Cerrar un negocio es difícil, pero aceptarlo se vuelve una tarea casi imposible cuando la empresa va bien y hay que echar el candado por motivos completamente ajenos. Esto es lo que le ocurrió al Bazar Kirpa, en el casco antiguo de Málaga. Rakesh Narwani, hijo de Bhagwani y Manju (Tara) Narwani, un matrimonio de la India que abrió su propio establecimiento hace más de cuatro décadas, cuenta en su cortometraje El bazar de mis padres la historia de su familia a través de la noticia del incremento a 2.500 euros del alquiler del local. El documental se estrena en Madrid el viernes 21 de octubre en el marco del Festival de Cine de Madrid. “Otros festivales han podido coger o no mis proyectos, pero ellos siempre cuentan conmigo y apuestan por nuevas voces y nuevos realizadores”, asegura.
Aunque Narwani haya nacido en España, socialmente es percibido como migrante, lo que ha marcado toda su existencia. Asegura haber tenido buena infancia en la que “jugaba mucho al fútbol” y le elegían “de los primeros”, pero también recuerda la broma que se inventaron sus compañeros de colegio, La Peste. “Donde estaba Rakesh, estaba la peste y debían ir a otro sitio”, rememora. “Yo iba a hablar con cualquiera y se iban todos. No entendía por qué”. Aunque esto lo tiene guardado en una cajita en lo más recóndito de la memoria, ahora lo ha tenido que sacar a relucir a la fuerza, ya que su sobrina se ha visto obligada a cambiarse de colegio por el acoso escolar que sufría. “Aunque han pasado 32 años desde La Peste, seguimos un poco igual, ¿no?”, reflexiona el director.
Si cierra los ojos y vuelve al pasado, se ve a sí mismo jugando los jueves a videojuegos entre las cuatro paredes de la tienda, pero también ve las pausas del té o de oración que hacía con su familia. Al final es tan indio como español y, aunque le cueste, ambas culturas viven en él. Gracias al cortometraje, que próximamente será una película de ficción más larga, ha podido entender un poco mejor quién es y de dónde proviene. Acaba de volver de un viaje de un mes y en esta ocasión ha visitado Dewas, donde nació su madre, y a Ahmedabad, ciudad de origen de su padre, ambas en el centro de India y las cuales aún no conocía: “He ido a muchas bodas a lo largo de mi vida, pero jamás había estado ahí porque no tenemos familia.”
Mi madre brilló donde le dejaron brillar
Rakesh Narwani
A través de su documental y a sus 41 años, Narwani ha podido conocer un poco mejor al pueblo sindhi, del que proviene, y los secretos familiares. En la India, cuando la mujer se casa, pierde su nombre para adquirir uno nuevo. Este es elegido a través de un gurú, mediante la lectura de su carta astral. “Mi madre sí se lo cambió. Ella siempre quiso cantar en películas de Bollywood, era su sueño. Ante de su matrimonio se llamaba Tara, que significa estrella. Yo quería hacer justicia divina y verla cantar en el documental; pero me di cuenta de que realmente solo tenía que buscar aquello que sí hizo. Poco a poco descubrí que salvó el bazar. Ella iba a comprar los productos que vendíamos y se encargaba de todas las cuentas. Brilló donde le dejaron”, cuenta el director.
El cierre, aunque una tragedia familiar, ha supuesto un acercamiento entre ellos. Gracias a la noticia, Narwani pudo comunicar a sus padres que no quería seguir con la empresa, aunque “según la tradición india, el hijo mayor está obligado a cuidar del negocio y de sus padres en el caso de que surja cualquier problema grave”. Le costó mucho aceptar que el Kirpa no era su futuro. En un principio, y a sabiendas de las expectativas con las que cargaba a sus espaldas, al terminar el instituto dejó los estudios y se puso a trabajar, y no solo en el negocio familiar: “Estuve un tiempo en una joyería en Torremolinos, aunque no tenía ningún tipo de relación con el oro. Fui pasando de un empleo a otro y descubrí que me parecía muy aburrido”.
Al final, decidió estudiar Comunicación Audiovisual, pero como no le llegaba la nota de corte, eligió Ciencias Económicas como segunda opción, ya que era “lo que se esperaba” de él. Grabar El bazar de mis padres ha sido una manera de aceptar su decisión, y, a su vez, una carta de disculpa a sus progenitores, quienes habían asumido que se haría cargo de la tienda. “Era una mochila ajena, era algo que no me correspondía, pero con todo y con eso, yo mismo me la impuse,” reconoce.
Ser migrante es complicado, especialmente si uno pertenece a una cultura completamente diferente a aquella del país de acogida. Este es el caso de España y la India. En las series norteamericanas, como puede ser Yo nunca, protagonizada por Maitreyi Ramakrishnan, o en la última comedia romántica de Netflix, Temporada de Bodas, el espectador ve como existe una presión familiar por casarse dentro de una misma raza y tener una carrera en medicina, abogacía o economía. “Al final es una mezcla del tradicionalismo con el hecho de haber migrado, sobre todo en el caso de los sindhis, quienes han perdido su tierra y solo les quedan sus costumbres”, explica Narwani. En su caso ha tenido suerte y “no ha habido esa presión”, pero es consciente de que existe porque lo ha visto en otras familias.
Me encanta hablar de cine transformador. Quien vea el documental conocerá un poco más sobre mis orígenes
Rahesk Narwani
El director del corto tiene un tablero de inspiración con series tan conocidas como Master of None (Netflix) hasta algunas menos populares como Una receta familiar (2018), una ficción japonesa que muestra como Masato, un joven chef de ramen, deja su ciudad natal para embarcarse en un viaje culinario hacia Singapur y conocer más sobre sus raíces. A través del audiovisual, espera crear un producto “curativo” y ya no solo para el ojo ajeno, sino para los propios migrantes, que pocas veces se ven representados en el entretenimiento español. “Me encanta hablar de cine transformador. Quien vea el documental conocerá un poco más sobre mis orígenes. Me interesa este tipo de entretenimiento”, asevera el director.
Por ahora, El bazar de mis padres permite al espectador acercarse un poco más al legado de Rakesh Narwani desde una perspectiva propia, algo que muchas veces es arrebatado a los migrantes, según explica la antropóloga Shalini Arias y con lo que el propio director está de acuerdo. Su pueblo es un grupo étnico de origen indoario, nativos de Sindh, provincia de la actual Pakistán que, tras la partición de la India en 1947, tuvieron que exiliarse y que buscar refugio. “Si mi sobrina pudiese saber solo una cosa sobre nuestro legado, quisiera que fuese la capacidad que tenemos de salir adelante, de ser prácticos y no mirar atrás”, asegura el director.
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