El objetivo prioritario del Banco de México es mantener una inflación baja y estable. Esta es la premisa escrita con letras de oro del banco central mexicano, sin embargo, en el contexto actual, con una inflación al alza desde hace meses y una tasa de interés a un nivel inédito del 10%, la institución enfrenta un momento de máxima tensión. La minuta de la más reciente reunión de la junta de Gobierno dada a conocer este jueves reveló que si bien todos los integrantes coincidieron en la necesidad de continuar incrementando la tasa de interés, existe al menos un integrante del banco central que ha alertado sobre que un ritmo demasiado restrictivo de la política monetaria en el país podría traer efectos contraproducentes en el consumo, el crédito y la inversión. Al igual que el resto de los bancos centrales en el mundo, el Banco de México enfrenta la encrucijada entre mantener la tendencia al alza en la tasa de interés, como principal garante para anclar la escalda de precios, o reducir el ritmo de estos incrementos para no encarecer el crédito, inhibir el consumo y asfixiar a la economía. La última reunión de política monetaria en México, a principios de mes, resultó en el aval de la mayoría para elevar la tasa en 75 puntos base, en sintonía con la Reserva Federal de EE UU.
En la minuta del pasado 9 de noviembre —documento en donde se exponen los argumentos sin identificar al orador— un miembro consideró importante reducir el ritmo de incrementos ante el balance de riesgos asociado a las decisiones de política monetaria. El integrante del banco central estimó que la fortaleza reciente de la moneda nacional brinda una oportunidad para ello. Opinó que se enfrenta, por un lado, el riesgo de implementar un apretamiento monetario insuficiente, que se traduciría en un proceso inflacionario más persistente y costoso de revertir, y por el otro, el de implementar un apretamiento excesivo que repercuta sobre la estabilidad macroeconómica y financiera. Añadió que un elevado costo financiero puede afectar a empresas, instituciones financieras y gobiernos con altos niveles de apalancamiento, y deterioraría las perspectivas de crecimiento económico y del empleo, lo cual podría elevar las primas por riesgo.
No obstante, el resto de los integrantes del Banco de México consideró que aún se debe mantener una política restrictiva debido a la incertidumbre en el contexto geopolítico y a que, pese la escalada de precios ha mostrado signos de moderación, la inflación subyacente (que no tiene en cuenta los alimentos frescos ni la energía por su volatilidad) sigue en aumento en el país. “No será posible relajar las condiciones hasta que no se observe una clara trayectoria descendente y sostenida de la inflación. Enfatizó que, con base en la información disponible, es claro que será necesario mantener una postura monetaria restrictiva durante el horizonte de planeación, lo cual, en su opinión, debe comunicarse explícitamente”, comentó un miembro del Banco de México.
Respecto a la política monetaria de la Reserva Federal, un integrante de la junta agregó que la institución conduce su política monetaria considerando todos los determinantes de la inflación, incluidas las acciones de la Reserva Federal. Argumentó que tanto México como Estados Unidos enfrentan presiones inflacionarias significativas, y se encuentran en un ciclo de apretamiento monetario, sin que ello implique que el Banco de México siga de manera mecánica a la Reserva Federal. Otro miembro aseguró que debe mantenerse un diferencial de tasas respecto de Estados Unidos de al menos 600 puntos base, por lo que los ajustes de la tasa de fondos federales deberán seguir siendo el piso. Expresó que esto es una decisión fundamentada y no una reacción automática. Agregó que solo será posible desligarse cuando la dinámica inflacionaria diverja o haya certeza sobre la tasa terminal de la Reserva Federal.
Sobre las previsiones de la inflación en México, la mayoría de los integrantes de la junta de Gobierno destacó que para el corto plazo los pronósticos para la inflación general presentan revisiones marginales a la baja, mientras que los correspondientes a la subyacente se revisaron ligeramente al alza. Algunos puntualizaron que por primera vez en varios meses no se ajustó al alza el pronóstico para la general, no obstante, aún prevalecen nubarrones en el horizonte debido a la persistencia del componente subyacente en niveles elevados. Los expertos resaltaron que la inflación de las mercancías alimenticias es la que presenta las mayores presiones, así como su preocupación por el alza en la inflación subyacente —que no tiene en cuenta los alimentos frescos ni la energía por su volatilidad— y que se ubicó en octubre en 8,42%. Incluso, un integrante de la junta insistió en que permanece el riesgo de que la pandemia y el conflicto geopolítico continúen presionando a los precios de diversos bienes y servicios.
Las presiones inflacionarias parecen ceder un poco, pero no han desaparecido. Bajo ese contexto, la mayoría de los miembros del banco central mexicano pronosticaron que las tasas de referencia en el mundo permanezcan elevadas durante un periodo prolongado. Algunos señalaron que ciertos bancos centrales de América Latina anunciaron el fin de su ciclo alcista o se anticipa que pronto lo alcanzarán. En este contexto, un miembro del Banco de México reflexionó sobre la evaluación de riesgos que están enfrentando los bancos centrales. “Por un lado, el riesgo de detenerse prematuramente en el proceso de apretamiento, ocasionando una inflación más arraigada y difícil de combatir y, por el otro, que un apretamiento excesivo afecte significativamente a la actividad económica o que provoque inestabilidad financiera”, refiere el documento.
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