Seis policías han muerto asesinados en Nuevo León este fin de semana, en un ataque de agresividad extrema perpetrado por un grupo de delincuentes, muy cerca de la frontera con Estados Unidos. Ocurrió en la madrugada del domingo, a unos 15 kilómetros del río Bravo. Un convoy criminal, integrado por unas diez camionetas, según la prensa local, atacó a una decena de agentes de la policía estatal, que circulaba en dos vehículos por la carretera que une Anáhuac y el poblado de Colombia, ya en la frontera. Además de los asesinados, dos agentes más resultaron heridos.
Según reportes de medios de comunicación de la región, tres de los seis agentes murieron en el lugar. El grupo criminal se llevó a otros tres, que aparecieron muertos horas más tarde en la carretera La Ribereña, que discurre en paralelo a la línea fronteriza con Estados Unidos, en la región noreste de México. El titular de la policía estatal, Gerardo Palacios, ha dicho que el ataque fue una venganza contra la corporación: “Llevábamos 14 enfrentamientos contra ellos y en todos habíamos vencido. Habíamos logrado bajas y aseguramientos”.
Este lunes, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, se ha referido al ataque en su conferencia de prensa matutina. “Lamentablemente, se presentó esta emboscada. Ya se está apoyando con fuerzas federales. Desde que se supo de inmediato acudió personal de la Secretaría de al Defensa y de la Guardia Nacional”, ha dicho. El mandatario ha informado de que “se está haciendo la búsqueda de este grupo de la delincuencia organizada”.
Según el conteo del Proyecto Azul Cobalto, del experto en cuerpos de seguridad y armamento, Daniel Gómez-Tagle, Nuevo León cuenta 42 asesinatos de policías desde 2017. Este año ha sido el peor para el Estado en este rubro desde que inició el conteo, con nueve. Según la organización Causa en Común, que sigue también la violencia contra policías, en lo que va de año ya son 193 agentes asesinados en todo el país.
Los poblados de Anáhuac y Colombia han protagonizado titulares en los últimos años en México. En 2018, organizaciones de derechos humanos denunciaron que elementos de la Secretaría de Marina estaban detrás de la desaparición de casi medio centenar de personas en la zona. La dependencia pidió perdón por ello tiempo después. El año pasado, organizaciones denunciaron igualmente la desaparición de decenas de ciudadanos en el tramo carretero que comunica Monterrey con Nuevo Laredo, vía paralela a la que comunica Anahuac con Colombia.
“Es una carretera que colinda con otros dos estados, Tamaulipas y Coahuila”, explica Raymundo Ramos, encargado de la organización civil Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo. “Es una zona muy peligrosa. La Marina ahí tiraba cuerpos de los que desaparecieron. Nosotros localizamos en esa zona ocho”, añade. “Lo que sé es que hay problemas por esos rumbos”, sigue, “grupos que quieren operar y quieren meterse ahí. Lo que ha pasado no deja de ser una disputa territorial”.
Elevando un poco el visor, los problemas trascienden a la región oeste de Nuevo León y Tamaulipas. En la parte este, a unos 200 kilómetros de allí, policías de Tamaulipas asesinaron el año pasado a 19 personas, la mayoría migrantes. Los motivos nunca estuvieron claros, pero dejaban ver las costuras de las redes criminales de la región, siempre vinculadas al aparato estatal, por acción u omisión.
En el caso de Anáhuac y Colombia, todavía no se ha informado públicamente del grupo que podría estar detrás del ataque. Ni la policía estatal de Nuevo León ni la Fiscalía han dado detalles de la investigación sobre lo ocurrido. Para Raymundo Ramos, “lo qué hay que investigar es por qué iban tan pocos policías. Regularmente, ellos operan la Guardia Nacional o el Ejército. De noche no transitan. Es muy peligroso y se quedan en sus cuarteles. Hacen rondas de 6 de la mañana a 10 de la noche. En la Fuerza Civil [policía estatal de Nuevo León] nunca andan solos en sus rondines. No quiero decir que andaban haciendo cosas malas, pero sí es raro”, zanja.
Gómez-Tagle señala igualmente la pobreza del operativo. “Eran pocos agentes, pero considera que Nuevo León tiene poco más de 12.000 agentes para cubrir guardias en todo el Estado. Si sacas turnos de 12 horas son 6.000 por turno. Quítale los administrativos y mandos y te quedan entre 4.000 y 5.000 por turno”, argumenta. El experto añade: “El problema es que van mal equipados y con poca inteligencia. La primera es responsabilidad del Estado, la segunda de la Federación. La inteligencia de la Federación a la que me refiero es derivada de las obligaciones de la Guardia Nacional. Las atribuciones y obligaciones de la Guardia van más allá de hacer acto de presencia”, concluye.
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