este sábado de clasificación con la mayoría de los pilotos este sábado.
La Fórmula 1 impulsó una serie de boletos exclusivos dentro lo lujoso que puede ser ir a una de las carreras. Le llaman la F1 Experiences, los cuales ofrecen ver la carrera desde las entrañas de los autódromos, pueden caminar por el pit lane, donde emergen los monoplazas, tener un tour guiado por la pista y tener contacto directo con alguno de los pilotos. Algunos de esos prestigiosos boletos se dan a las marcas patrocinadoras de la carrera o de la misma Fórmula 1. Este año, sin embargo, aumentó el número de asistentes y los pilotos lo notaron de cerca.
“Pedimos a todos estar tranquilos, estamos en el paddock [cercano a los garajes], para que no griten o empujen demasiado, pero aparte de eso estoy bien con eso”, contó Sainz. EL PAÍS, así como otros medios, corroboró las escenas de caos que se desataron por momentos. El piloto más buscado, cómo no, era el héroe local, Checo Pérez. “Sí, hay bastante gente, muchos más que lo normal. [A] los mexicanos nos gusta demostrar el cariño [de esta forma]. Solo es mantener el orden y respetar el espacio de los pilotos es importante para que sigan disfrutando todos de una buena fiesta”, dijo Pérez en declaraciones recogidas por Motorsport. El piloto francés, Pierre Gasly, denunció que uno de los asistentes le abrió una de su mochila, según informó ESPN. “Creo que dejar entrar a la gente está bien, pero es cierto que hay algunos invidatos que no respetan el espacio que necesitamos”, agregó el piloto de Alpha Tauri.
En 2021, el Gran Premio mexicano se realizó bajo estrictas normas sanitarias por la covid-19. Había poco contacto entre los pilotos y los fans, incluso a la prensa se le tenía prohibido convivir con los asistentes. Un año después, lo único que queda es el uso del gel antibacterial. La F1 ha concedido un contrato hasta 2025 a México para que continúe en el calendario. “Esto es lo que amamos de Fórmula 1: entusiasmo, pasión, energía, gran espíritu de deporte, es una gran oportunidad para mostrar al mundo lo que es México, la verdadera cara de México”, dijo Stefano Domenicali, CEO de F1. La juerga en las tribunas, donde los boletos costaban alrededor de unos 6.000 pesos, era picosa y con el famoso Payaso de rodeo, la canción-baile de todas las fiestas mexicanas. El frenesí de los fans más VIP empachó a los pilotos de la F1.
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